Conoce la ciudad de Aguascalientes y sus bondades
La ciudad de Aguascalientes tiene mucho que ofrecer para un fin de semana: su centro histórico, museos, jardines, baños termales, fiestas y mucho más.
Te contamos la crónica de un fin de semana en la ciudad de Aguascalientes.
Tranvía turístico en la ciudad de Aguascalientes
Su nombre remite a los manantiales tibios que brotaban del corazón geográfico de la Nueva España. Aguascalientes fue cobijo de viajeros en la Ruta de la plata y luego nudo y taller ferroviarios, cuando ya las haciendas conformaban su entorno rural.
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De hospitalaria sede de la histórica Convención de 1914, pasó a recibir con inaudita expansión urbana la modernización industrial de la mecánica automotriz y la electrónica. Hoy, sus tres anillos de circunvalación le toman el pulso a la fiesta taurina, a un rico patrimonio arquitectónico, a su oferta cultural, a la tradición del deshilado, del pozole de lengua y de su famosa feria. En suma, Aguascalientes es una ciudad moderna con buena calidad de vida. En palabras de su escudo: “Agua clara, claro cielo, buena tierra y gente buena”.
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Viernes
Con la ventaja de haber llegado en un vuelo la noche del jueves, tranquilamente y con unos amigos que amablemente nos acompañan, disfrutamos de un desayuno-bufet en el Hotel Quinta Real. Nuestro plan es comenzar el recorrido por el barrio histórico más antiguo de la ciudad, el de Triana o del Encino, que data del siglo XVI.
En el Jardín del Encino una enorme placa informa que una merced de tierras otorgada en 1565 al andaluz Hernán González Berrocal fue el asiento original de este barrio, tal concesión posteriormente fue fraccionada y convertida en huertas. Todo indica que dicho asentamiento fue origen de conflictos, ya que estas tierras eran entonces habitadas por chichimecas.
El Templo del Señor del Encino, es de finales del siglo XVIII y está dedicado al Cristo Negro del Encino; el 13 de noviembre se conmemora la aparición de la imagen asentada en un tronco que fue fulminado por un rayo. Dicen, que los toreros son los más fervientes devotos de ésta, muy negra y bella figura. En las paredes laterales del templo se expone una colección del Vía Crucis realizada por el maestro Andrés López entre 1798 y 1801.
A un lado del Templo, en el mismo Jardín, comienza el recorrido por la vida y obra de un artista plástico del que Aguascalientes se enorgullece: el Museo José Guadalupe Posada. Visitamos las salas que habitan las catrinas, los fusilados, los líderes revolucionarios, los ahorcados, las ilustraciones de libros, de carteles, en fin, la muy amplia producción de un grabador extraordinario que rompe el realismo con contenidos plásticos que van más allá de la cotidianeidad.
Cabe señalar que este museo organiza, entre octubre y noviembre de cada año, el Concurso Nacional de Grabado. En el 2002, se celebró la 1ª Bienal Latinoamericana de Grabado, para conmemorar el 150 aniversario del natalicio del ilustre grabador.
A pleno sol y un agradable clima caminamos por el centro histórico, hasta el Museo de la Ciudad, edificio de estilo neoclásico que es el primero que visitamos de los muchos construidos en la capital por el gran maestro de obras Refugio Reyes Rivas. Unos 150 niños aguascalentenses de primaria visitan a diario este museo donde se exhiben los carbones, lápices y óleos de Saturnino Herrán, junto a la escultura de Jesús F. Contreras y la obra del pintor Gabriel Fernández Ledesma.
Para la hora de la comida, y como descanso obligado, un suculento costillar de cerdo a las brasas bañado en salsa de ciruela calmó nuestro apetito en Las Costillas de Sancho. La ensalada muy buena, para el postre ya no hubo sitio.
Nuestros amigos anfitriones nos invitan al Centro de Artes y Oficios, que también es parte del Instituto Cultural de Aguascalientes, donde por una módica cuota, cualquier interesado puede aprender a trabajar con cerámica, textiles, herrería y vidrio en sus talleres. La edad promedio de los alumnos oscila en los 40 años.
La siguiente cita es en el tranvía, es decir, en el mero Centro Histórico. El paseo es por la Catedral, el Instituto Cultural de Aguascalientes, el Museo Regional de Historia –también de Refugio Reyes Rivas–, el Templo de la Merced, luego el antiguo barrio de San Marcos y la zona de la Feria y las plazas de toros. Llaman la atención los colores verde y amarillo de la cantera hidrocálida, que se puede apreciar en varias de las fachadas y según el guía, es originaria de la región.
Otra vez en el ombligo del Centro Histórico, en la Plaza Patria, nos topamos con las muchas bandas que asisten al 2º Concurso Nacional de Bandas de Guerra. Impecablemente vestidos, casi todos los jóvenes desfilan y tocan con destreza sus instrumentos frente al jurado; identifican sus lugares de origen con listones o banderas: Sinaloa, Guerrero, Distrito Federal, Zacatecas y otros. También visitamos el Palacio de Gobierno, que fue en 1914 convertido en Palacio Nacional por los Convencionistas de Aguascalientes.
Llegamos al Merendero San Pancho. Botana de carnitas, mariachi en vivo y música grabada para un público diverso de jóvenes y otras edades, que saludan a sus conocidos de mesa en mesa, entre cervezas, plática y carcajadas. La noche es joven aún.
Sábado
La Saturnina, está en el centro y es un buen sitio para desayunar o almorzar. Una posibilidad son los condoches, salados o dulces, de cuya degustación no te arrepentirás. Pero no podemos demorarnos, porque nos espera la Hacienda El Chichimeco.
Nos reciben los jóvenes novilleros, quienes nos muestran el cortijo o tentadero, pequeño rodeo donde los novatos experimentan con las reses hembra y se tientan las ganaderías, de acuerdo a su calidad y bravura. Aprendemos que los toros que llegan a una plaza jamás han visto antes una muleta.
Pasamos después al museo taurino de la familia, donde los trofeos, trajes, fotografías y premios conforman parte importante de la historia nacional de la fiesta. La colección incluye orejas, rabos y de célebres corridas, hasta patas.
Después de despedirnos de la Hacienda El Chichimeco nos dirigimos a los baños termales de Ojocaliente, que se antojan a esta hora del mediodía. Originalmente los manantiales surgían aquí formando charcas naturales, por ello desde la fundación de la ciudad Ojocaliente fue su principal fuente de suministro de agua. Se abrieron al público a mediados del siglo XIX y el estilo que ahora conserva, neoclásico con influencia francesa, existe desde principios del siglo XX.
Más de la arquitectura civil y religiosa de Refugio Reyes Rivas. En carro vamos del ex hotel París –hoy Palacio Legislativo–, al ex consulado de Estados Unidos –hoy Archivo Histórico– y al Templo de la Pusrísima Concepción, obra de estilo neogótico que la muerte del maestro dejó inconclusa pero que se terminó siguiendo los lineamientos de su proyecto.
La excelente calidad culinaria del restaurante del Hotel de Andrea Alameda, nos da la bienvenida con unos “Chiles Aguascalientes”, plato que consiste en un chile ancho seco con relleno de picadillo afrutado y bañado en salsa de nueces con uvas. La carta es generosa y de muy buen sazón y de precios accesibles. En el hotel se alojan los toreros que a los postres vemos pasar rumbo a su faena. Vamos tras ellos a la Plaza de Toros Monumental. Tuvimos suerte que no siempre una tarde de fiesta exhibe buenos animales y orejas de premio para sus matadores. Pero así nos tocó, además con un magnífico clima y un público que conoce del tema.
En la Cenaduría Esthela elegimos un rico pozole de lengua, aunque también hay tostadas y tacos sin carne, para vegetarianos. Tras un agitado día, preferimos acostarnos temprano.
Domingo
Con música en vivo desayunamos en el hotel. Algunos de estos músicos integran la Orquesta Sinfónica del Estado, que cuenta con casi cien miembros.
Ahora nuestra meta es el Museo de Ciencia y Tecnología Descubre, que además es interactivo. Es notorio el entusiasmo de los jóvenes en las 4 áreas: Universo, Planeta, Ambiente y Desarrollo. El domo Imax, es una de las pantallas más sofisticadas del país para la proyección de películas dentro de este moderno sistema. Si tienes hijos la visita es obligada.
Se nos acaba el tiempo, nuestro vuelo de regreso es por la tarde. Con equipaje en mano alcanzamos a comer un tente en pie. Ya no pudimos comprar deshilados ni dulces de Calvillo… El tiempo es un tirano, incluso para quienes andamos de turistas.
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