Puebla: ciudad guardián de un orgulloso pasado
Puebla de los Ángeles, la segunda ciudad de la Nueva España y del Nuevo Mundo, es como un museo gigantesco.
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Muchos de sus más de dos mil edificios catalogados en Puebla constituyen un gran atractivo para propios y extraños. Aquí muchas instituciones abren sus puertas para mostrar las riquezas de su pasado esplendoroso, o bien la producción de sus modernos artistas.
Sería prolijo enumerar todos los museos de la ciudad, pero vale la pena decir que la preocupación por preservar los bienes culturales del pasado se inició en el antiguo Colegio Carolino, originalmente una institución jesuita, hoy felizmente la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ahí, tanto en el vestíbulo como en las aulas y grandes salones, se fueron resguardando pinturas, esculturas, marfiles y hasta animales disecados. Los avatares políticos posteriores ocasionaron el surgimiento dedependencias y oficinas que, sutil y paulatinamente, fueron desmantelando el acervo para diseminarlo por todas partes, provocando la pérdida de no pocas obras. Con aquel tesoro, por así llamarlo, se habilitó en este siglo el Museo del Estado, afortunadamente instalado en la hermosa y barroquísima Casa del Alfeñique, que de paso fue rescatada. Hoy perdura bajo la tutela del Museo Poblano de Arte Virreinal, el benjamín de los museos en Puebla, que está montado en el recinto que fue el antiguo Real Hospital de San Pedro, donde se atendió la salud de los vecinos desde 1545 hasta 1917. El claustro es armónico y enorme, las salas espaciosas y bien pensadas, de tal forma que son el albergue inigualable de una exposición permanente y de exposiciones temporales de grandes vuelos.
De la colección original, tanto de los jesuitas como de la ya extinta Academia de Bellas Artes, se conformó el patrimonio del Museo Universitario de la BUAP, alojado en “La Casa de los Muñecos”, así llamada porque en su fachada, rica en yesería, ladrillo, azulejos, cantera y herrería, se ubican unos paneles con figuras de extraños personajes. Realmente es una delicia mirar esa fachada, sus interiores ysu patio, y luego disfrutar de una pinacoteca variada y rica.
De gran tradición es la casa afrancesada de finales del sigloXIX donde está la colección miscelánea de arte que reunieron don José Luis Bello y González y su hijo don Mariano. El Museo Bello es parte de la visita obligada a la Angelópolis. Una parte de aquella colección quedó en manos de un pariente suyo: don Mariano Bello y Azedo, quien formó una galería de arte que es una verdadera atracción, justo al lado del atrio del templo de Santo Domingo.
El Museo Amparo ocupa la vieja sede del hospital de San Juan de Letrán, conocido popularmente como “El Hospitalito”, ahora adaptado con instalaciones muy modernas; posee una importante colección arqueológica mesoamericana, así como la de arte colonial con magníficas obras. El museo realiza constantes actividades culturales y es uno de los más visitados de la ciudad. El convento de Santa Rosa de Lima fue rescatado hace muchos años y abierto al público como Museo de Artesanías; hoy está en proceso de acondicionamiento, pero puede admirarse su arquitectura conventual de características excepcionales, sobre todo la estupenda cocina, forrada de azulejos de piso a bóveda, sitio donde se inventó el mole poblano.
Misterioso y agradable es el exconvento de Santa Mónica, cuyo claustro y jardín nos recuerdan el dulce aislamiento de las religiosas que penitenciaban por nosotros, mientras se recreaban inventando suculentos platillos. Frente al templo de Santa Clara está la casa desde donde la familia Serdán inició la revolución de 1910; todavía podrán escucharse, con un poco de imaginación, los gritos de los sublevados, exhortando al pueblo a levantarse contra la dictadura.
El Fuerte de Loreto es testimonio de la heroica batalla contra los franceses; la capilla lauretana es ahora sala de banderas y los aposentos invitan a rememorar aquellos dramáticos instantes. Muy cerca está el Fuerte de Guadalupe, prácticamente una ruina cuidada que ofrece un excelente panorama de la ciudad. Como se puede ver, Puebla es un lugar de museos; los de Historia Natural, de Arte Religioso Popular de la UPAEP, de Arte Contemporáneo y algunos otros, son siempre un atractivo para todos, y en conjunto dan testimonio de calidad de una ciudad que conserva su señorío y que se enorgullece de su pasado.
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