La historia del Monte de Piedad, ¿tú que le has empeñado?
En casi tres siglos de existencia, el Monte de Piedad se ha convertido en la tabla de salvación para miles de mexicanos. Conoce la historia de esta institución.
En México se le llama “cuesta de enero” a esa temporada en la que más de la mitad de los mexicanos se quedan sin dinero tras las fiestas propias del último mes del año anterior. El remedio de muchos para dejar de tronarse los dedos de las manos por las carencias monetarias es una casa que desde 1775 presta dinero a aquellos que deciden dejar una propiedad en garantía: se llama Monte de Piedad.
El primer hombre que solicitó auxilio de esta institución, abierta el 25 de febrero del año antes citado, fue un ciudadano de la recién conformada Nueva España llamado Francisco Carabantes; él fue el primer pignorante de la historia de México, a su vez puso en marcha el verbo que cada vez se volvió más común entre los habitantes del país: pignorar.
Las crónicas de la época indican que en las primeras boletas de empeño aparecían, por ejemplo, que tal objeto había sido empeñado por “la madre de la güera” o el “hijo del alcalde” y las cosas que empeñaban entonces probablemente no las admitirían los valuadores del Monte en la actualidad, pues se trataban de catres, pelotas, libros y hasta calzones.
La prenda que dejó empeñada fue un “aderezo de diamantes” por el que obtuvo 40 pesos de oro en préstamo, pero la recuperó seis meses después al pagar la deuda y además dejando ocho reales de limosna por la ayuda recibida.
Pedro Romero de Terreros, el fundador de la institución que hoy conocemos
Don Francisco Carabantes y el resto de pignorantes que han desfilado por el Monte de Piedad hasta nuestros días no hubieran podido salir de sus apuros económicos si no fuera por el español Pedro Romero de Terreros, considerado un magnate de la Colonia, llegado a la Nueva España a los 22 años de edad para ayudar a su tío Juan Vázquez, un adinerado de Santiago de Querétaro, en negocios de minería y otros menesteres.
Pero Romero de Terreros hizo florecer más esas empresas de lo que lo hiciera su tío; así con los recursos necesarios fundó el Monte de Piedad que abrió sus puertas por primera vez en la calle de San Ildefonso 60, con un monto de préstamos base de 300 mil pesos en oro. El permiso para abrir esta casa le fue dado por el rey de España, Carlos III.
En la actualidad lo que van a pignorar los mexicanos al Monte de Piedad son joyería, obras de arte y sobre todo tecnología como computadoras, tablets, guitarras eléctricas, etcétera.
Cada enero, cada cuesta de enero, el Monte de Piedad tiene una monto aproximado de 900 millones de pesos para repartirlos entre los mexicanos que quieran dinero y sobre todo tengan algún objeto de valor que dejar en garantía por el préstamo solicitado, dicen por ahí que todos hemos pasado por el Monte de Piedad. ¿Tú qué le has empeñado?
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