14 hogueras prehistóricas fueron halladas en Aktun Ha
Las 14 hogueras prehistóricas de la Cámara de los Ancestros del cenote Aktun Ha son evidencia de ocupación de los primeros pobladores de América.
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Las 14 hogueras prehistóricas de la Cámara de los Ancestros del cenote Aktun Ha son evidencia de ocupación de los primeros pobladores de América.
Las exploraciones arqueológicas en los cenotes y cuevas inundadas en la península de Yucatán han permitido el encuentro con evidencia arqueológica y paleontológica que nos remonta a finales de la Era de Hielo, hace unos 10,000 años atrás, cuando los primeros pobladores del continente americano y la megafauna compartían el territorio.
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Específicamente en el área de Tulum se han encontrado los vestigios de nueve fósiles humanos de entre 13,700 a 8,000 años de antigüedad, así como evidencia cultural como herramientas líticas, hogueras, depósitos mortuorios y restos de animales con marcas de corte que evidencian que fueron cocinados y consumidos por humanos en el interior de las cuevas, lo que habla de los usos y actividades que los primeros habitantes de Tulum le daban a estos sitios. Ello, entre otros contextos con evidencia de los periodos prehispánico y virreinal.
La historia del hallazgo de las hogueras prehistóricas
En 2002, dentro de un proyecto de investigación más ambicioso que abarcara los cenotes del resto de la península de Yucatán, se tomaron las primeras muestras de carbón del interior de la Cámara de los Ancestros para su fechamiento por carbono 14, arrojando una fecha de 10,139 +/- 23 años antes del presente, fecha que coincide cuando el nivel del mar se encontraba 30 metros por debajo de su nivel actual, haciendo posible la ocupación de la cueva en ese entonces.
Sin embargo, en ese momento las acumulaciones de carbón no constituían una evidencia suficiente para comprobar su origen por actividad humana, aun y cuando este pareciera estar dispuesto estratégicamente en el espacio a modo fogatas para iluminar y calentar el sitio.
De entre todas las hogueras registradas resalta una que se ubica dentro de un nicho en una roca de peculiar forma triangular y de dos metros de alto. Esta roca se ubica al centro y en lo más profundo de la Cámara, lo que permite evocar en la imaginación a un grupo de cazadores y recolectores del Pleistoceno ataviados con pieles de animales y lanzas, acampando e interactuando en el interior de la cueva mientras el fuego al centro de la cámara, ilumina y calienta el espacio alrededor de ellos.
El uso del fuego controlado puede considerarse uno de los pasos más importantes para poder comprobar la ocupación humana del espacio, y con ello, el estudio de la evolución y migración humanas en el área.
La búsqueda de mayor evidencia llevó al diseño de nuevas metodologías, y a la integración de disciplinas y técnicas de registro como la Geo-arqueología y la fotogrametría, que permitan comprobar la fabricación del fuego en el sitio y la distribución precisa de estas dentro de la cueva.
En estudios recientes, llevados a cabo por un grupo interdisciplinario de investigadores coordinados por Octavio del Río, se identificaron 14 posibles hogueras prehistóricas en el interior de la Cámara de los Ancestros, de las cuales se tomaron muestras de carbón que fueron analizadas en los laboratorios del Instituto de Geología de la UNAM por Rafael López, así como fragmentos de rocas y sedimento en busca de posibles evidencias de alteración térmica causadas por el fuego, cuyo estudio ayudaría a establecer la historia y producción del fuego en el sitio.
Las hogueras prehistóricas
Es así como la historia del fuego se pudo determinar mediante el análisis del material pétreo y orgánico obtenido en la Cámara de los Ancestros, dando como resultado, que el carbón que ahí se localiza es producto del fuego producido intencionalmente en el lugar por intrusión humana, quienes de manera controlada los dispusieron a modo de hogueras en diferentes partes de la cámara, la cual ocuparon en un periodo anterior a la elevación del nivel del agua del mar a finales del Pleistoceno e inicio del Holoceno, al término de la Era de Hielo.
El fuego
En otros estudios microscópicos, realizados a las muestras de carbón, se pudieron diferenciar dos grupos de vegetales, el primero de ellos con una disposición tangencial y con límites de anillo de crecimiento distintos, que entre otras características anatómicas, indican que podrían corresponder a un tipo de madera porosa perteneciente a los géneros de las Cedrela, Metopium o Casimiroa relacionadas con pequeños arbustos utilizadas como combustible.
El segundo grupo tiene los vasos radiales en múltiplos de 4 o más, mientras que los anillos de crecimiento son “indistintos o ausentes”. Estas son algunas de las características que comparten especies como la Avicennia germinans, Casearia javitensis y Bauhinia divaricata y algunas leguminosas entre otras especies comestibles. Estos estudios podrán ayudar a reconstruir el paleoambiente de la época, y conocer los recursos vegetales con los que contaban estos pobladores de las cuevas para la producción de fuego y como fuente de alimento.
El riesgo
Las investigaciones arqueológicas en estos contextos representan además de un riesgo inherente a la complejidad de las operaciones de buceo en estos sitios, un reto excepcional al intentar encontrar cualquier tipo de evidencia arqueológica en estos entornos cavernosos, que permita asociar la ocupación de estas cuevas, ahora inundadas, por los primeros pobladores de la península de Yucatán.
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