San Pedro Tecomatepec, el pueblo para comprar ollas de barro - México Desconocido
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Arte y Artesanías

San Pedro Tecomatepec, el pueblo para comprar ollas de barro

Estado de México
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Si te hace falta un jarro o una cazuela, visita San Pedro Tecomatepec en Ixtapan de la Sal, un pueblito donde abunda el barro y el talento de los alfareros.

Cuando me fui de escapada a Ixtapan de la Sal y caminé por su plaza principal, noté que una de las artesanías que más abundaban eran las de barro. Intercambiando palabras con los comerciantes y artesanos me enteré que muy cerca de este Pueblo Mágico se encuentra un pueblito de alfareros, tierra del barro, y el lugar perfecto para conseguir jarras y cazuelas de barro: San Pedro Tecomatepec.

Estos jarritos yo los hice
con amor y con esmero
para darle al visitante
mi saludo más sincero.

Como me dijeron que San Pedro Tecomatepec quedaba a pocos minutos de Ixtapan, decidí darme una vuelta, tenía muchas ganas de visitar algún taller y ver cómo hacen esas hermosas vasijas y figuras.

Al llegar, lo primero que hice fue visitar su pequeña plaza, donde se encuentra un quiosco y una escultura de jarros de barro con leyendas que hablan sobre el oficio del alfarero. A un costado, hay un tianguis que vende artesanías y también frutas, verduras, ropa y más.

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San Pedro Tecomatepec / Viridiana Mirón

Crucé la calle y visité la Parroquia de San Pedro Tecomatepec, patrono de esta comunidad, que data del siglo XVI. Tanto por dentro, como por fuera, esta construcción parece un dulce de azúcar. Su fachada churrigueresca en color blanco en contraste con detalles rosados y rojos, y su interior en tonos lilas y coloridos frescos la convirtieron rápidamente en mi favorita.

Parroquia de San Pedro Tecomatepec / Viridiana Mirón

Después de mi recorrido por el centro de San Pedro, fui a visitar un taller de alfareros. Llegué con la familia Salgado, que se dedica de toda la vida a trabajar el barro usando las técnicas tradicionales. Armando, su esposa Magdalena y sus hijas Guadalupe y Viridiana trabajan juntos (cada uno haciendo una parte del proceso) y fueron muy amables en mostrarme cómo un pedazo de tierra se convierte en una bella artesanía.

Doña Magdalena Álvarez, artesana de San Pedro Tecomatepec / Viridiana Mirón

“El proceso es largo, largo, largo y cansado, pero es una bendición realizar un oficio tan viejo, sobre todo en estos tiempos”, me dijo Guadalupe. Después fui testigo de la magia que sucede cuando las manos artesanas se ponen en acción.

«Lo primero es ir por el barro. En la entrada del pueblo se encuentra una mina de barro, un terreno comunitario a cielo abierto donde los artesanos toman el barro para trabajar», me exlplica. Después, en sus talleres, lo dejan secar y una vez seco lo depositan en recipiente, lo mojan bien y lo baten. “Todo este proceso sirve para limpiarlo de las impurezas con las que viene de origen como piedras, pasto y ramas”.

Cuando se logra una consistencia espesa, se cuela, y ya que está limpio y más líquido, se vierte en el suelo previamente espolvoreado con arena. Este proceso generalmente se hace durante la tarde, para que a la mañana siguiente la tierra ya haya absorbido el agua y se pueda recoger el resultado: una masa maleable como plastilina, lista para moldear.

 «Lo bonito del barro es que es muy maleable y se puede hacer lo que uno quiera”.

El siguiente paso es amasar la pasta y cortarla en porciones; cada porción se convertirá en una pieza artesanal. Luego, empiezan a modelar cada una de las piezas con moldes y sus propias manos. Poco a poco aquella pelota de barro comienza a tener forma. Una vez armada, se deja secar, después se limpia, pinta y hornea. La familia Salgado produce aproximadamente 144 piezas por día.

“Que sea artesanal no quiere decir que esté mal hecho.”

El resultado final es hermoso y está muy bien hecho. Estos artesanos están preocupados por crear piezas de calidad y ponen todo su amor en cada paso y también toda su experiencia y conocimiento, pues dedican día a día a perfeccionar este arte que han heredado de generación y generación.

Conversar y ver a los artesanos trabajar te da una perspectiva diferente acerca del trabajo artesanal; aprecias el tiempo y el amor dedicado a cada pieza que crean y entiendes el gran valor que representa para la cultura y la historia de un lugar.

Así que ya lo sabes, si estás en Ixtapan de la Sal, o te hace falta un jarro, plato o cazuela de barro, no dejes de dar un paseo por San Pedro Tecomatepec.

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autor No hay mejor forma de conocer México, que a través de sus sabores. Acompáñame a descubrir lo dulce y lo salado de este país. En Instagram te dejo más recomendaciones para comer sabroso.
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