La Coatlicue de la antigua SEMEFO, la presencia de la diosa madre en las calles de la CDMX

La Ciudad de México tiene incontables espacios y edificios que gozan de una fascinante historia. Desde hace siglos o décadas, cada uno de ellos guarda en sus muros un sinfín de pasajes y anécdotas dignas de leyendas. Actualmente, la Coatlicue de la antigua SEMEFO es un monumento de inusitada referencia en las calles de la capital. Ubicado en un emplazamiento de sombría memoria, a su alrededor acuden grupos de concheros y danzantes a rendir homenaje a la antigua deidad mexica. Por ello es conveniente repasar algo de su historia.

La SEMEFO

El Instituto de Servicios Periciales y Ciencias Forenses (ISPCF) era conocido en el pasado como Servicio Médico Forense (SEMEFO). Esta institución pública es dependiente del Poder Judicial de la Ciudad de México y su tarea es brindar auxilio a las autoridades a través de los estudios periciales, esto con el fin de garantizar una adecuada procuración e impartición de justicia. Se investigan los casos de lesionados relacionados con hechos delictivos, muertes violentas y sospechosas. En este instituto también se forman especialistas en materia de Medicina y Ciencias Forenses.

A pesar de que ya posee otro nombre, la institución sigue siendo conocida coloquialmente como SEMEFO. Además, aunque tiene nuevas instalaciones, las antiguas se encuentran a lado, ubicadas en el número 130 de la Avenida Niños Héroes, en la Colonia Doctores de la alcaldía Cuauhtémoc. Esta es la dirección en la que ha estado desde su inauguración el 24 de septiembre de 1960, durante la presidencia de Adolfo López Mateos.

La Coatlicue de la SEMEFO y el aura del lugar

Lo más llamativo del espacio es la Coatlicue de la antigua SEMEFO. Esta réplica del famoso monumento prehispánico (ubicado en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología) es el símbolo de las primeras instalaciones de la entidad forense; está ubicada en lo que fuera su entrada principal. Durante mucho tiempo fue, de algún modo, el logotipo de este lugar. Y es que la deidad tenochca, al estar vinculada con las profundidades de la tierra, tenía un significado ambivalente. Era tanto el útero del cual venían dioses y los pueblos, así como una puerta al inframundo.

Por ende, ver esta escultura en este espacio es una experiencia bastante impactante. Antiguamente, ir a la SEMEFO significaba la mayor parte del tiempo, ir a reconocer el cuerpo de alguien. En la actualidad se sigue acudiendo a la institución para esta dolorosa tarea, pero en las modernas instalaciones del Instituto de Servicios Periciales y Ciencias Forenses. Sobra decir que este es un trance que nadie quiere vivir.

La Coatlicue de la SEMEFO: leyendas y ritos

Tanto la Coatlicue como el antiguo inmueble de la SEMEFO tienen un sin fin de leyendas urbanas. Todas ellas hablan de cadáveres vivientes y fantasmas. Algunas de las más populares son las del cuerpo de un indigente, el cual pareciera reanimarse y deambular fantasmalmente en los corredores del instituto.

Por otra parte, esta escultura de la Coatlicue ha convocado en los últimos lustros a diferentes cofradías de danzantes y concheros. Todos ellos acuden a lo largo del año, pero sobre todo el 22 de abril, a celebrar y honrar a la diosa mexica. Y es que basándose en las antiguas fiestas de los tenochcas, estos grupos emulan las celebraciones que se le ofrecían durante el Huey Tozoztli, la veintena dedicada a Tláloc, el ciclo agrícola y la fertilidad. Estas fiestas discurrían en lo que actualmente son los meses de abril y mayo. A la famosa escultura de la SEMEFO se le ofrendan veladoras, copal y diversos alimentos; se le agradece con auténtica devoción su protección y auxilio.

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Aldo Vicencio Poeta y ensayista. Historiador de formación. México es sus misterios.