La cruel cárcel de Belén, la prisión que empezó siendo para mujeres solteras - México Desconocido
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Historia

La cruel cárcel de Belén, la prisión que empezó siendo para mujeres solteras

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Esta es la historia de la cárcel de Belén, la prisión más cruel de la segunda mitad del siglo XIX en México.

Quizá los únicos escolapios a los que debamos creerles cuando dicen que en su escuela espantan son aquellos que ocupan en la actualidad la primaria Revolución, ubicada en la esquina que forman las calles Arcos de Belén y Niños Héroes en la Ciudad de México.  

En ese preciso lugar se estableció la cárcel de Belén en 1863, en ese preciso lugar hubo hombres, mujeres y niños que sufrieron lo que difícilmente podrá describir el presente texto a continuación:

Precarias condiciones para los presos de Belén

Dicen que el desayuno para los mil 432 presos y presas de Belén, constaba solo de un atole con un pambazo. Mientras que para la comida les daban con mucho esfuerzo un caldo insaboro acompañado de un hueso con una hebras de carne adheridas con dificultad, mientras que otras veces los dotaban de un arroz quebrado malecho.

Si él o la sentenciada no contaban con un trasto para recibir sus porciones, la comida les era servida en sus sombreros o en cacharros de barro despostillados en los que llegaban a comer hasta tres internos a la vez.  

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No tenían camas ni catres, el suelo era lo único a lo que tenían derecho durante las horas de la pernocta, que si bien les iba, la libraban con cartones o petates que les dotaban sus familiares que los iban a ver los días de visita. Presos y presas andaban durante el día casi en harapos pues no se les dotaban de vestimenta.


En el caso de las mujeres tenían la obligación de prostituirse con los celadores para poder cubrir los gastos de ser liberadas cuando les llegaba la hora. Todo era desorden pues cohabitaron aquellas que eran casi niñas con prostitutas, infanticidas con chicas que únicamente habían cometido pequeños robos para no morir de hambre.    

Hay fotografías que logran captar a hombres y mujeres colgados en sus celdas, es decir suicidios, única salida de muchos de ellas y ellos para dejar de padecer el infierno de la prisión.   

Pero en las galeras de los hombres la situación no fue mejor, sufrían de humedad en sus celdas, los presos estaban obligados a hacer sus necesidades en barriles y las enfermedades como sarna, sífilis, herpes o escorbuto se propagaban sin control.

El antecedente de la cárcel de Belén

Pero la cárcel de Belén no fue el primer inmueble que ocupó  la esquina que hoy forman Arcos de Belén y Niños Héroes, en 1683 se fundó en ese lugar un albergue para féminas en desamparo. En aquel entonces tanto viudas como solteras eran consideradas mujeres caídas en desgracia por no tener a un hombre que les proveyera sustento.

Por este motivo fue bien recibida la creación ese año de un albergue para ellas en el barrio de Belén de la capital mexicana.

Quien auspició los gastos que generan el sostén de aquellas mujeres desamparadas fueron el criollo adinerado Juan de Chavarría y Valera, un piadoso hombre famoso por patrocinar la construcción de conventos pero sobre todo por haber arriesgado su vida para rescatar de un templo en llamas la reliquia conocida como Custodia del Santísimo.  

El primer día el refugio de mujeres desamparadas albergó a dos solteras, pero al siguiente año sumaban más de 50, con el tiempo la cifra alcanzó las 300 mujeres en desamparo acogidas en el lugar.

De lo que pasó posteriormente se sabe muy poco o nada, solo que con el tiempo perdió su vocación de albergue de desgraciadas y empezó a alojar a las religiosas de Santa Brígida. Años después dejó de serlo y el inmueble sirvió para fundar en él la cárcel de Belén que acogió a muchos de los presos que venían del cierre de la cárcel de La Acordada, ubicado frente a la Alameda Central.

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