La danza de los huahuas, la contraparte de los voladores de Papantla que está en el olvido

La danza de los huahuas o guaguas, junto con la de los voladores de Papantla, es una de las más enigmáticas de nuestro país. Sin embargo, goza de una menor popularidad que la de los voladores.

Se trata de una danza común entre los totonacos del estado de Veracruz, aunque igualmente es realizado por grupos nahuas de Puebla. Es una variación de la danza de los quetzales, que se piensa pudo tener su génesis en la cultura tolteca, donde sería utilizada para rendir cultos al sol y la fertilidad. Esto último es manifestado a través de la indumentaria, misma que incluye un penacho que circular que puede alcanzar hasta un metro de diámetro.

El nombre de la danza de los quetzales puede provenir precisamente de la elaboración del penacho con plumas de quetzal, lo cual actualmente está en desuso. El penacho es una de las características que difieren de los voladores, quienes usan un casco con listones que representan el arcoíris.

En cuanto a la ropa, ésta es mayoritariamente color rojo, color asociados a la sangre de las ofrendas y a la alegría de los papagayos. Los pantalones poseen algunas franjas color dorado y la camisa algunos bordados florales.

Significado

En cuanto a significado, la danza de los huahuas se diferencia de los voladores en su motivo. Mientras la danza de los voladores es una petición de las lluvias y la fertilidad, la danza de los huahuas es la celebración de la llegada de la primavera. De acuerdo con la revista ¿K’atsiyatá? La Revista Cultural de Papantla, esto también se expresa a través de la música, ya que la música de los voladores es «plañidera, triste, melancólica; por que implora y ruega». Mientras tanto, la música de los huahuas es alegre porque agradece.

«Los sones principales de los huahuas son: el de la bendición, el del perdón, el de la calle, el del vuelo, el de la cadena, el zapateado, el de la guasanga y otros que integran un repertorio de más de treinta»,

menciona el medio veracruzano.

Sin embargo, hay otro elemento que distingue la danza de los huahuas del resto de quetzales y de los voladores. Se trata de una noria vertical en forma de cruz colocada al centro de la pista de baile, misma que girará con los cuerpos de los danzantes. Este elemento es una expresión de júbilo por la bendiciones erigidas con la primavera, lo que contrasta con el descender horizontal de los voladores, que esperan la germinación de la siembra con la llegada de las lluvias.

¿Cómo es la danza de los huahuas?

Inicialmente, los huahuas realizan un zapateado en suelo en el que hacen sonar sonajas, flautas y tambores. En una segunda parte, cuando la danza a alcanzado su clímax, los danzantes suben uno a uno a la cruz, e impulsándose con su propio cuerpo y peso, comienzan a girar. Gracias a ello, la noria se convierte en un rehilete humano con rojizos de gran belleza. El público celebra a los giradores con aplausos y chiflidos.

Del mismo modo que la danza de los voladores de Papantla, la cruz de la danza de los huahuas está vinculada a los cuatro puntos cardinales que a su vez se relacionan con las siguientes deidades prehispánicas:

• El Norte está regido por Tezcatlipoca y se identifica con el color negro.
• El Sur tiene a Huitzilopochtli como señor y está asociado al color azul.
• El Oriente, presidido por Xipe Totec e identificado con el color rojo. Es el protagonista de la danza de los huahuas y de los voladores de Papantla, ya que es la deidad de la llegada de la primavera y la fertilidad.
• El Poniente, morada de Quetzalcóatl, asociada al color blanco.
• El centro, con el fuego, el dios «del cerca y del junto», que se relaciona con el sol.

Rodrigo Osegueda Filósofo por formación. Contempla el alma e imaginación de México.