La Pirámide de la Luna y sus secretos
La Pirámide de la Luna es la segunda edificación más grande de Teotihuacan. Descubre sus características y todo sobre su origen.
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La ciudad prehispánica de Teotihuacán es una de las zonas arqueológicas más importantes y visitadas de nuestro país. La Pirámide de la Luna, así como la del Sol, son las dos edificaciones que más llaman la atención de los viajeros que las visitan.
La historia de la Ciudad de los Dioses y su inexplicable desaparición han provocado tantas hipótesis como estudiosos se han interesado en descubrirlas.
Para entender el pasado
Hay quienes afirman que las excavaciones implican cierta destrucción y no es necesario excavar todo, sino dejar partes protegidas a expensas de problemáticas futuras.
Uno de los mayores logros es la cronología cerámica. Ésta permite fechar por intervalos una etapa hasta de dos siglos si los materiales se localizaron y acomodaron desde el punto de vista estratigráfico.
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Otros de los grandes temas pendientes son la tecnología y la organización económica: producción, distribución y consumo. Así como el sistema político del Estado y la ciudad, este último uno de los más atractivos. Los teotihuacanos dejaron sólo algunos monumentos visibles en los que retrataron a sus gobernantes. Las pocas inscripciones con que se cuenta todavía no se han descifrado.
Cabe destacar que no existe retrato alguno de sus gobernantes y tampoco hay inscripciones que los refieran. Por esta razón se sabe muy poco de quiénes eran. Entre los grandes personajes representados en los murales ninguno es más importante que los demás. Se plantea que posiblemente Teotihuacan era gobernado por varios personajes y no por una sola persona.
Descubrimientos de la Pirámide de la Luna
Fue a fines de 2003, casi a punto de concluir el proyecto de investigación iniciado en 1998, cuando el equipo encabezado por el arqueólogo Rubén Cabrera y el antropólogo Saburo Sugiyama hizo un descubrimiento en el centro de La Pirámide de la Luna.
Se halló un entierro de tres personajes sentados con ricos atuendos dentro de una cámara. Los muros de piedra medían casi seis metros por cada lado, lo cual hace suponer que se trata de la tumba de un dirigente teotihuacano.
Existe una inhumación similar que data de un asentamiento teotihuacano en la ciudad maya de Kaminaljuyú. Aquí se repite la posición en flor de loto de altos dignatarios. También hay objetos de jade, que quizá provienen de la cuenca del río Motagua en Guatemala. Esto confirma lo ya conocido, los vínculos entre teotihuacanos y mayas.
Todo lo anterior determinó que la línea de investigación se prorrogara un año más de lo previsto. Se extendió hasta 2004 la fase de análisis de laboratorio de las osamentas y objetos localizados.
El hallazgo de 2003
El descubrimiento indica que corresponde a tres individuos de alto rango social. A diferencia de los entierros anteriores encontrados en la Pirámide de la Luna y pertenecientes a personas sacrificadas como ofrendas. Sentados en posición flor de loto, los tres miraban hacia el oeste y tenían las muñecas cruzadas encima de los pies.
Uno de ellos, un hombre de 50 a 60 años, se ubicó muy cerca del eje este-oeste. Portaba un collar de 21 cuentas globulares grandes de piedra verde. También tenía un vistoso pectoral rectangular del mismo material adornado con un diseño glífico en relieve y dos orejeras grandes decoradas. Junto a él numerosos objetos de obsidiana, concha, pirita y fibra vegetal.
El segundo, un hombre de entre 45 y 49 años, apareció al sur del primero, tocado con adornos semejantes, pero con ciertas diferencias:
- collar de 21 cuentas globulares grandes
- pectoral rectangular, más pequeño y sin decoración en relieve
- un par de grandes orejeras, menos finas y con superficies lisas
Todo lo anterior de piedra verde pulida. Alrededor de él aparecieron varias puntas de proyectiles de obsidiana, restos esqueléticos de felinos y otros materiales orgánicos.
La tercera persona, un hombre de 40 a 44 años, se localizó alrededor de un metro al noreste del primero. Estaba en una posición y orientación similares, pero con atavíos muy diferentes. Sus ornatos tenían una compleja riqueza, la mayoría distribuida alrededor del cráneo cubriendo casi toda la parte superior del esqueleto.
El individuo llevaba un collar de siete hileras de cuentas de concha. En la parte inferior de las cuentas había 11 discos de concha con aplicaciones de piedra verde, asimismo, en forma de orejera.
Ofrendas en la Pirámide de la Luna
Además de los ornamentos personales, el descubrimiento incluyó varias ofrendas dispersas:
- Un pectoral y dos collares de cuentas de piedra verde
- Conchas y pequeños caracoles marinos
- Restos de un mineral amarillento
- Materiales orgánicos y diversas miniaturas de obsidiana.
También se halló una figura antropomorfa con dos orejeras. Se cree que esta pieza tiene un papel simbólico de acuerdo con su excepcional calidad y por encontrarse exactamente al centro de la fosa. Así como por la posición flor de loto al igual que los tres esqueletos.
Cercanos a la pared del depósito destacan:
- Un gran caracol marino
- Una figura antropomorfa de obsidiana y un artefacto de piedra pulida de inusual forma cilíndrica con aristas redondeadas
- Numerosas cuentas, orejeras y “resplandores” de piedra verde
Pirámide de la Luna características
La historia arquitectónica de la Pirámide de la Luna indica una larga secuencia constructiva de siete etapas. Inicia alrededor de 100 d.C. y alcanza el fin de Teotihuacan entre 600 y 650 d.C.
La decisión para excavarla obedece a que se considera que está muy relacionada con la ideología del Estado por su importancia y ubicación.
Además, constituye uno de los edificios más grandes y menos investigados después de la Pirámide del Sol. En 1964 había sido explorada sólo en sus partes visibles sin una mayor profundización.
Cinco cuerpos escalonados con altos muros en talud componen su gran basamento. Así como una plataforma adosada y formada por muros en talud y tablero orientada hacia la Plaza de la Luna. En el interior se superponen las seis construcciones más antiguas.
Se registran pocas excavaciones mediante túneles en Mesoamérica y muy pocas en Teotihuacan, como las del templo de Quetzoalcóatl, en los años 1988 y 1989. En la Pirámide de la Luna el equipo de especialistas trabajó a partir de pozos estratigráficos en el exterior y túneles hacia el interior.
De estos últimos se planificaron los puntos a alcanzar. Se buscaron las distancias más cortas para invertir menos esfuerzos y se avanzó un metro por alrededor de 1.80m de alto según las condiciones. También se utilizaron columpios que posibilitaron no tener que pisar la superficie de la fosa.
Después de tomar los registros, se hicieron fotos y dibujos. Luego albañiles especializados instalaron una protección que permite penetrar otra distancia similar. Esto sirve para volver a repetir la operación una y otra vez, a modo de cuidar al máximo el lugar.
El antes y después de Teotihuacán
Como todo monumento arquitectónico de civilizaciones anteriores, los hombres que lo construyeron, vivieron y murieron en sus ámbitos. Sin embargo, aún se dirigen a nosotros para contarnos quiénes eran mediante los rastros de sus edificaciones, ciudades desiertas, edificios funerarios y restos humanos.
Recuperar ese mensaje y rastrear el legado que nos dejaron es tarea de antropólogos, arqueólogos y especialistas afines. La nuestra es cuidarlos y conservarlos, por eso haz que tu visita sea la de un viajero responsable. No destruyas ni deteriores nada, respeta todas las indicaciones y disfruta la Ciudad de los Dioses.
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