Las rosas de Jiutepec (Morelos)
Por su cálido clima y suelo fértil, en muchas localidades de Morelos el espectáculo de mantos rojizos de olorosas rosas rojas puede disfrutarse a lo largo de todas las estaciones.
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En la carretera México-Acapulco, un puestecillo tras otro ofrece al paseante olorosos manojos de estas rosas mexicanas, cuyo cultivo en la mayoría de las localidades de Morelos es una empresa de todo el año. Las zonas productoras son Temixco, Tejalpa, Acatlipa, Zapata y Jiutepec; en el resto del país los estados que destacan son Puebla, Querétaro y el Estado de México. El cultivo, como casi todo en México, es una industria pero también un arte que lleva el aroma típico del folclore nacional. Entretejido en el proceso de selección, siembra, trasplante, corte, empaque y distribución, va un hilo de nuestra idiosincrasia, que enriquece el cultivo de esta flor tan universal.
Las rosas crecen en cualquier suelo bueno bien drenado y se desarrollan con menos complicaciones cuando no se les cultiva entre otro tipo de plantas. Algunas variedades responden mejor a cierto suelo y clima que otras; los suelos generalmente no son tan favorables como los arcillosos, y las temperaturas templadas son las más adecuadas, pues el clima más caliente propicia la cantidad pero no la calidad de la flor. El invierno es la mejor época para las rosas, ya que la calidad mejora, pero como el frío disminuye la producción, el precio sube.
La mayoría de las variedades se cultiva trasplantando los brotes propagados de semillas, hijuelos o coditos. Ismael Galicia, un amable operario, explica los pasos del proceso. “Las estacas se cortan de 20 cm y se plantan, luego se les pone enraizador y a los tres meses se les injerta el color, que se logra rajando el vástago en forma de T y con una liga se le amarra la yema, que da color. Una rosa bien preparada está lista a los cinco meses”.
UNA ARDUA LABOR
Se trabaja de lunes a sábado de las siete de la mañana a las tres de la tarde sembrando, injertando, desyerbando, deshijando, abriendo los canales de riego, aplicando el abono y los insecticidas y luego, cuando las rosas están listas cortándolas y empacándolas para su distribución.
Toda la producción de Jiutepec se manda al mercado de Jamaica en el DF en paquetes de seis docenas –media gruesa– o de 12 docenas – la gruesa completa–. En un día de trabajo normal se cortan y empacan hasta 200 gruesas, número que en invierno baja a sólo 70 u 80 gruesas. Los paquetes de flores de invernadero, más delicadas, salen con sólo 25 flores. Una rosa cortada dura seis días, por lo que empacarla y distribuirla tienen que ser acciones rápidas y efectivas para que llegue con su máxima lozanía y la mayor duración de vida. Fue muy interesante observar a los operarios en una zona productora de Atlacomulco, municipio de Jiutepec, Morelos.
Para el riego cuentan con sistemas de agua rodada y los canales se abren temprano antes de que el sol caliente el agua, la tierra y las raíces. Hay cuadrillas que se dedican cada tercer día a fumigar los plantíos, pues los rosales deben protegerse continuamente de plagas de insectos y hongos. Otra función muy importante es abonar la tierra, para lo que algunos prefieren los abonos orgánicos de ganado o composta, aunque hay fertilizantes químicos muy buenos. Podar continuamente las plantas es otra actividad necesaria para mejorar el tamaño y la fuerza de la rosa según el uso que se le dará.
Cuando se mete a cortar las flores, cada operario recorre un número determinado de pasillos y lo hace uno sí y otro no, pues al cortar a derecha e izquierda de cada tercer pasillo ya queda cortado el segundo. Todas estas faenas son por rotación y muchas dependen de la época del año, la edad de la planta y su etapa de crecimiento.
ENTRE GÉNEROS Y ESPECIES
Nosotros identificamos como rosa solamente a esta flor de ornato, pero Rosa es el nombre común de la familia de plantas de muchas especies frutales y de ornato y de sus géneros representativos. La rosa, que crece en todo el planeta, es una familia de 107 géneros y 3 100 especies. Muchas de las más importantes frutas de las regiones templadas del mundo y un gran número de arbustos ornamentales, árboles y flores pertenecen a esta familia; entre ellas la pera, manzana, duraznos, chabacanos, cerezas, ciruelas, fresa, zarzamora, frambuesa y almendra.
De la de ornato se conocen más de 20 mil variedades resultado de cuidadosos cultivos en los que se busca aumentar el tamaño, duración, calidad y belleza en el número y la forma de los pétalos y en la obtención de diversos tonos y colores. Las rosas se han cultivado y apreciado por su aroma y belleza desde tiempos antiguos; hoy todavía es la flor cultivada más popular. Este género incluye más de cien especies originales. Las cultivadas se clasifican hoy en dos grandes grupos, las rosas viejas, aquellas plantas que han alcanzado su desarrollo y en las que no se han introducido nuevas variedades en los últimos 60 años, y las rosas contemporáneas, plantas hibridizadas y seleccionadas para lograr nuevas formas, tamaños y coloraciones.
La clasificación de las cultivadas es complicada debido a la gran variedad que ha evolucionado mediante la hibridización artificial. Generalmente, la clasificación de las rosas viejas o básicas, de las cuales han salido las miles de especies nuevas, obedecen a la selección de algunas especies ancestrales o hí-bridas. Las más populares son las híbridas perennes, la polyantha, la rosa de té y la china, la floribunda –cruce entre rosa de té híbrida y rosa polyantha híbrida– que a su vez es un cruce entre la rosa de té híbrida y una rosa vieja polyantha.
CLASIFICACIONES
Sin embargo, la clasificación científica original es muy sencilla: las rosas pertenecen a la familia de las rosáceas del orden Rosales. El género representativo es Rosa y hay cuatro grandes clasificaciones: las híbridas perennes o rosas trepadoras, que se derivan principalmente de la especie híbrida Rosa borbonian; las rosas polyantha, derivadas de la especie híbrida Rosa rehderana, las rosas de té de la Rosa odorata y la rosas chinas de la Rosa odorata y Rosa chinensis. Aunque éstos son los nombres científicos de las variedades de las cuales provienen todas las demás especies de rosas de ornato, hay nombres con los cuales se catalogan las miles de variedades nuevas. Aquí en Jiutepec y dependiendo del color llaman Vega, Texana, Mrs. Lincoln y Madame del Bar a varios tipos que se cultivan en la zona; Polo y Pálida a dos variedades blancas; Nueva Visión y Álvaro son de color de rosa; la Éxtasis es naranja, la Rex es naranja casi roja y Orange es anaranjada casi amarilla.
Además de su uso ornamental en un bonito jarrón, en los arriates de jardines y parques, bordeando calzadas o trepando muros, y de su cotizado uso en la industria de la perfumería, ¡las rosas también se comen! Existen muchas flores de ornato comestibles muy populares sobre todo en las cocinas hindú y asiática. Algunas se ingieren junto con el pistilo, pero generalmente se utilizan sólo los pétalos, y aunque algunos tienen un sabor amargo no muy fácil de aceptar, otros en cambio son más dulces. Los centros de las rosas son muy ricos en vitamina C, por lo que algunas personas los cristalizan, hacen jalea o los toman como té, mientras de los pétalos se logra una miel muy sabrosa.
Pero lo más maravilloso de las rosas son los mensajes que llevan. Su lenguaje sigue funcionando para demostrar amor, gratitud y admiración.
La magia de esta flor sigue arrancando una amplia sonrisa y una respuesta amorosa, de modo que hoy las incursiones sin límites de las mujeres han hecho que sea común expresar su amor o deseo por un hombre y tratar de conquistar su corazón… ¡enviándole rosas!
Fuente México desconocido No. 332 / octubre 2004
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