Las tiendas de raya, donde los obreros y campesinos se endeudaban perpetuamente
Durante el Porfiriato se extendieron las llamadas tiendas de raya, lugares donde los obreros y campesinos estaban obligados a comprar e incluso se endeudaban para siempre.
Las tiendas de raya fueron establecimientos de abastecimiento que existían en la época de la Revolución Mexicana. Dichas tiendas se encontraban dentro de las haciendas o fábricas, y era el lugar donde por obligación los obreros y campesinos debían hacer sus compras.
¿Por qué se llamaban tiendas de raya?
Debido a que la mayor parte de la población era analfabeta, en los cuadernos de contabilidad los empleados colocaban una raya en lugar de una firma, de ello su nombre popular.
¿Cómo funcionaban?
Las tiendas de raya surgieron durante el siglo XIX y tuvieron su época de plenitud con el gobierno de Porfirio Díaz, cuando los sectores empresariales fueron favorecidos para explotar los yacimientos naturales y para tener mano de obra barata. Entonces, los obreros y campesinos eran pagados a través de fichas y vales, mismos que intercambiaban en las tiendas de raya por todo tipo de productos como semillas, ropa, comida, etcétera.
Los vales y fichas eran acuñados por la compañía patronal por lo que un trabajador no podía comprar en otro lugar, con lo que se limitaba la libertad de consumo del empleado y se generaba un negocio circular.
Al final, el patrón recuperaba gran parte de los sueldos, pues aseguraba que los mismos fueran gastados en su propio negocio, donde vendía productos que le generaban plusvalía. Las tiendas de raya imitaban el sistema implementado en Estados Unidos, Inglaterra y Francia.
En El barzón, un corrido hidrocálido nacionalmente famoso, se hace un recuento de esos padecimientos y se recuerda que en las tiendas de raya las cuentas eran hechas de manera tan abusiva que el peón siempre terminaba debiéndole al patrón.
Las tiendas de raya, un deuda de más de una vida
La estrategia de negocio no terminaba ahí, ya que debido a los sueldos precarios, los obreros y campesinos no siempre podían comprar los productos de contado, por lo que adquiría una deuda con intereses que podía ser heredada.
Un trabajador no podía renunciar a una fábrica o hacienda donde tuviera deuda, lo que en muchos casos ató a los trabajadores y a sus familias de por vida. Si alguien escapaba era perseguido por las fuerzas del orden, lo que generaba una situación de semiesclavitud. A lo anterior se sumaban robos y abusos por parte de las tiendas de raya, pues la mayoría de los trabajadores no sabían leer ni escribir.
El anhelo de justicia contra las tiendas de raya hizo que se volvieran uno de los primeros objetivos de los revolucionarios, quienes contaron con el apoyo del Partido Liberal Mexicano. Al coraje contra los usureros, se le sumaba el resentimiento por las largas jornadas laborales (12 horas como mínimo) a cambio de salarios míseros.
Al no tener instituciones que protegieran sus derechos, los trabajadores eran constantemente maltratados y vivían en condiciones de precariedad, siendo víctimas de enfermedades, mala alimentación, accidentes y muerte. Fue entonces cuando comenzaron a surgir los primeros levantamientos obreros, como la huelga de Cananea y Río Blanco, que abrirían paso a la revolución de 1910.