La leyenda de la bruja que encerró almas de niños en un árbol
En Aculco existe un misterioso árbol que da vida a una leyenda aterradora. Se dice que, en él, una bruja encerró 3 almas inocentes.
En Aculco abundan las leyendas y los testimonios de apariciones. Sin embargo, en medio de ese universo, encontramos algo que llamó profundamente nuestra atención. Se trata de la historia de una bruja que, por venganza, encerró las almas de 3 niños en un árbol. ¡Descubre esta aterradora historia!
Aculco: un pueblo misterioso
Para llegar a Aculco temprano, se debe atravesar una niebla densa que se disipa un poco cuando sale el sol. Y es que, Aculco es un pueblo muy frío. Por lo mismo, es necesario llevar una chamarra gruesa para apaciguar los efectos de la baja temperatura. De lo contrario, el visitante tiritará toda la tarde y más aun, en la madrugada.
A pesar de esto, Aculco es un pueblo hermoso. Sus edificaciones destacan por estar hechas con una cantera blanquísima que le da un toque de perpetua pureza al lugar. También sobresale la amabilidad de su gente, sus bellas cascadas y demás rincones secretos tan dignos de ser descubiertos.
No obstante, también es un sitio misterioso. En su interior se cuentan leyendas macabras e inclusive es fácil encontrar testimonios sobre apariciones de fantasmas y espectros que se rehúsan a abandonar Aculco. Entre estas narraciones, está una de las más aterradoras. Se trata de la historia de una bruja que encerró tres almas en un gran árbol.
La leyenda de la bruja
La leyenda cuenta que, en la casa que está al lado de Los Lavaderos, existió una mujer bellísima. Su cuerpo era delgado y lucía una piel dorada y tersa. Solía peinar su largo cabello negro en una suave trenza que resaltaba la hermosura de su rostro. Sin embargo, casi ningún hombre se le acercaba pues algo en ella inspiraba temor.
La gente del pueblo decía que aquella mujer no era de fiar. ¿Y cómo podía serlo si su familia era conocida por practicar magia negra? Así que los muchachos recibían advertencias para mantenerse distantes y los adultos ni siquiera eran capaces de verla a los ojos.
Pasó el tiempo y aquella muchacha se convirtió en mujer. A la par, también se fue quedando sola. Entonces, un enorme deseo comenzó a gestarse en su corazón: anhelaba tener un hijo. Estaba convencida de que sería una excelente madre. A pesar de que la gente no la quería, ella sería capaz de darle a su hijo la mejor crianza jamás soñada.
Sin embargo, los años no perdonan así que comenzó a ver aquel sueño como algo lejano. En ese momento decidió hacer algo. Ya que ningún hombre se atrevía a unirse con ella en matrimonio, recurriría a otros métodos. Poco a poco se dejó envolver por fuerzas oscuras.
Debido a esto, su semblante cambió. Ya no era el de una joven resplandeciente sino el de una mujer sombría. En sus ojos ya no había dulzura sino rencor. Por más que lo intentaba, no podía engendrar nada. Su vientre la había traicionado y no se preñó más que de un odio creciente.
El tiempo continuó su curso y la ira y el odio creció en esa mujer. No obstante, cualquier dejo de cordura se extinguió cuando, un día, escuchó a dos mujeres del pueblo cuchichear. Las insensibles comenzaron a burlarse porque aquella desgraciada no podía engendrar nada más que soledad.
La venganza que permanece hasta nuestros días
Cuando escuchó las burlas no hizo ni dijo nada. Sin embargo, eso no se podía quedar así. Entonces, la mujer de Aculco juró vengarse a costa de su propia existencia. No pasaron muchos días cuando cerró un trato con el diablo. La gente lo supo porque, cuando pasaban cerca de la casa, escuchaban que la mujer hablaba a gritos con alguien. No obstante, todos sabían que estaba sola.
Además, los gritos eran como cantos con una voz de ultratumba que hacían temblar a todo aquel desafortunado que la escuchara. Poco tiempo después, Aculco se volvió un pueblo lleno de terror. Primero desapareció un niño, luego dos y, por último, tres.
Todos sabían que aquella bruja tenía algo que ver. Así que, un día, el pueblo, armado de valor, se reunió y fueron armados con antorchas, hachas y piedras a su casa. ¡Querían quemarla viva! Sin embargo, nadie abrió la puerta.
Entonces, la gente decidió entrar por la fuerza. En ese momento, una niebla espesa cubrió el ambiente y un frío sin igual los hizo temblar a todos. Al mismo tiempo, una voz profunda surgió del gran árbol que estaba frente a la casa.
La voz era como de ultratumba. Primero lanzó injurias y palabras de odio. Después, cuando el terror ya había apresado a todo mundo, confesó ser la misma mujer a la que habían llamado bruja. Y sí, ella había raptado a los niños como una venganza en contra del pueblo.
En ese momento, un hombre quebró su propia pasividad y dio un hachazo al árbol. Sin embargo, un grito infantil y de profundo dolor se escuchó. Entonces, la bruja comenzó a burlarse y a decir que las almas de los tres niños estaban atrapados ahí junto con ella.
Por eso, si dañaban el árbol no solo ella sufriría sino también los niños. Las madres de los niños desaparecidos estaban presentes así que rogaron al hombre que no dañara al árbol por piedad a sus hijos. El valiente comprendió el pesar de las madres y asintió con la cabeza. Además, hizo prometer a todos no dañar al árbol.
Pasaron decenas de años y, aquella historia se volvió una leyenda que se narra en Aculco. Cabe señalar que, según se cuenta, si clavas un cuchillo o algo filoso en el tronco de aquel deforme y gran árbol, primero saldrá una especie de savia blancuzca que luego se teñirá de rojo. Después, si pones atención, escucharás los quejidos infantiles de dolor y las risas de la bruja de Aculco quienes estarán ahí, por lo menos, hasta el final de los tiempos.
Conoce otras leyendas de Aculco
Si quieres conocer esta y otras leyendas de Aculco, te recomendamos la Ruta Nocturna de Leyendas que parte de la Presidencia municipal. Para mayor información, visita la página de Aculco, Pueblo Mágico del Estado de México.