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Los estudios mayas en México

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Al finalizar el siglo XX, los mayas han llegado perturbando conciencias. Su cultura, aún viva, ha sido capaz de poner en jaque la estabilidad de una nación.

Los últimos acontecimientos han logrado que muchos se percaten de la existencia de los indios, hace poco considerados seres de folklore, productores de artesanías o disminuidos descendientes de un pasado glorioso. Asimismo, los pueblos mayas han difundido la conceptuación de lo indígena como una identidad no sólo ajena a la occidental, sino plenamente distinta; también hanresaltado y denunciado la injusticia centenaria de que han sido objeto y han mostrado ser capaces de convocar al pueblo mestizo y criollo que los rodea a abrirse a una democracia nueva, donde la voluntad de las mayorías deje un espacio digno a la voluntad de las minorías.

El esplendoroso pasado de los mayas y su historia de resistencia han llevado a los investigadores, a estudiar su hoy y su pasado, lo que nos ha revelado una forma de expresión humana plena de vitalidad, tenacidad y valores que podrían enseñar a la humanida; como el de vivir en armonía con los otros hombres, o el sentido colectivo que tenían de la convivencia social.

La Universidad Nacional Autónoma de México ha recopilado las inquietudes de varios investigadores que admiramos esta milenaria cultura y nos ha reunido en el Centro de Estudios Mayas, desde hace 26 años. El Seminario de Cultura Maya y la Comisión para el Estudio de la Escritura Maya, fueron los cimientos del Centro de Estudios Mayas; ambos con vidas paralelas que más tarde se unieron para formar el nuevo Centro, declarado legalmente establecido en la sesión del Consejo Técnico de Humanidades del 15 de junio de 1970.

El doctor Alberto Ruz, quien descubrió la tumba del Templo de las Inscripciones de Palenque, ingresó a la UNAM como investigador del Instituto de Investigaciones Históricas en 1959, aunque, de hecho, estaba adscrito al Seminario de Cultura Náhuatl, que en ese entonces dirigía Angel María Garibay. Al año siguiente, con la promoción a Secretario General de la UNAM del doctor Efrén del Pozo, se fundó dentro del mismo Instituto el Seminario de Cultura Maya, que fue transferido de esa institución a la Facultad de Filosofía y Letras.

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El Seminario quedó estructurado con un director, el maestro Alberto Ruz, y algunos consejeros honorarios: dos norteamericanos y dos mexicanos: Spinden y Kidder, Caso y Rubín de la Borbolla. Los investigadores que se contrataron ya eran reconocidos en su tiempo, como la doctora Calixta Guiteras y los profesores Barrera Vásquez y Lizardi Ramos, así como el doctor Villa Rojas, que es el único sobreviviente del grupo original.

Las metas del seminario eran la investigación y la divulgación de la cultura maya, por especialistas en los campos de la historia, la arqueología, la etnología y la lingüística.

El trabajo del maestro Ruz dio frutos de inmediato, fundó una biblioteca propia, se dio a la tarea de recopilar una fototeca que tuvo como base su acervo personal y creó una publicación periódica Estudios de Cultura Maya, así como las ediciones especiales y la serie “Cuadernos”. Su labor editorial se vio coronada con 10 volúmenes de Estudios, 10 “Cuadernos” y 2 obras que rápidamente se transformaron en clásicas de la bibliografía mayista: Desarrollo Cultural de los Mayas y Costumbres funerarias de los antiguos mayas, recientemente reeditada.

Aunque el trabajo fue intenso, el transcurrir del Seminario no fue fácil, ya que en 1965 no se renovaron los contratos a los investigadores y el personal se redujo al director, una secretaria y dos becarios. En esos tiempos, el doctor Ruz dirigió varias tesis, entre las que hay que citar las de Marta Foncerrada de Molina sobre Uxmal y la de Beatriz de la Fuente sobre Palenque. De la primera quiero destacar que, mientras vivió siempre brindó su apoyo a los investigadores del Centro. De la segunda quiero recordar que su brillante trayectoria en el estudio del arte prehispánico la hallevado, entre otros honores, a ser nombrada maestra emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Otro factor decisivo en la fundación del Centro, fue la Comisión para el Estudio de la Escritura Maya, nacida independientemente de la UNAM, en el Círculo del Sureste, en 1963; esta comisión congregó a una serie de investigadores interesados en dedicarse a descifrar la escritura maya. Admirados por los adelantos de los académicos extranjeros, decidieron formar un grupo que se esforzara en desentrañar los misterios de la escritura. Sostenida con donaciones y albergada en el Centro de Cálculo Electrónico de la UNAM, las instituciones que de alguna manera aportaron el trabajo de sus investigadores y esporádicos y precarios fondos fueron el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Universidad de Yucatán, la Universidad Veracruzana, el Instituto Lingüístico de Verano y por supuesto la UNAM, específicamente el Seminario de Cultura Maya, que para ese entonces ya tenía 3 años de haber sido fundado.

En el acta constitutiva de la comisión destacan las firmas del Mauricio Swadesh y Leonardo Manrique; quienes coordinaron sus funciones, fueron sucesivamente: Ramón Arzápalo, Otto Schumann, Román Piña Chan y Daniel Cazés. Su objetivo era “reunir en un esfuerzo común las técnicas de la filología y las del manejo electrónico de materiales lingüísticos con la meta de llegar en un futuro cercano al descifre de la escritura de los antiguos mayas.”

Alberto Ruz, un decidido animador de esta comisión, en 1965 invitó a Maricela Ayala, quien desde entonces se ha consagrado a la epigrafía en el mencionado Centro de Estudios Mayas.

Desde que el ingeniero Barros Sierra tomó posesión, como rector de la UNAM, brindó su apoyo a la Comisión, y gracias al interés del Coordinador de Humanidades, Rubén Bonifaz Nuño y de otras autoridades, se integró a la Universidad, con la designación de Seminario de Estudios de la Escritura Maya.

Ya para ese entonces, el grupo de descifradores de la escritura maya tenía trabajos completos e integrados, entonces, su director, Daniel Cazés, concibió la serie “Cuadernos” que, prologados por él, editó el Seminario de Cultura Maya. Seis de estas publicaciones correspondieron a las investigaciones del propio Cazés. Unidos ambos Seminarios y bajo el rectorado del doctor Pablo González Casanova, el Centro de Estudios Mayas se declaró instituido por el Consejo Técnico de Humanidades, presidido por Rubén Bonifaz Nuño.

A partir de 1970 la brújula de las actividades del Centro de Estudios Mayas ha sido:

“El conocimiento y la comprensión de la trayectoria histórica, las creaciones culturales y el pueblo mayas, mediante la investigación; la difusión de los resultados obtenidos, principalmente mediante la publicación y la cátedra, y la formación de nuevos investigadores”.

Su primer director fue Alberto Ruz, hasta 1977, cuando fue nombrado Director del Museo Nacional de Antropología e Historia. Le sucedió Mercedes de la Garza, quien ya con el nombre de Coordinadora lo ocupó hasta 1990, durante 13 años.

Después de años de búsquedas académicas en el ámbito maya tenemos la convicción de que siempre se ha actuado de acuerdo a los principios establecidos inicialmente, haciendo aportaciones que incrementan el conocimiento del mundo maya, conducen a nuevas explicaciones, proponen hipótesis diversas y sacan a la luz vestigios cubiertos por la naturaleza.

Estas búsquedas se ejercitaron y se ejercitan con los métodos de distintas disciplinas: antropología social y etnología, arqueología, epigrafía, historia y lingüística. Durante 9 años también se estudiaron los mayas desde la perspectiva de la antropología física.

En cada una de las áreas científicas se han desarrollado investigaciones particulares o conjuntas con otros miembros del mismo Centro, del Instituto de Investigaciones Filológicas o de otras dependencias, tanto de la Universidad Nacional como de otras instituciones. Actualmente el personal consta de 16 investigadores, 4 técnicos académicos, 3 secretarias y un auxiliar de intendencia.

Cabe destacar, que sí bien sus labores no dependen directamente de la Universidad, el linaje maya sí está representado en el Centro, con el yucateco Jorge Cocom Pech.

Quiero recordar especialmente a aquellos compañeros que ya fallecieron y que nos dejaron su afecto y sus conocimientos: la lingüista María Cristina Alvarez, a quien le debemos el Diccionario etnolingüístico del maya yucateco colonial, entre otras obras, y la antropóloga María Montoliu, quien escribió Cuando los dioses despertaron: conceptos cosmológicos de los antiguos mayas.

El impulso productivo de Alberto Ruz perduró a través de Mercedes de la Garza, quien en los 13 años de su gestión impulsó la impresión de 8 volúmenes de Estudios de Cultura Maya, 10 cuadernos y 15 publicaciones especiales. Deseo remarcar que en sus inicios, fueron los extranjeros quienes difundieron sus aportaciones en nuestra revista; sin embargo, Mercedes de la Garza se encargó de propiciar que los investigadores asumieran la revista como propia y colaboraran en ella con constancia. Con esto se logró un equilibrio entre colaboradores internos y externos, ya sea nacionales o extranjeros. Mercedes de la Garza le ha dado a los mayistas mexicanos una ventana al mundo.

Cabe destacar que a Mercedes de la Garza debemos la creación de la Serie de Fuentes para el Estudio de la Cultura Maya que ha aparecido sin interrupción desde sus inicios en 1983. Hasta la fecha 12 volúmenes, vinculado a ello está la formación de un aservo documental con fotocopias de expedientes de muy diversos archivos nacionales y extranjeros que han sido base de importantes investigaciones.

Aunque los números pueden decir poco de las aportaciones académicas, si contamos los gruesos volúmenes de las Memorias de los Congresos, reunimos un total de 72 obras con la rúbrica Centro de Estudios Mayas.

El exitoso trayecto de 26 años ha sido motivado y facilitado por los tres directores del Instituto: doctores Rubén Bonifaz Nuño, Elizabeth Luna y Fernando Curiel a quienes les reconocemos su decidido apoyo.

Hoy en día, en el campo de la epigrafía se está concluyendo una investigación sobre Toniná y tomando forma el proyecto de crear una glifoteca que integre la infraestructura para hacer investigación en el campo del desciframiento de la escritura maya. Se ejercita la lingüística con estudios sobre el idioma tojolabal y la semiótica en la lengua chol.

En arqueología, durante muchos años se han hecho excavaciones en el municipio de Las Margaritas, Chiapas; proximamente saldrá el libro con el que se concluyen parte de estos estudios.

En el campo de la historia, varias investigadoras se dedican a la decodificación de los símbolos mayas a la luz de la historia comparada de las religiones. También dentro de esta disciplina, se está intentando reconstruir el derecho prehispánico maya en el momento del contacto, se hacen trabajos sobre los gobiernos indígenas en los altos de Chiapas en la época colonial, en torno al desempeño de la orden de los mercenarios en el área y la reconstrucción del pasado de los itzáes en sus épocas prehispánica y colonial.

En la actualidad, el Centro se ve animado por un profundo espíritu de integración laboral que mueve y enriquece la búsqueda de respuestas sobre un pueblo que afanosamente lucha por rehacer su imagen de ente folklórico a ente con capacidad de tomar un espacio en la sociedad y en la historia nacionales.

Ana Luisa Izquierdo es Maestra en Historia egresada de la UNAM.Investigadora y coordinadora del Centro de Estudios Mayas de la UNAM.Actualmente es directora de Estudios de Cultura Maya.

Fuente: México en el Tiempo No. 17. 1996.

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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