Oaxaca en la Colonia
La conquista de Oaxaca fue relativamente pacífica, ya que los señores zapotecos y mixtecos pensaron encontrar en los europeos a los aliados que requerían para vencer a los aztecas.
En cambio, otros grupos como los zapotecos de la sierra, los chontales y especialmente los mixes resistieron y protagonizaron una secuela de rebeliones. A su triunfo y todavía en el siglo XVI, los españoles despojaron a los naturales de sus tierras legalizando esta acción a través de encomiendas, mercedes y repartimientos otorgados por el rey, perfilándose así, desde el inicio de la conquista española, el desequilibrio y la desigualdad que imperaría entre la sociedad española y la indígena.
Fueron tan abundantes los abusos de los colonizadores que buena parte de los trabajos que realizaron las dos Audiencias y el virrey Antonio de Mendoza estuvieron encaminados a limitar el poder del Marqués de Valle de Oaxaca, Hernán Cortés, y el de los encomenderos. Se proponían así fortalecer la autoridad Real y por eso se promulgaron las Leyes Nuevas (1542) y se creó una compleja administración. La tarea de evangelización en la zona mixteca y zapoteca fue obra de la orden de los dominicos quienes construyeron, con trabajo indígena básicamente, suntuosas iglesias y conventos en los lugares donde se concentraban los grandes núcleos de población como la Ciudad de Antequera, Yanhuitián y Cuilapan.
La conquista espiritual fue más radical y violenta que la conquista militar. Para mantener el control de la población los conquistadores mantuvieron, con modificaciones, ciertas estructuras indígenas de manera que algunos de los caciques del Valle de Oaxaca y de la Mixteca Alta lograron preservar antiguos privilegios y propiedades; en cambio, para convertir al cristianismo a los pueblos de América, los misioneros se esforzaron en destruir cualquier indicio de la religión del mundo prehispánico.
A pesar del descenso demográfico de la población nativa, provocado por las epidemias y los malos tratos, el siglo XVI fue de crecimiento económico debido a la introducción de nuevas técnicas, cultivos y especies. En la Mixteca, por ejemplo, se obtuvieron buenas ganancias de la explotación del gusano de seda, el ganado y el trigo. El desarrollo del mercado urbano y las minas contribuyeron a este crecimiento.
Sin embargo, esta prosperidad se vio interrumpida por los problemas que desde 1590 enfrentó la minería. El comercio entre Sevilla y América disminuyó y el descenso de la población provocó que el consumo de los pueblos decayera y la fuerza de trabajo se redujera a su mínima expresión.
En el siglo XVII, el de la depresión económica fue cuando definieron las estructuras coloniales, se consolidó el esquema de dominación, y se establecieron los mecanismos de una economía dependiente. La aplicación de un esquema comercial monopolista y centralizado obstaculizó el desarrollo económico regional, provocando que zonas tan ricas como el Valle de Oaxaca orientaran su economía hacia la autosuficiencia a pesar de la importancia que tenía la producción y el comercio de cacao, añil y grana cochinilla.
Ya en la segunda mitad del siglo XVII, la economía novohispana comienza a mejorar: la producción minera tuvo un repunte, se permitió nuevamente el comercio con Centroamérica y el Perú, y la población indígena empezó a recuperarse. Para esta época los españoles avecindados en la Mixteca y en el Valle de Oaxaca se dedicaron a la ganadería en grandes proporciones y las haciendas combinaron con éxito la producción de trigo y maíz con la cría de ganado. La economía de la Colonia se reestructuró entre 1660 y 1692, sentando las bases para el siglo de la Ilustración.
La Nueva España crece y prospera en el Siglo de las Luces. El territorio se dobla, la población se triplica y el valor de la producción económica se sextuplica. El mejor ejemplo de estos avances se observa en la minería, eje económico central que, sin dejar de ser esclavizante, pasó de labrar 3,300,000 pesos en 1670 a 27,000,000 en 1804.
La opulencia de la Nueva España se manifiesta en la intensa actividad constructiva y se desborda en la magnificencia del barroco, fue entonces que en la Antequera se construyeron, entre otras cosas, la Capilla del Rosario de la iglesia de Santo Domingo, la Iglesia de la Soledad, la de San Agustín y la de Consolación.
El siglo XVIII fue la centuria de las reformas políticas y económicas modernizadoras emprendidas por los reyes borbones.
Para 1800, México se había convertido en un país de extraordinaria riqueza pero también de extrema pobreza, la mayoría de la población estaba adscrita a las haciendas y comunas, era maltratada en los obrajes, esclavizada en las minas e ingenios, sin libertad, sin dinero y sin ninguna posibilidad para mejorar.
Los españoles peninsulares monopolizaban el poder político y económico; tales condiciones de desigualdad social, económica y política, acumularon tensiones y descontento. Por otra parte, el impacto de acontecimientos como la Revolución Francesa, la independencia de los Estados Unidos y la Revolución Industrial Inglesa sacude las conciencias americanas y se empieza a gestar en los criollos la idea de la Independencia de la Nueva España.
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