Paseo de la Reforma y un poco más…en segway
Uno de estos días, iba paseando a mi perro en el parque México de la Condesa, cuando vi a una chica montada en un original transporte. ¡Se me antojó tanto! Se veía tan dinámico y divertido, que decidí investigar dónde lo había conseguido... y esta es la historia.
Después de indagar un poco, di con el lugar donde rentan estos transportadores personales, totalmente ecológicos. Me sorprendió saber que están súper organizados y te ofrecen tours donde prometen cultura y diversión garantizada sobre ruedas.
No creas que te entregan las llaves y te sales de volada, ¡no!, te lleva unos 20 minutos agarrarle la onda al manejo del segway. Aunque es fácil, tiene su chiste. Se mantiene con tu propio equilibrio, ellos le llaman auto balance. Sólo inclinas tu cuerpo hacia delante y hacia atrás para avanzar y retroceder y las vueltas se hacen con un control localizado en el manubrio. La operación es a través de tres llaves de colores que sirven para cambiar la velocidad. Los principiantes usamos la negra, que te permite viajar a 10 kilómetros por hora. Ya de regreso, y si lograste dominar el segway, el guía usa su llave amarilla, que dobla la velocidad y la capacidad de respuesta del manubrio.
Me decidí por un tour más extenso que sale de la Zona Rosa, corazón del centro bursátil y turístico de la ciudad de México. Después de callejonear un poco y disfrutar de su ambiente relajado y cosmopolita, salimos directo al Paseo de la Reforma.
La avenida más bella del mundo
He tenido la fortuna de estar en muchas ciudades del extranjero y afirmo, sin miedo a equivocarme, que Paseo de la Reforma es una de las avenidas más bellas del mundo. En su trayecto central pueden encontrarse finos ejemplos de arquitectura, numerosos bancos y oficinas, añejas zonas residenciales transformadas en sitos de moda, embajadas, hoteles de lujo, selectas galerías de arte y restaurantes de primera.
Y ¡ni hablar de los monumentos que la adornan! Durante el porfiriato se mandaron colocar una serie relativos a la historia del país: el de Cristóbal Colón (1876), las estatuas de héroes de la República, el dedicado a Cuauhtémoc (1887), por cierto removido 50 metros para facilitar el funcionamiento del Metrobús, y claro, mi favorito, el monumento a la Independencia, inaugurado en 1910. Ahí aprovechamos para tomarnos muchas fotos. Fue una experiencia del todo diferente, ya que aunque hemos pasado por ahí en incontables ocasiones, para nada se disfruta igual a bordo del auto, ni siquiera caminando. Además está recién restaurado y luce con todo su esplendor.
Continuamos hacia el Centro Histórico y para donde se volteara, encontrábamos algo interesante, estilos arquitectónicos de aire afrancesado, art déco, neocoloniales, funcionalistas y posmodernos. Claro, sin descuidar el tráfico ni atropellar a algún peatón o chocar con alguna banqueta o jardinera. Todos nuestros sentidos estaban ocupados, por lo que sentimos de pronto la necesidad de hacer un alto para tomar un café.
Otros «grandes»de la metrópoli
Ya entrando en confianza, apuramos el paso y tomamos la también famosa Avenida Juárez. Deseábamos tomarnos unas fotos en el Hemiciclo dedicado a Benito Juárez. Fue Porfirio Díaz quien colocó la primera piedra, el 15 de octubre de 1909, y está totalmente hecho de mármol blanco de Carrara. Ahí nos topamos con una interesante exposición fotográfica y con la Policía Montada.
En un santiamén ya estábamos en la Alameda Central, uno de los sitios de mayor antigüedad y tradición de la ciudad. Fue el primer jardín y paseo de la capital. La siguiente parada fue el Palacio Bellas Artes. ¡Su explanada es una pista estupenda para el segway! Por supuesto, teniendo el debido respeto a los peatones que tranquilos disfrutan de este maravilloso recinto que, a 73 años de concluida su construcción, además de conjugar la preservación y la difusión de su vocación cultural, ha sido objeto de un programa constante de restauración respetando el proyecto original. Este verano tiene muchas actividades especiales para jóvenes y niños.
De refilón…
Atravesamos la calle y decidimos ir a la Plaza Tolsá, en el cruce de las calles Tacuba y Xicoténcatl. Desgraciadamente no pudimos admirarla con su brillo acostumbrado, ya que había un plantón. En fin, dimos vuelta directito a Tepoznieves. ¿Las han probado? Son deliciosas. Ahí descansamos un rato para emprender el regreso, no sin antes pedirles a Eduardo y Omar, nuestros guías y anfitriones, que usaran su llave maestra para aumentar la potencia del segway. Lo que hicimos en dos horas, lo transitamos en unos 15 minutos. Fue realmente muy divertido.
Así terminamos un día más en la gran metrópoli, esta misma que la prensa parece empeñarse en presentar como peligrosa, pero es más que una nota roja, es la gloriosa Ciudad de los Palacios, la misma que todos disfrutamos contra viento y marea al 100%, ahora a bordo de un segway.
Fuente: México desconocido No. 366 / Agosto 2007
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