Patrimonio e identidad de la mujer mestiza
EI área denominada actualmente como "mundo maya " , sede de esa civilización en Ia época prehispánica, se extiende desde Ia porción más oriental de Ia República mexicana hasta Ia República de Honduras.
Dentro de esta gran área se encuentra Ia Peninsula de Yucatán formada por Ias entidades de Campeche, Quintana Roo y Yucatán. Con Ia conquista y coIonización españoIas, Ias antiguas pobIaciones mesoamericanas sufrieron una reordenación sociopolítica acorde con Ios intereses de Ios europeos; Ia Península de Yucatán no fue Ia excepción, pero debido a su relativo aislamiento geográfico continuó conservando su historia y tradición cultural propias. Situada en una planicie caliza rodeada por mar en tres de sus puntos cardinales, Ia Península mantuvo poca comunicación con el resto de Ia Nueva España, primero, y con Ia República mexicana, después de Ia Independencia. Además, carecía deI atractivo de albergar en sus entrañas yacimientos de oro o plata, Io que Ia mantuvo alejada de Ias ambiciones de Ios buscadores de riquezas rápidas. EI obstáculo que significaban Ias cadenas montariosas de Ias sierras Madre Oriental y deI Sur era sólo vencido por Ios comerciantes arrieros y uno que otro viajero aventurero. EI mar fue entonces Ia principal vía de comunicación. Durante Ia Colonia y el siglo XIX, Ios puertos de Ia Península de Yucatán eran punto de desembarque de Ias tecnologías y modas provenientes de España y otras partes de Europa. Una de esas técnicas fue Ia orfebrería, introducida por artesanos españoles que viajaron a América enrolados como frailes y soldados conquistadores. AsÍ, con Ios procedimientos y organización deI trabajo propios deI oficio de Ia joyería, se inició principalmente Ia elaboración de objetos para el culto religioso y también para el adorno personal. Esta última variante fue ampliamente acogida por Ios habitantes autóctonos, al igual que por Ia naciente población mestiza, quienes hicieron suyos el uso y Ia elaboración de Ia platería, Ia cual desde entonces ha experimentado pocos cambios en cuanto a técnicas y diseños se refiere. Materiales y técnicas
EI oro y Ia plata
Constituyen Ias materias primas fundamentales a partir de Ias cuales Ios artesanos Iogran sus obras. A menudo, incluyen en ellas cuentas de coral o cocoyol, piedras preciosas o imitaciones de ellas, o bien Ias decoran con esmalte. Estas materias primas, en su mayor parte, son conseguidas por Ios artesanos a través de intermediarios pues, con excepción deI cocoyol, provienen de otras partes deI país o incluso deI extranjero, como es el caso deI coral. El cocoyol se obtiene deI fruto de una palma nativa deI mismo nombre. La corteza deI fruto, llamado también coquito baboso, se parte en trozos, Ios cuales se pulen para obtener cuentas de un color negro brillante, muy apreciado por Ios mayas actuales y, posiblemente, también por sus antepasados prehispánicos. Varias son Ias técnicas que el platero emplea para trabajar y decorar Ios metales preciosos. Entre ellas destaca Ia filigrana, que consiste en estirar barras de oro o plata hasta formar delgados filamentos de diferentes grosores, con Ios que se delinean y rellenan distintas figuras. Uno de Ios pasos críticos es el proceso de soldadura, donde el artesano está obligado a recurrir a su máxima capacidad de improvisación. La filigrana es un arte distintivo de Ias antiguas zonas henequenera y azucarera, madres de regulares fortunas.
El laminado, el troquelado y el grabado con buril son técnicas que generalmente se aplican juntas y dan por resultado joyas como Ios llamados aderezos o «campechanas «, denominadas así por ser características de Ia zona de Campeche. Están conformadas por una sucesión de láminas grabadas con motivos vegetales y llevan un pasador en fonna de hojas de vid, detalle que inmediatamente nos remite a su origen europeo. Es de mencionar también el soplillo, utensilio mediante el cual se obtienen cuentas huecas con facetas, antecesoras de Ias piedras poliédricas. Debido a Ia dificultad de su manufactura y a Ia fragilidad de Ias piezas, el uso deI soplillo se encuentra prácticamente en vías de extinción. Encontramos así mismo el esmalte, que consiste en Ia aplicación y fundido de polvo de vidrio de colores sobre superficies previamente grabadas. Los motivos más recurrentes en el esmalte son Ios pájaros posados en Ias ramas de un arbusto llamado ch’ilib y Ias leyendas «cariño» , «amor» o «recuerdo». Esta técnica decorativa es casi exclusiva de Ios talleres de Valladolid, en Yucatán.
Para producir sus obras, Ios plateros disponen de un pequeño taller -por lo regular montado en el rincón de una habitación- que consta de una o dos mesas con sus respectivas sillas y el yunque o tas. Dispuestos en las mesas se hallan todas las sencillas herramientas y medios de trabajo -muchas veces de fabricación casera-, con ayuda de los cuales los artistas logran las finas joyas que contrastan con su modesta cuna. Los artesanos
Por lo regular, en los talleres trabajan el maestro platero y uno o dos ayudantes, futuros maestros, quienes poco a poco van siendo iniciados en los secretos de la platería. Algunas veces se trata del hijo del propio artesano, pero cuando ningún descendiente se interesa en el oficio -lo cual no es raro- entonces es otro joven, ajeno a Ia familia, quien hereda Ios preciados conocimientos. Actualmente, Ia producción de joyería tradicional se encuentra sujeta a muchos contratiempos: Ia aparición de talleres en serie, donde trabajan varios obreros especializados sólo en una parte deI proceso; el aumento deI precio de Ias materias primas; Ia política fiscal impositiva; Ia competencia que por su bajo costo representa Ia joyería de fantasía importada, y Ia disgregación de Ios gremios como una instancia de protección deI oficio y de Ios artesanos.
En su origen, Ios gremios de plateros, Ilegados a América junto con Ias técnicas de trabajo, tenían Ia finalidad de vigilar el desarrollo deI oficio, Ia calidad de sus objetos y Ia protección de sus asociados. Cada agrupación de joyeros se congregaba en torno de una imagen religiosa, a quien rendían culto y festejaban en su día. Durante Ia Colonia y el siglo XIX en Ia Península llegaron a existir varios de estos gremios, de Ios cuaIes en Ia actuaIidad sólo subsiste uno en Ia ciudad de VaIladolid, dedicado aI Espíritu Santo, cuya figura se encuentra plasmada en plata sobre el estandarte que representa aI gremio. Hoy en día su función se reduce aI ámbito religioso, de manera que sus miembros únicamente se reúnen con motivo de Ia celebración de este miembro de Ia Santísima Trinidad o de alguna otra festividad católica a Ia que son invitados como grupo.
Las mestizas
Los objetos de uso religioso, como coronas o resplandores para esculturas de santos, casi han dejado de elaborarse, por Io que Ia producción principal de Ios artesanos consiste en joyas de uso personal, básicamente femeninas, aunque para Ios hombres se hacen botonaduras propias deI adorno de Ias filipinas. Son Ias mujeres mayas, llamadas mestizas, quienes a través de su identificación con Ias joyas mantienen viva Ia tradición de Ia platería y vuelven necesario el trabajo de Ios orfebres. Así, diversos tipos de aretes, rosarios, cruces, medallas, anillos, soguillas y pulseras, invaden Ios arcones femeninos y se han convertido en accesorios indispensables en Ias ocasiones especiales como bodas o fiestas religiosas. AI mismo tiempo, Ias joyas vinieron a desempenar una función especial en Ia economía de Ias familias mayas. Cuando una pareja se une en matrimonio, Ia novia recibe de sus suegros una jícara con granos de cacao y algunas alhajas. Esta costumbre, originada quizás a mediados de Ia época colonial, se sigue conservando en varios pueblos deI área maya.
A partir de su matrimonio, Ia mujer procura alimentar su cofre en Ios tiempos de bonanza económica para, en caso de presentarse un gasto imprevisto, poder vender o empeñar parte de sus joyas, decisión en Ia que nunca interviene el marido. Cuando Ia autora de estas Iíneas en una ocasión obsequió unos aretes de filigrana a doña Rosa, alfarera de Mama (en reciprocidad a Ia amistad y Ios grandes servicios que Ie había proporcionado durante sus visitas al pueblo ), ésta Ios recibió emocionada y aseguró que nunca Ios vendería ni empeñaría.
Conociendo ahora Io común que es el hecho de Ia enajenación de Ias alhajas, Ias palabras de doña Rosa se convierten en una prueba fehaciente de gratitud y amistad. Mientras Ia contingencia económica no ocurre, Ia mestiza se pone sus joyas: a diario usa un par de aretes, a Ios que agrega algún anillo y una medalla cuando sale deI pueblo. En Ios días de fiesta saca su soguilla de dos vueltas, su pulsera, cruz, venera, campechana o rosario -si Io tiene- para acompanar su mejor huipil y Iucir como una verdadera mestiza entre Ias mestizas . EI doble carácter de Ia joyería, medio de ahorro y objeto de Iujo e identidad cultural, no es exclusivo de Ia Península de Yucatán; Io mismo ocurre entre Ias mujeres de Ia costa de Guerrero, Ias zapotecas deI Istmo en Oaxaca e incluso en Panamá, Io cual nos indica que estamos ante un fenómeno cultural importante que bien vale Ia pena se Ie explore más profundamente en todas sus implicaciones.
Fuente: México en el Tiempo No. 3
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