La artesanía más grande del mundo: la petatera en Colima
Monumento Artístico de la Nación, la petatera es una monumental plaza de toros hecha con petates. El motivo: la fiesta a San Felipe de Jesús
La petatera es una monumental plaza de toros que sirve de escenario para la fiesta patronal en un municipio conurbado de la capital de Colima. Aquí te contamos algunos detalles de la artesanía más grande del mundo.
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Las fiestas charrotaurinas de Villa de Álvarez, zona conurbada de la capital colimense, se organizan desde hace 164 años ininterrumpidos y duran 15 días.
¿Cómo se hace la petatera?
Se monta una plaza monumental con materiales orgánicos: palos de madera, cuerdas (de fibras vegetales) y petates (de tule), completamente hecha a mano, única en el mundo, con el ruedo más grande: mide 60 metros de diámetro y seis de altura, la arman más de 100 personas y caben en ella unos siete mil espectadores. Por todo esto ha merecido la categoría de Monumento Artístico de la Nación.
Para armarla, primero se hacen los hoyos en el suelo, donde se entierran los palos principales, a los cuales se amarran muchos otros y algunos se clavan; después se colocan tablas para formar pisos y asientos, y finalmente se forra el exterior con petates que evitan la vista hacia adentro y protegen del sol.
Ya sabemos que el petate ha sido ampliamente utilizado para la construcción de viviendas y lugares de trabajo; sin embargo, es en La Petatera de Villa de Álvarez donde se pueden apreciar niveles técnicos excepcionales junto con tradiciones y festividades, lo que resulta en una expresión cultural sorprendente.
«Es una pieza artesanal, muestra de la capacidad del trabajo manual y de cálculo. Si hoy funciona es porque no cuenta con arquitectos, sino que es comunal, no tiene ni planos», dice el arquitecto Roberto Huerta.
En esta efímera proeza arquitectónica participan 70 familias, se utilizan alrededor de 2,000 petates, con palos y cuerdas que conforman toda su estructura. Toma un mes su construcción y en solo un día se desmonta.
Cómo comienza
Es una tradición muy arraigada en esta comunidad que se ha transmitido de generación en generación y no se comienza así nada más, sino que se lleva a cabo una ceremonia para iniciar el montaje que tiene como hora de arranque la salida del sol: el mayordomo entierra el primer palo y se eleva una oración para la bienaventuranza.
Cada uno de los 70 tramos numerados (palcos) en los que se ha dividido este gran círculo, se concesiona a un particular responsable de armar esa sección, aunque muchos encargan la tarea a terceros. El propietario del palco cobra a los espectadores que se sientan ahí a lo largo de la feria; con lo que obtiene recupera los gastos, paga la cuota que le exige el comité de la feria y el resto es ganancia.
Estas fiestas surgieron a partir de la fundación del municipio de Villa de Álvarez (ahora conurbado con la ciudad de Colima), en honor del santo patrono San Felipe de Jesús para pedirle protección contra calamidades y temblores.
Las fiestas se celebran en febrero e inician con un gran desfile de caballos y durante dos semanas se presenta una gran diversidad de eventos: charros, taurinos, conciertos y espectáculos para niños.
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