Cañonismo en el Río Petlapa
Atrévete a explorar el cauce de este río, que conforma el límite natural entre los estados de Puebla y Oaxaca, y conviértete en un experto de este original deporte que conjunta fuerza y destreza.
Un día nos reunimos para revisar los mapas topográficos de la zona y vimos que este río (Petlapa) en algunas partes estaba muy encañonado y en otras tenía valles accesibles. Notamos también que los primeros 12 km eran los más interesantes pero que, sin duda, habría que recorrer los 31 km en su totalidad. Así pues, hicimos una primera incursión a la barranca para explorar un poco y ver cómo estaba la geografía. Exploramos 4 km y nos salimos.
Dos semanas después, nos reunimos nuevamente en San Juan Cuautla, Puebla, cada quién llevaba una mochila de unos 20 kilos con alimentos para seis días, equipo de campamento y un poco de cuerda.
Empezamos el barranco desde donde el valle se vuelve pared y el agua toma otra dimensión; más fuerte y divertida. Después de caminar un rato, nos encontramos con una cascada de 10 m que sorteamos anudando la cuerda a un árbol; una vez que recuperamos la soga y nos reunimos los cuatro abajo, sabíamos que ya no había regreso a la civilización, al menos en un buen rato, ¿o días?
Comienza la diversión
Encontramos tres saltos, el más grande de 5 m, más adelante un tiro de 8 m que reconocimos inmediatamente como el punto donde habíamos estado hacía dos semanas. Lo bajamos, y de ahí en adelante ya era terreno explorado sólo por nosotros. Nos fuimos bastante rápido hacia la parte encañonada. Nos sorprendimos agradablemente al ver un mapache escurrirse del río hacia la maleza. Seguramente para él, el encuentro no fue tan grato. La pasamos bastante divertidos en la parte vertical del cañón. Para las 18:00 hrs, llegamos al campamento donde pasamos la primera noche.
Al otro día seguimos por toda la parte conocida del cañón, un par de saltos y un rappel, mucho caminar interrumpido por algunas nadadas. Cerca de ahí, el agudo ojo de Roberto vio un reptil que se metía debajo de una piedra. Con pericia, lo extrajo; de primera instancia parecía una serpiente coralillo, muy peligrosa por su veneno, pero inmediatamente nos explicó que era una “falsa coralillo” y que no tenía cicuta, por lo que ya confiados, nos tomamos la foto del recuerdo y la dejó ir.
Por ahí del medio día, nos volvimos a internar en una zona desconocida del río. Volvía a ser un trayecto encañonado, paredes muy pulidas por el agua con algunas plantas en las partes altas. El agua seguía igual de turbia por las lluvias de la noche anterior. Tengo que reconocer que cuando llegamos a esa parte, me puse nervioso por lo que vendría, estábamos caminando sobre un delgado hilo: o todo salía bien o muy mal.
Hicimos tres saltos pequeños entre cascadas, después llegamos a un tiro de unos 9 m. Al llegar a la poza, nos encontramos con una fuerte corriente, por lo que tuvimos que poner una línea con la cuerda para ayudarnos a salir.
Reconociendo el peligro
Dos rapeles más y el “chipi-chipi” se convirtió en aguacero, así que paramos y preparamos el segundo campamento: juntamos leña, aplanamos piso y montamos el vivac. Hicimos la fogata bajo un refugio natural de roca y cenamos al lado, en una cuevita formada más bien por bloques gigantescos de piedra. Llovió toda la noche, así que en la mañana todas nuestras cosas estaban empapadas.
Lo primero que hicimos fue revisar la marca de agua en el río, y para nuestra mala suerte, el caudal había crecido unos 15 cm. Como no teníamos otra opción, empacamos y continuamos bajando y explorando el Petlapa.
El agua del río ya venía muy rebotada, lo que hizo la marcha aún más lenta porque al caminar por el cauce no se veían las piedras. Aun así persistimos. Tuvimos que hacer un par de saltos, no sin antes revisarlos, tres rappeles más, con aguas bravas en la poza final. Sin embargo, toda la mañana estuvo soleada y muy agradable. Pero para el medio día, llegaron las nubes. El cañón se abrió un poco y avanzamos por la ribera relativamente rápido. Para las 14:00 horas el caudal del río ya venía tan crecido que a algunos nos daba la impresión de que venía al doble de lo que estaba en la mañana. Empezó a lloviznar y se volvió a estrechar el valle entre bloques del tamaño de una casa. Finalmente, para la tarde llegamos a la “salida” que estaba marcada en el mapa. ¡Habíamos llegado al final de nuestro objetivo!
Antes de dejar el río y tomar la vereda que subía, la naturaleza nos dejó ver a una nutria; fugaz, ágil, hermosa, como un fantasma que se perdía en la selva.
Un tiempo después de esta exploración, regresamos para terminar el recorrido del Petlapa, nos tardamos otros cuatro días en recorrer los 19 km restantes.
En su totalidad encontramos 22 rappeles, 18 saltos e incontables nadadas. Lo mejor de todo fue pasarla increíble con los amigos.
Recomendaciones
Como el deporte del cañonismo es cosa seria, se recomienda contratar alguna agencia que haga el recorrido. Si se opta por ir solo, hay que tomar en cuenta que la barranca lleva mucha agua y es muy larga, por lo que hay que llevar comida para varios días. Se encontrarán muchos rappeles y hay que tener cuidado con las serpientes venenosas.
Cómo llegar
Desde la ciudad de Tehuacán, Puebla, toma la carretera que va hacia Coxcatlán, ahí toma otra carretera secundaria que va hacia Coyomeapan. Después de subir toda la sierra, sigue hasta San Juan Cuautla, 2 km adelante tienes que buscar una vereda que baja hacia la cañada.
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