Por los caminos de la costa de Veracruz
La gran diversidad de ríos, cuencas y lagunas de enormes proporciones, así como manglares, barras territoriales, islas y arrecifes que se extienden a lo largo de toda la costera veracruzana conforman, como las cuerdas de una jarana jarocha, huasteca o de la región de los Tuxtlas, la armonía más completa de los dones de la naturaleza.
Para ser más explícitos, representa uno de los territorios con mayor riqueza en frutos y animales de casi todas las especies, desde toninas y tortugas hasta aves migratorias, que en su ruta rumbo al sur llevan el paso obligado por algún punto del litoral veracruzano. Estas cualidades, junto con los ecosistemas de alta montaña que forma la Sierra Madre Oriental, le han dado a esta región del continente la reconocida fama del «cuerno de la abundancia».
Por increíble que parezca, es una tierra difícil de conquistar, los huracanes penetran desde el Caribe y el norte nos sorprende en una tarde apacible disfrutando los incandescentes rayos del sol que coquetean sobre la arena, donde el viento se pasea de norte a sur por sus extendidas llanuras, llevando anécdotas de piratas y trovadores que nos recuerdan los misterios de la mar. Las principales cuencas hidrográficas marcaron desde un inicio los territorios de las antiguas culturas y con base en esto emprenderemos un largo recorrido de sur a norte.
Ruta olmecaComenzaremos por la ruta Olmeca que se extiende desde la vertiente del río Coatzacoalcos hasta la cuenca del río Papaloapan. Entre las dos cuencas se localiza la región de los Tuxtlas, de origen volcánico y el último reducto de selva alta perenifolia del estado de Veracruz.
Los dos únicos macizos montañosos más cercanos a la costa del golfo se encuentran aquí; el volcán de San Martín y la sierra de Santa Martha. Al pie de ambos surge la laguna costera de Sontecomapan que se alimenta de numerosos ríos y manantiales de agua mineral, formando una extensa red de canales de mangle en dirección al mar. Esta zona que permaneció aislada por mucho tiempo, ahora está comunicada por una carretera asfaltada que se encuentra a unos 20 minutos del pueblo de Catemaco.
En la pequeña población de Sontecomapan, localizada a las orillas de la inmensa laguna, parten dos rutas que bien vale la pena darse el tiempo para disfrutar. La primera es por lancha desde el embarcadero, cruzando un canal, la espesa vegetación de mangle se abre para dar paso a la laguna hasta encontrar una pequeña porción de dunas que forman la barra que lleva el mismo nombre.
La barra de Sontecomapan es un excelente punto para comer, pero no hay más servicios y un día es suficiente para gozar de sus rincones, sin embargo para los aventureros se necesitaría más tiempo para llegar a los arrecifes de «la perla del golfo», ubicada al sur de la barra y cuyo acceso es sólo por mar.
Desde la población ribereña de Sontecomapan comienza una carretera de terracería de fácil acceso con rumbo a Monte Pío. Costeando por espacio de media hora, dejamos atrás la playa abierta del Jicacal, un mirador y el único hotel en todo el camino con vista a una pequeña playa conocida como Playa Escondida.
Por el camino de terracería, nos encontramos en las faldas del volcán de San Martín Tuxtla, una pequeña porción de selva que es una reserva de la UNAM, la cual resguarda la gran riqueza de flora y fauna silvestre originarias de la región. Entre muchas otras especies destacan los tucanes reales, el mono aullador o sarahuato, reptiles y una infinidad de insectos. Y a sólo 15 minutos sobre la misma carretera llegamos a la playa de Monte Pío, hermoso rincón donde se conjugan ríos, selvas y playas; paseos a caballo, modestos servicios de hotel y restaurantes; paisaje de exuberante vegetación, leyendas misteriosas y veredas que nos llevan a poblaciones aisladas y legendarias cascadas. Su playa se extiende por varios kilómetros hasta una formación rocosa llamada Roca Partida, el punto más al norte de la región de los Tuxtlas que, para bien o para mal no existe carretera costera hasta ella, por tanto, una forma de llegar sería a caballo o caminando a lo largo de la costa, o bien, por lancha, que se puede rentar en las cercanías de la desembocadura del río.
Entre el río y el mar se forma una angosta barra muy accesible para acampar y nadar en ambos lados, incursionar río arriba hacia las faldas del volcán y descubrir sus diferentes cascadas y excelentes vistas.
Ruta del sonPara continuar hacia el norte, es necesario regresar a Catemaco y bajar por San Andrés Tuxtla y Santiago. A partir de este punto comienza la extensa llanura de la cuenca del río Papaloapan, una clara división geográfica y cultural donde se encuentran Tlacotalpan, Alvarado y el mismísimo puerto de Veracruz. Es una región cultural definida por su excelente gastronomía y su música, por eso le llamaremos «la ruta del son».
Después de pasar la zona cañera de Angel R. Cabada y Lerdo de Tejada, aparece la desviación que conduce por las orillas del río Papaloapan hasta Tuxtepec, y el primer pueblo ribereño conocido como «la joya del Papaloapan», es Tlacotalpan. Este apelativo se lo han disputado por años el puerto de Alvarado y esta pequeña y romántica población. Sin embargo, la paz y la belleza arquitectónica de Tlacotalpan no la evoca ninguna otra población de la cuenca; es un sitio muy turístico y por ello posee muy buenos servicios al viajero. Caminar por sus calles es un placer visual y es un lugar ideal para descansar; en cambio para el jolgorio y el buen marisco es recomendable regresar por la misma carretera al puerto de Alvarado, donde existen innumerables sitios para saborear un buen coctel de camarones o un delicioso arroz a la tumbada.Nuestro siguiente punto rumbo a la ciudad de Veracruz, es la laguna de Mandinga, de Boca del Río, en dirección a la punta de Antón Lizardo. Esta laguna es el extremo norte de un complejo lagunar formado por seis elementos: la Laguna Larga, Mandinga Grande, Mandinga Chica, y los esteros El Conchal, Horconos y el de Mandinga que desemboca al mar.
La población de Mandinga cuenta con algunos buenos restaurantes y con agradables paseos en lancha que cruzan de la laguna Chica a la laguna Grande, desde donde se puede disfrutar del atardecer en los múltiples islotes, los refugios de aves.
Cuenta con áreas para acampar en las orillas de la laguna, y la zona hotelera se encuentra desde El Conchal hasta Boca del Río.
La llanura de Sotavento se ha quedado al sur de Boca del Río, el municipio más importante del estado de Veracruz por sus servicios hoteleros y restauranteros, además de la famosísima playa de Mocambo y la creciente modernización de sus avenidas que nos conducen, a lo largo de la costa, hasta la zona portuaria de la legendaria ciudad de Veracruz.
Ruta de los piratas: El siguiente punto de interés de nuestro viaje, por las costas veracruzanas es sin duda, la zona recientemente decretada como Reserva arrecifal del centro de Veracruz.
Formada principalmente por la Isla de Sacrificios, la isla de Enmedio, arrecife de Anegadilla de Afuera, arrecife de Anegadilla de Adentro, la isla Verde y Cancuncito, entre otras es una de las reservas arrecífal más importantes del Golfo de México. Este recorrido bien podría llamarse la ruta de los piratas, ya que en sus aguas se dieron batallas históricas y náufragas en la época de la colonia y aun después. Sus arrecifes de corta profundidad son un paraíso para los amantes del buceo en especial la Isla de Enmedio, localizada frente a las costas de Antón Lizardo, donde se puede acampar sin tantas restricciones, pero eso sí, llevando todo lo necesario.
Ruta totonaca: Después de dibujar sirenas y gozar del aislamiento regresamos a tierra firme para introducirnos a la zona donde floreció la civilización totonaca. Esta ruta abarca desde La Antigua hasta las tierras bañadas por el río Tuxpan y la barra de Cazones; límite natural y geográfico entre la región del Totonacapan y la Huasteca veracruzana.
Entre Chachalacas y La Villa Rica la costa se extienden hacia el norte infinidad de dunas que separan el mar salado de pequeñas lagunas; algunas de ellas no tienen salida y permanecen quietas conservando su naturaleza de agua dulce, tal es el caso de la laguna El Farallón, conocida así por un campamento y después fraccionamiento de los trabajadores de la nucleoeléctrica de Laguna Verde, en las cercanías de La Villa Rica de Veracruz.
En este punto geográfico se dividen dos provincias fisiográficas y existe un angosto camino de tercería que sube un peñón conocido como el Cerro de los Metates y al pie se encuentra el cementerio prehispánico más hermoso del mundo totonaco: Quiahuistlan, donde el mundo de los muertos reposa observando la vida y majestuosa vista de la playa de Villa Rica, de la isla el Farallón y de todo lo que hoy es la región de Laguna Verde.
A lo largo de esta ruta hay muchos restaurantes a la orilla de la carretera donde pueden saborearse un riquísimo chipachole de camarón y la clásica salsa de chile seco con totopos y mayonesa. En esta zona se practica el parapente, un tipo de paracaídas que se deja llevar por los vientos, planeando, hasta aterrizar en los médanos.
A unos cuantos kilómetros del Farallón, se localiza la playa de La Villa Rica, donde vale la pena permanecer unos días y explorar sus alrededores: La Piedra, El Turrón, El Morro, Los Muñecos, Punta Delgada, entre otros arrecifes y farallones. Si seguimos hacia el norte, pasamos por Palma Sola, modesta población de pescadores que posee los servicios más indispensables para el viajero.
Por la carretera núm. 180 en dirección a Poza Rica, encontramos otra interesante región con una excelente tradición culinaria que comienza cerca del río Nautla, en cuyo margen se encuentra una población de origen francés llamada San Rafael, ideal para degustar sus quesos y exóticos platillos. El faro, a unos cuantos kilómetros de Nautla rumbo al norte, marca dos carreteras: la que conduce a la Sierra de Misantla y la costera que continúa por la famosa Costa Esmeralda.
Palmeras y acamayas, marisco y mar abierto son las características de la última llanura costera desde Nautla hasta el río Tecolutla, ya que después de atravesar el estero, la carretera se desvía de la costa para seguir por los lomeríos que conducen hasta la ciudad de Poza Rica, punto obligado para transacciones comerciales, talleres mecánicos, etcétera.
Ruta huasteca: La ruta costera de la Huasteca se encuentra comprendida entre dos ríos importantes, el río de Tuxpan al extremo sur y el río Pánuco al norte. El puerto de Tuxpan está bien comunicado y está a unos 30 minutos de la ciudad de Poza Rica. Cuenta con todos los servicios y se recomienda visitar el Museo Histórico de la Amistad México-Cuba (ubicado en Santiago de Peña) y el Museo Arqueológico, situado en el centro de la ciudad, con más de 250 piezas perteneciente a la cultura huasteca.
Desde este puerto de altura, surge una angosta carretera costera hacia la población ribereña de Tamiahua a orillas de la inmensa laguna del mismo nombre. En este escenario, a escasos 40 km de Tuxpan, hay numerosos esteros, barras y canales que conforman una laguna salada de grandes proporciones, con una longitud aproximada de 85 km por 18 km de ancho, la tercera más extensa del país.
Debido a la baja profundidad de la laguna, sus aguas son ideales para la captura de camarón, jaibas, almejas y la cría del ostión.
Si a todo esto sumamos el maraviloso sazón de su cocina, nos queda claro porqué Tamiahua es conocida como la capital de la gula en toda la región norte de Veracruz; ostiones a la pimienta, huatapes, camarones enchipotlados, acompañados de las deliciosas enchiladas de pipián, son tan sólo una parte de su gran variedad.
En esta población hay modestos hoteles y una gran variedad de restaurantes y desde su embarcadero se puede planear un buen recorrido en lancha por las barras y esteros como la Barra de Corazones que conduce hacia el mar o bien hacia la isla de la Pajarera, la de Idolos o a la isla del Toro, en esta última se requiere de un permiso especial de marina para acceder a ella.
Existen otras islas aún más interesantes, pero su expedición requiere de más de un día y con suficiente dotación de víveres. Por ejemplo, la Isla de Lobos, paraíso del buceo, pues surge de una cadena de arrecifes coralinos vivos del subsuelo de Cabo Rojo. Aquí es posible acampar sólo pidiendo permiso y para llegar hasta ella es necesario rentar una lancha con buen motor, con un tiempo aproximado de hora y media desde Tamiahua.
Esta región es una de las zonas menos exploradas del estado y de mayor riqueza marina, pero para visitarla, como en la mayoría de las costas veracruzanas, se recomiendan los meses de marzo hasta agosto, ya que los nortes y el viento frío de los meses de invierno podrían ocasionar una tragedia imposible de describir.
A los habitantes de Veracruz, no les queda otra que disfrutar de su humedad, de su ambiente, de su comida y su paisaje. Ni para qué aburrirse, si en el puerto por las noches hay danzón, en Tlacotalpan fandango, y en Pánuco, Naranjos y Tuxpan un huapango para alegrar el corazón.
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