El pueblo mazahua que venera a su patrono con palomitas de maíz

San Felipe del Progreso es uno de los pueblos mazahuas que aún preservan el uso de palomitas de maíz en sus fiestas patronales.
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Desde hace más de 300 años, cada mes de enero se realizan los preparativos para la fiesta dedicada a Nuestro Padre Jesús en el pueblo de San Felipe del Progreso, en el Estado de México. Durante estos tres siglos la celebración ha permanecido casi igual. La procesión más importante de la fiesta es cuando el nicho con la imagen de Nuestro Padre Jesús sale a peregrinar por las principales calles del pueblo. Del nicho, destacan los adornos realizados con palomitas de maíz. Un ornamento poco común en otras festividades de México.

“Antes los adornos se hacían con la mejor semilla que recogían los mayordomos del campo. Ellos usaban estas semillas para soltar las palomas”, nos dice Lucio Moreno González, mayordomo de la festividad, refiriéndose a las palomitas de maíz usadas para los ornamentos.

A falta de flores, maíz. El uso tradicional de las palomitas
Las comunidades de San Felipe del Progreso, Atlacomulco y San Bartolo Morelos, de donde es originario el maíz palomero toluqueño, comenzaron a ofrendar palomitas en sus celebraciones religiosas porque era lo que tenían a su alcance.
“Lo único que nuestros abuelos tenían a su disposición para ofrendar a dios era el maíz palomero. Anteriormente ellos sacaban las mazorcas de las milpas, reventaban el grano en ollas de barro y lo ofrendaban para agradecer todas las cosechas”, nos comenta Alma Cárdenas Marcelo, miembro de la comunidad mazahua y representante de Tortilla de Maíz Mexicana en su oficina de San Marcos Tlazalpan.

Los adornos que se usan en la fiesta de Nuestro Padre Jesús se preparan con mucho tiempo de anticipación y esmero. Lo primero que se hace es soltar las palomas (reventarlas) en una olla de barro con arena conseguida en los propios campos de maíz. La olla se pone al fuego y las palomas se van agitando con una vara de madera hasta que empiezan a reventar.
Una vez reventadas, cada palomita se ensarta en hilos largos hasta que se consigue un rosario. Con ellos se va formando la estrella, una especie de corona que enmarcará la imagen del santo patrono.
Durante la procesión, pueden verse también cuadros de vírgenes con collares colgando hechos de palomitas de maíz. Cada elemento de la peregrinación tiene por lo menos un adorno pequeño hecho con palomitas.

“Cuando la gente nos viene a visitar también agarramos el collar de paloma y se lo ponemos a la persona como símbolo de compromiso con ella. Como indígenas tenemos esa costumbre”, nos cuenta Manuela Flores Alberto, representante del grupo de mujeres mazahuas en Chotejé, mientras nos enseña cómo se revientan las flores en olla de barro.
Durante las fiestas patronales, las iglesias suelen adornarse con palomitas de maíz, así como las casas. O cuando hay carreras de caballos se acostumbra a hacer un rosario pequeño que se les cuelga en el cuello a los corredores para bendecirlos.
A pesar de la importancia del maíz palomero en las tradiciones, la mayoría del maíz que se usa para todos estos rituales ya no vienen de las parcelas, sino de las tiendas. Solo los adultos mayores de estas comunidades son quienes aún atesoran las variedades únicas de maíz palomero que han heredado de sus padres y abuelos. Son ellos los que aún producen sus propias palomitas para consumo en casa, pero son solo unos cuantos quienes aún los usan para las fiestas.
La situación del maíz palomero en México
De acuerdo con la fundación Tortilla de Maíz Mexicana, más del 90% de las palomitas de maíz que se consumen en México vienen de Estados Unidos. Cada año se importan de 50 a 60 toneladas de palomitas de maíz que son consumidas en cines, estadios o parques de diversiones. Lo anterior, debido a que se ha priorizado la producción a gran escala sobre las cosechas de pequeños productores no solo en esta región, sino en todo el país.

El bajo nivel de producción del maíz palomero toluqueño ha alarmado a organizaciones como la fundación Tortilla de Maíz Mexicana, que ha instalado su oficina en la comunidad otomí de San Marcos Tlazalpan con la finalidad de promover, conservar y rescatar al maíz palomero toluqueño.
Rescatando el maíz palomero toluqueño en peligro
Desde muy niña, Alma Cárdenas supo que su misión era recuperar ese conocimiento y preservar los ejemplares heredados por sus antepasados. Uno de principales trabajos que ella realiza en Tortilla de Maíz Mexicana es ir a recolectar, casa por casa, los maíces en las regiones en donde se ha registrado el uso de adornos con palomitas de maíz.

Recuperar la memoria, volver a transmitir el conocimiento
Mientras estábamos entrevistando a Alma en la oficina de Tortilla de Maíz Mexicana, un campesino entró y se mostró muy curioso al ver las variedades de maíz palomero extendidas en una larga mesa. Ella le explicó que se trataba de una colección de maíz de ese mismo pueblo y que todas producían palomitas. Al ver la cara de incredulidad del campesino, Alma le pidió que escogiera una mazorca de la mesa.

Alma Cárdenas poniendo en una bolsa el maíz palomero antes de reventarlo en el microondas.
—¿Ya oyó cómo empezó a reventar la mazorca?. Le preguntó Alma.
—¡Mire nomás! Increíble, pero cierto. Ni qué aceite ni qué nada. Dijo muy emocionado el campesino.

Son estas características las que han ocasionado que muchos jóvenes campesinos vean a estas mazorcas como poco productivas y, sobre todo, porque al desgranarlas laceran las manos. Por lo tanto, el maíz palomero termina siendo alimento para los animales.

Agradecemos al Ayuntamiento de San Felipe del Progreso y a la fundación Tortilla de Maíz Mexicana por su apoyo para la realización de este reportaje.
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