Centro Cultural Juan Beckmann Gallardo, una razón más para visitar Tequila
El pueblo de Tequila sigue creciendo de la mano del arte y la cultura. ¡Visítalo!
La primera vez que vine a Tequila tuve la sensación de que cambiaría debido al turismo masivo. Años después encontré lo opuesto. De la mano del arte y la cultura, se está transformando en la joya que realmente es.
Mi viaje comenzó en Jose Cuervo Express. Hay una mezcla de nostalgia y de esperanza cuando ves los paisajes de tu país a través de la ventana del tren, porque las vías corren por un México que existe, pero que pocas veces podemos apreciar. Apenas puse un pie en el pueblo, supe que muchas cosas habían cambiado para bien.
El motor de esa transformación está a la vista de todos. A la vista de todos Fundación Beckmann está haciendo una labor social muy poderosa. Además de sostener una escuela de música, que ya ha dado grandes tenores al mundo, y de impulsar la recuperación de artes, oficios y tradiciones locales, este año ha inaugurado el Centro Cultural Juan Beckmann Gallardo.
El motor del Centro Cultural Juan Beckmann Gallardo
Hace mucho que los grandes productores de tequila dejaron de ser mexicanos, me cuentan los locales, casi todos vendieron su empresa a los extranjeros y se fueron.
Sin embargo, la familia Jose Cuervo ha concentrado toda su energía en cultivar su legado y en cumplir la voluntad del abuelo, don Juan Beckmann Gallardo, quien antes de morir le encomendó expresamente a don Juan Beckmann Vidal devolverle a Tequila y a su gente todo lo que la tierra les ha dado durante tantos años.
El origen del Centro Cultural Juan Beckmann Gallardo
Todos los espacios de Mundo Cuervo comparten una estética clásica, pero familiar y acogedora a la vez. Es un estilo inscrito en la memoria colectiva, por eso, en sus espacios podemos reconocer una historia común: ese México que fue construido para durar siglos, para compartir conocimientos, para cultivar el espíritu con la belleza y la delicia de una bebida arraigada en nuestra identidad. Sin embargo, el recién inaugurado Centro Cultural Juan Beckmann Gallardo tiene algo que no tiene ningún edificio en este país.
Para hacerlo realidad, la familia ha hecho mancuerna con el arquitecto mexicano Jorge Loyzaga, una eminencia en diseño y la restauración de edificios clásicos en México y España. El arquitecto Loyzaga comenzó su labor con José Cuervo cuando se planeó la construcción y la decoración del hotel Solar de las Ánimas (2014).
Así, el espíritu de lo clásico no solo se vive en el hotel, sino también en Hacienda El Centenario, la cual luce como una estructura antigua, bajo sus aplanados de cal y detrás del artesonado del salón principal hay un edificio de última generación, apto para eventos y convenciones de primer nivel. En sus jardines, además de hermosos árboles de mango y otras especies, se encuentra una de las colecciones más grandes de esculturas de Leonora Carrington, perteneciente a Mundo Cuervo.
Cultivar la belleza en el Centro Cultural Juan Beckmann Gallardo
Caminar por el nuevo Centro Cultural —inspirado en el Colegio de las Vizcaínas— por sus corredores o bajo su arquería te hace sentir que estás en un lugar donde se comparte conocimiento y se cultiva la belleza.
Aquí la cantera está lisa, recién pulida, con aristas bien definidas e incluso filosas. Lo mismo pasa con las puertas lustrosas, talladas en madera de caoba, los pisos de loza de barro bruñido, las sólidas rejas de hierro forjado y las cenefas pintadas a mano, alegrando con sus brillantes colores la monumental estructura.
Lo más impresionante es que todo fue construido desde cero, centímetro a centímetro, a la usanza clásica y con rescate de oficios antiguos, poniendo en valor el trabajo de maestros yeseros, carpinteros, herreros y canteros traídos de varias partes del país, que a su vez formaron a sus ayudantes locales.
Nos permite vivir en carne propia cómo se veían y se sentían los monumentos históricos cuando eran nuevos. De pronto, somos seres del siglo XXI teniendo sensaciones del siglo XVIII. Esta obra prodigiosa, como ya no se hacen en el mundo, es una verdadera máquina del tiempo.
Y esto, que en sí mismo ya es impresionante, solo es el “estuche” que resguarda otras joyas en su interior. Porque además de ser una obra de reconstrucción histórica, permite albergar exposiciones de gran envergadura con la tecnología necesaria, pues la idea es que en sus salas temporales se exhiban obras de talla mundial.
Recorrido por el Centro Cultural Juan Beckmann Gallardo
El recorrido por el museo inicia con la colección de carruajes, unos más complejos y más curiosos que otros, pero todos en perfecto estado de conservación. La siguiente exposición permanente es sobre el deporte nacional (no, no es el futbol), la charrería.
Si bien tiene algunas piezas prestadas del acervo del Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, la mayoría forma parte de la colección propia. Hay sillas de montar que son auténticas obras de arte, con pitiados muy complejos que alternan motivos vegetales y geométricos, y estribos, remates, espuelas y empuñaduras de plata y de oro.
Están presentes los distintos trajes de charro —de faena, de exhibición y de gala— muchos de ellos bordados con aplicaciones en metales preciosos, llenos de detalles que no solo hablan de la personalidad de sus antiguos dueños, sino que revelan la sensibilidad de esos hombres que, en apariencia, son “bien machos y no se quiebran”.
También se exponen algunos objetos relacionados con este deporte y su tradición, como afiches, cancioneros, esculturas, libros… En fin: más que un simple deporte, lo que nos muestra esta colección es que la charrería está íntimamente ligada a la identidad, la cultura y la historia de Tequila y, por supuesto, de México.
En la planta alta del edificio hay dos salas para exposiciones temporales. La primera, de enorme prestigio nacional e internacional, es la de Grandes Maestros del Arte Popular Mexicano, que gracias a un acuerdo con Fomento Cultural Banamex estará unos meses en este centro cultural. Ver estas piezas que representan el imaginario de todos los rincones de nuestro país es un bálsamo para la mirada.
La otra exposición temporal se encuentra al final de la planta alta. La vocación de esta sala es albergar la obra de un artista contemporáneo mexicano. El actual protagonista de este espacio, y por los próximos meses, es Manuel Felguérez. La muestra es una depurada selección de la obra reciente del maestro zacatecano.
Finalmente, las vitrinas que rodean los pasillos de todo el recinto exponen una enorme colección de caritas de barro prehispánicas. Sonrientes, dolientes, alegres, serias, en éxtasis, con tocados, adornos, peinados, despeinados… Son tantas y tan distintas que probablemente todas las personalidades, las culturas y las zonas arqueológicas de México están ahí representadas.
Uno se va de Tequila, pero sobre todo de Mundo Cuervo, con los ojos llenos de belleza y el corazón hinchado de orgullo. Es impresionante ver lo que se puede lograr cuando una familia está comprometida con la cultura y, sobre todo, practica día a día la gratitud con la tierra y con su gente.
Hoy Tequila me parece un lugar al que quiero llevar a mis amigos de otros lugares del mundo, y un pueblo al que quiero volver cuando necesite reconectarme con el orgullo de haber nacido en México.
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