Guía para un viaje corto a Acapulco - México Desconocido
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Guía para un viaje corto a Acapulco

Guerrero
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© David Paniagua

Sigue estos puntos para un viaje corto a Acapulco y no desperdiciarás ni un minuto. Siempre hay algo nuevo en este destino playero.

Planea un viaje corto a Acapulco

¿Tienes ganas de salir, pero no tienes mucho tiempo? Haz un viaje corto a Acapulco. Aunque pareciera que todos los planes nuevos se agotan en este concurrido lugar que todos amamos, en especial los que vivimos cerca, aquí te demostramos que echando mano de los clásicos no desperdiciarás ni un minuto de dicha acapulqueña.

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1.¿Enamorados y nostálgicos?: directo al Boca Chica

Para empezar este viaje corto a Acapulco vayan directamente por el Maxitúnel hacia el viejo Acapulco por La Costera. Pasarán el bullicio del Centro y de su plaza; la fortificación marítima Fuerte de San Diego (que recuerdan las fortalezas construidas en Francia por el ingeniero francés Sébastien Le Prestre “Vauban”); el siempre flamante Club de Yates hasta llegar a Caleta y Caletilla, donde se asoma el antiguo y abandonado frontón. Ahí parece terminar la serpenteante calle, pero no. Entre pequeñas tiendas, lugareños y perritos playeros está la entrada al mítico Hotel Boca Chica. Te parecerá que entras a un túnel del tiempo: un lobby abierto, celosías, artículos vintage, muebles clásicos tropicalizados de Rietveld y Prouvé (que no se te escape la mesita boomerang central de la entrada) y profusa vegetación. En las habitaciones se buscó atrapar su origen prescindiendo de vidrios en terrazas y como es costumbre de Grupo Habita, tienes lo justo e indispensable para ser feliz: mobiliario retro donde domina la inmaculada cama y a un pie de esta, la regadera circular, integrada genialmente al habitáculo. Amenidades de miel y propóleo, un manejo ingenioso de la iluminación y suites con doble vista (hacia Caletilla y La Roqueta) son la antesala al paraíso. Si lo deseas, puedes ir a desayunar, comer o cenar a su restaurante abierto a la bahía, con suerte y en temporada, puedes ver pasar, no muy lejos de tu mesa, una ballena o un grupo de delfines.

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David Paniagua

2. Senderismo en La Roqueta

La Roqueta es el paseo obligado en este viaje corto a Acapulco. ¿Qué buscarían allí que no tuvieran las bahías o el mar abierto de Acapulco? Primero decidí hurgar en la memoria de mamá, lo cual siempre resulta divertido. Me contestó que ella tampoco sabía para qué se embarcaban… (entre risas), tal vez sería que sus aguas eran más cálidas y tranquilas, tal vez el fondo de cristal de la lancha les hacía gracia, o simplemente era atender al espíritu “aventurero” de papá… La Roqueta hoy ofrece no solo un espacio para las familias que buscan alejarse del bullicio de playas como Caleta y Caletilla, sino para personas que buscan ejercitarse caminando con un cierto grado de dificultad y recibir grandes recompensas, como la espectacular vista que del Pacífico ofrece la cima (134 metros si se sube El Faro, 3 kilómetros recorridos, 6,000 pasos en franca subida) y el propio trayecto que merece especial atención por su tupida vegetación semitropical, entre los que destacan ciruelos, mangos, árbol del Brasil, caobilla, roble, parota, el amatillo y el amate (de larguísimas raíces aéreas que te encantará fotografiar). Sin duda resulta un buen entrenamiento y si vas varias veces, podrás registrar tus tiempos y mejorarlos con constancia. Aunque la humedad casi siempre es alta, el calor se soporta gracias al cobijo de los árboles. No olvides hidratarte constantemente. Si eres de los que no resisten meterte al mar, pregunta por la renta de equipo de buceo o esnórquel y descubre qué hay en el contorno de la isla.

David Paniagua
  • Embárcate en el malecón o muelle del zócalo, en Caleta o Caletilla, o en el Parque La Reina ($130 en lancha compartida o convenir el precio si se quiere navegar en privado).

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3. Éxtasis en el aire: Xtasea

Si eres nuestro seguidor, seguro que ya has probado muchas de las tirolesas que te hemos reseñado, pero esta sin duda es diferente e imperdible en este viaje corto a Acapulco, ya que se trata de la más extensa que se haya hecho en el mundo entero sobre el mar. Esto se traducen en algunos minutos de emoción sin límite. Trata de imaginar el inigualable atardecer de Acapulco por un lado y por el otro, el intenso azul del mar de la bahía de Puerto Marqués bajo tu cuerpo que vuela a 120 kilómetros por hora, a una altura de 100 metros. En total son 1,800 metros que como la película de tu vida, pasa rápido, pero te deja una huella de adrenalina difícil de borrar. Después de tanta intensidad, relájate en el mismo punto de aterrizaje: el restaurante Península, con un coctel o un buen vino.

David Paniagua
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autor Viajera con un amor infinito por México. Lo lleva, literalmente, tatuado en la piel.
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