Vive Tequila a través de sus leyendas
Conoce las historias que envuelven la zona del 'pueblo fantasma' dentro de Tequila, en Jalisco.
Al aceptar contar historias, me puse nerviosa al pensar cuál sería mi primer texto, pero resultó más fácil decidirlo de lo que imaginé ya que, al caminar por el pueblo de Tequila y sentir esa energía que lo caracteriza, recordé mi primer paseo en Tranvía por los lugares más emblemáticos de la zona y las historias que me pusieron la piel de gallina. Fue así que en dos minutos estaba corriendo hacia la Fábrica La Rojeña para abordar el siguiente Tranvía de José Cuervo y sumergirme en las leyendas que guarda la famosa zona abandonada del pueblo de Tequila llamado “El pueblo fantasma”.
Fui afortunada de que mi guía fuera la Presidenta de guías turísticos de Tequila, experta en las historias que yo buscaba. Nos dirigimos a la zona que al día de hoy se encuentra deshabitada; sólo quedan cascajos de haciendas y fábricas abandonadas, escenarios perfectos para la trama de las leyendas que contaré a continuación.
Hacienda de Don Jesús Reyes
La primera parada fue en la Hacienda de Don Jesús Reyes, quien tuvo una hija llamada Anita Martínez, que murió a los 12 años ahogada en el río que cruza por la parte de atrás y lugar donde la gente que vive alrededor dice verla jugando con una pelota y escuchando una cajita de música, precisamente cuando ella aparece. Incluso hay quienes le llevan dulces porque, se dice, si no le das caramelos o juguetes, te acompaña hasta tu casa (nuestra guía hizo un paréntesis para reafirmar que ella es una de las personas que la ha visto).
Al día de hoy esta Hacienda es una fábrica de tequila que opera por temporadas. Aquí se produce tequila artesanal, ya que sus hornos siguen siendo de piedra; al frente tiene una tienda que está abierta para vender este tequila y alguno que otro souvenir para los visitantes.
La fábrica de los monstruos
La Hacienda La Castellana, o mejor conocida como la Fábrica de los monstruos, es una de las más enigmáticas propiedades del lugar y, por supuesto, de las que más leyendas se cuentan. Esta hacienda estilo neoclásica que data del año 1872 tiene una infraestructura de castillo, con una gran extensión de terreno y que con el pasar del tiempo se fue dividiendo después de la Revolución Mexicana. El propietario Cipriano Rosales, Presidente Municipal en turno, compró la propiedad para convertirla en fábrica tequilera; a este señor se le reconocía por ser un hacendado de gran corazón, ya que sólo contrataba a personas que tenían alguna discapacidad o mutilación por la guerra, y por ello, gente cruel e ignorante comenzó a llamar a «la hacienda como la fábrica de los monstruos».
Se asegura que esta fábrica está llena de fantasmas que la cuidan celosamente, incluso se dice que quien se atreva a quedarse una noche en este lugar y rece un rosario se quedará con la hacienda, ya que se encuentra intestada. Los nietos de Don Cipriano, ávidos de quedarse con la propiedad y con la fortuna que, se cree, se encuentra enterrada en el patio central, intentaron pasar una noche ahí, pero con eso bastó para que terminaran en el hospital psiquiátrico de Guadalajara, donde permanecen al día de hoy.
La leyenda también cuenta que Don Cipriano adoptó a un niño de apenas 2 meses que fue abandonado en la puerta de la hacienda. Este niño tenía una deformidad en su columna y la gente del pueblo le llamaba el ‘jorobado de Tequila’, el niño jamás salió de la hacienda y es quien, supuestamente, cuida celosamente de la propiedad.
Los lavaderos
Este lugar sorprende por lo bien conservado que se encuentra; en otras poblaciones de México los lavaderos han sido demolidos o ignorados por las nuevas generaciones.
Éstos fueron elaborados de piedra volcánica y edificados por el Presidente Municipal Don Cipriano Rosales (sí, el propietario de la Hacienda La Castellana), quien los construyó en el año 1918, durante la época del Porfiriato. El objetivo era ofrecer a las mujeres un espacio para lavar en lugar de hacerlo en el río.
Para lavar la ropa existían clases sociales, los primeros lavaderos estaban apartados para los sirvientes de la gente rica, de ahí corría al resto de los lavaderos hasta llegar a los más humildes que ya recibían el agua con jabón y no tan limpia.
A Doña Félix, que desde los 15 años y hasta su muerte a los 85 se dedicó a lavar ajeno, le respetaban su lavadero, pues iba todos los días. Doña Félix era de estatura muy baja y siempre colocaba un ladrillo para alcanzar el lavadero. Todos los días guardaba su ladrillo, ya que el intendente que se encargaba de limpiar los lavaderos, reconocido por su mal humor, se molestaba los días que Doña Félix, debido a su avanzada edad, olvidaba recoger su ladrillo.
Un día, Doña Félix no llegó a lavar y el intendente, molesto al ver que al final del día el ladrillo estaba en el lavadero, lo guardó. Así ocurrió durante varios días, hasta que se enteró que Doña Félix había muerto. Entonces reparó que había sido el espíritu de la mujer quien había puesto puesto el ladrillo ahí todos los días. Así fue como el pávido intendente decidió pegar el ladrillo en su honor y para que Doña Félix descansara en paz.
Algo curioso: si cuentas los lavaderos de izquierda a derecha son 83, pero si los cuentas de derecha a izquierda son 82; se dice que Doña Félix sigue ocupando su lavadero.
Cuando visites estos lavaderos no olvideses tocar el agua para la buena suerte en el amor y la fortuna –yo ya me bañé-.
Tips para el viajero
El Tranvía José Cuervo se reserva en la Recepción de la Fábrica La Rojeña que encuentra justo en la esquina de la calle José Cuervo® con la plaza principal de Tequila. ¡El gran cuervo a la entrada no tiene pérdida!
Costo por persona: Adultos 200 pesos, menores de 12 años 50 pesos.
Dirección: Calle José Cuervo 73, Colonia Centro, 46400, Tequila, Jalisco.
Horarios: Sábados y Domingos 12:30hrs, 14:30hrs y 16:30hrs.
Duración: 1hora y media
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