Xiximes, guerreros de la Comarca Lagunera
En 1963 un grupo de entusiastas excursionistas llevaron a cabo un recorrido por la Comarca Lagunera. El descubrimiento de puntas de flechas muy antiguas y figuras talladas en piedra, diferentes a las exhibidas en museos, los animó a continuar con una búsqueda que ha rendido importante información sobre las culturas prehispánicas de la región.
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Tras recoger decenas de estas piezas y mostrarlas a algunos arqueólogos, supieron que eran vestigios de uno de los grupos indígenas más belicosos y temidos del norte de México: los xiximes. Entusiasmados con el hallazgo e interesados en conocer la historia del citado grupo, los miembros de esta agrupación -integrados ya en el Club de Exploradores Xiximes, A. C., ampliaron sus actividades a Coahuila, Sinaloa y Nayarit, donde reunieron un amplio acervo.
“El raro nombre de xiximes sonaba atractivo y lo adoptamos de la belicosa tribu relacionada con los grupos indígenas de Durango y límites con Sinaloa”, comenta el señor González, “Hemos recorrido -dice- muchas veredas y caminos: el polvo, el sol quemante, la lejanía, la sed y los animales peligrosos, nunca detuvieron nuestro camino, porque siempre la mayor recompensa ha sido encontrar piezas importantes que muestren la historia de la región. Aprovechamos todo el día, pues por las mañanas o tardes, las puntas de flecha brillan con los rayos inclinados del sol”. Asegura que hace como 30 años cada día encontraban hasta cincuenta flechas, pero en la actualidad sólo consiguen dos o seis o máximo diez piezas, porque están muy rebuscadas.
Las primeras expediciones por el desierto se realizaron en los arenales de Seis de Octubre y Charcos de Risa. La idea original era practicar la cacería, pero entre la arena, y como esperando por ellos, encontraron chuzos y conchas. A partir de ese viaje comenzaron a compartir experiencias con otras personas sobre objetos hallados en diferentes partes. Mas el arribo de algunos norteamericanos para cambiar chuzos, puntas de flecha y piezas arqueológica, por ropa y comida a los lugareños -saqueando sin escrúpulo cientos de objetos valiosos- marcó para siempre su actitud expedicionaria. Durante dos años han recorrido los arenales y han encontrado diversas piezas; luego visitaron cuevas en Charcos de Risa, Sierra Margarita y Sierra Tlahualilo, donde han recuperado interesantes objetos hechos de piedra. Según el señor González, la idea final de esta recolección es crear un museo que rescate de alguna manera la pasada existencia de estos grupos indígenas.
Los recorridos incluyen sitios como una cueva mortuoria de 12 m de profundidad, ubicada en el Cañón del Venado, cerca de San Pedro de las Colinas, y que contenía osamentas; la cueva de Buen Abrigo, de 18 m de tiro, encerraba varios cráneos de niño y de mujer, cuchillos de pedernal pegados con una resina negra (chautle) mezclada con ceniza, mezquite y otros vegetales. Una de las cuevas más interesantes, La Candelaria, fue saqueada tiempo atrás; quedaban sólo huaraches, yaguales y cuchillos de piedra. Las cuevas de Pasaje, Durango, contenían finos chuzos y punta de flecha, cuentas de concha y pedernal, donde en un montón de tierra un niño encontró una pequeña piedra labrada con forma de reptil. Otras cuevas tienen tumbas de tiro más profundas -llamadas así por la verticalidad de la excavación- y centros ceremoniales, como lo indican las pipas, cucharas de hueso, tenazas de madera y cuentas blancas de piedra.
En las paredes montañosas y oquedades naturales se detectaron pinturas rupestres y extraños petroglifos. En sitios cercanos como la Sierra del Sarnoso, cerca del pueblo de Dinamita, se encuentra Piedras Encimadas, lugar así nombrado por la gran cantidad de enormes piedras que predominan; y más adelante se descubrieron también coloridas pinturas rupestres y algunos petroglifos.
En los alrededores de la reseca laguna Mayrán habitaron grupos indígenas, según los restos de estructuras y las puntas de flecha y cuentas de caracol encontradas. También, durante los primeros años, hallaron frentea la mencionada laguna restos de animales hoy casi extintos: dos lobos mexicanos en la Sierra de Banderas y un puma cerca de Charcos de Risa. Por otra parte, en casi todas las expediciones no faltan eventos como sufrir alguna tormenta de arena, avistar víboras de cascabel o enormes tarántulas, y disfrutar la presencia de las tímidas liebres orejeras, imprevistos que provocan en todos una carga emocional extra.
LAS TRIBUS DE LA REGIÓN LAGUNERA
Las numerosas piezas rescatadas por los miembros del Club de Exploradores Xiximes y los coleccionistas privados, son clara muestra de que el semiárido norte de México estuvo muy habitado. Según los estudioso las principales tribus eran chichimecas, tepehuanes, irritilas, tobosos, cocoyomes, zacatecos, huachichiles, borrados, conchos, guamares, pames y muchas más, las cuales a veces estaban conformadas por una sola familia; estas tribus, al parecer, tienen su origen étnico en los tepehuanes. Los xiximes, por otra parte, fueron nómadas de habla náhuatl que ocuparon tierras de Durango y límites de Sinaloa; cazaban venado, jabalíes, liebres, guajolotes y otros animales. Eran combatientes feroces, andaban semidesnudos, se pintaban cara y cuerpo de ocre, negro y amarillo, y sobresalían porque tenían la costumbre de usar como adorno colares de caracoles o los huesos mondos de sus enemigos.
Hablar de 29 tribus en la Comarca Lagunera es prueba de los poblados que estuvo la región, pues sus vestigios se han encontrado en cuevas mortuorias diseminadas en toda esta comarca. Con la llegada de los españoles muchos grupos o tribus deponen su resistencia ante los recién llegados, se alían a éstos, y a principios del siglo XVII (1604-1606) los ayudan a combatir a los xiximes. Después de muchas peleas el gobernador de Nueva Vizcaya (hoy Durango) estableció, en territorio habitado por estos feroces indios, una misión religiosa y varias poblaciones como San Gregorio, Chalala, San Pedro y Tecaya. Pocos años más tarde los xiximes se sublevaron: la rebelión fue aplastada, los líderes fueron ejecutados, y los sobrevivientes concentrados en poblados mestizos ubicados entre mezquites, huizaches, nopales y matas de gobernadora, donde -vencidos por una realidad más poderosa que su decisión belicista- terminaron por adoptar el estilo de vida de sus vencedores.
EL MUSEO COMUNITARIO “XIXIMES”, A.C.
Los señores José Ma. González, Manuel Domínguez y Jesús Loza Pérez, miembros iniciales del Club Explotadores Xiximes, A.C., un reto que junto con sus compañeros asumieron para dotar a su natal Gómez Palacio de un sitio donde la comunidad admirara su rico pasado histórico. El espacio que dieron en sus casas a las piezas colectadas durante largos años de exploraciones se saturó con el tiempo, y entonces intentaron donarlas a museos de la región, sin conseguir ubicarlas. Por ello propusieron a la comunidad reunir fondos para establecer un museo especializado con el apoyo también de algunos donativos y del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Logrado el objetivo, rentan un local en el centro de la ciudad y entre todos lo remodelan, pintan, hacen vitrinas, cortan la madera y acondicionan cada rincón. Atrás quedaron 35 años de andanzas, sacrificios y gastos de cada uno de los socios.
“Pasamos años buscando apoyo para crear este museo y no obtuvimos ayuda, finalmente logramos nuestra meta: inaugurar esta galería. Recuerdo que algunas autoridades hasta nos dijeron que no recolectáramos nada porque podría ser problemático para nosotros, ya que son piezas o restos arqueológicos propiedad de la nación…”, comenta tenso el señor González.
El Museo Xixime, integrante del programa de museos comunitarios, inaugurado el 27 de julio de 1996 con apoyo de la Dirección de Culturas Populares, Unidad Regional Durango, hoy es visitado por cientos de niños de primaria y secundaria y turistas foráneos. Su objetivo es rescatar las raíces culturales regionales y exhibir objetos, documentos y piezas que ilustren aspectos de la historia regional de cada época. Son vestigios de los primeros pobladores de Aridoamérica, considerados “chichimecas” y formados por grupos o familias, que sólo dejaron restos de sus manualidades empleadas para subsistir, y no grandes estructuras como las del centro y sur de México.
El museo contiene numerosas puntas de flechas de sílex o pedernal de coloración variada y otras herramientas para la guerra y la caza; utensilios para el hogar, instrumentos para tallar pieles; morteros y molcajetes para moler granos o la tierra coloreada empleada para pintarse en ceremonias, combates, etc.; aperos de labranza parecidos a lo que aún usan los tarahumaras; fotografías de pinturas rupestres y petroglifos que parecen ilustrar aspectos de su vida cotidiana; cráneos y huesos encontrados de diversas cuevas aledañas a la Comarca Lagunera, y también destacan fotografías de la historia reciente.
En algunas vitrinas se exhiben extrañas figurillas de barro y piedra labrada; trozos de textiles y redes pesqueras tejidos con fibras de agaves y palmas; yaguales de zacate de diferentes tamaños, empleados para cargar cosas en la cabeza o como almohada mortuoria; huaraches para niños y adultos hechos de lechuguilla, zacate o palmilla; platos tejidos a base de una palma como la del sotol; trozos y cuentas usadas para adornar cuello, nariz y orejas hechos con gis de pedernal. También se exhiben varias armas y objetos contemporáneos, de principio y mediados de siglo. La institución muestra además, varias serpientes, una tortuga del desierto, cactáceas y algunos arácnidos. Muchas piezas todavía están en casa de socios y personas de la región debido a que el museo está saturado. Esto significa que se necesita un espacio más grande para mostrar tan valiosos objetos.
La sección paleontológica, formada por restos fósiles de animales y plantas, contiene trozos de madera petrificada; la osamenta de grandes mamíferos (como el molar de mamut encontrado cerca de Viesca, Coahuila); restos de trilobites (artrópodos marinos que vivieron hace más de 500 millones de años); amonites extraídos de las orillas de la presa Francisco Zarco; una gigantesca ostra petrificada con más de 50 kg de peso localizada en la presa Agua Puerca; restos de saurios que habitaron la tierra durante los periodos Terciario y Cuaternario; y dientes de tiburón y caracoles fosilizados hace 80 a 150 millones de años, cuando toda la región era fondo del primitivo Mar de Tetis.
Los resultados de la extraordinaria labor de sacar el olvido y defender del saqueo nuestras antiguas culturas, produce muchas satisfacciones, y como dicen el señor González y los demás integrantes de este grupo: “…el objetivo siempre ha sido rescatar todo aquello de origen indígena, pues son parte de nuestro origen, y no debemos permitir que los extranjeros depreden nuestro patrimonio mediante pagos irrisorios a los campesinos”. Por todo ello, los sobrevivientes de este visionario Club todavía recorren el desierto, hoy en compañía de hijos y nietos. Buscan restos ancestrales de culturas casi desconocidas hasta hoy, pues según afirma este miembro del Club Expedicionario “…las arenas del desierto y cuevas de la sierra, ocultan todavía importantes secretos”.
UN DESIERTO CON HISTORIA
Tenemos un desierto hermoso, paisajes preciosos, montañas enigmáticas, único en el mundo, con una riqueza hasta ahora poco conocida por el hombre, donde el ulular del viento nos transmite la paz interna que rezuma tan singular geografía. Desierto lleno de residuos de aerolitos, de fragmentos espaciales que cruzan el espacio y terminan su viaje en estas tierras. Sitio que encierra los enigmas de imaginarnos las costas de la gran península de Coahuila y la magnitud del mar de Tetis.
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