Zacoalco de Torres, la tierra de los equipales
A unos 50 minutos al sur de Guadalajara, por la carretera rumbo a Ciudad Guzmán, se encuentra el pueblo de Zacoalco, en la ribera sur del lago de Atotonilco, en un valle rodeado por montes con mucha vegetación. Este pueblo es famoso porque es ahí en donde se fabrican los equipales.
En lo alto de un cerro cercano hay un hermoso templo que guarda a los habitantes del lugar; desde ahí, cualquier visitante puede disfrutar de una vista panorámica en la que podrá apreciar toda la extensión, las casas y las calles de este pintoresco poblado y su armonía con la naturaleza. En Zacoalco, más de 300 familias fabrican equipales, antiguos asientos prehispánicos hechos de madera y piel. La palabra equipal deriva del náhuatlicpalli,que significa asiento, pero la historia describe que eran objetos suntuarios, testimonio de diferentes estatus sociales; es decir, que eran los asientos de la gente más importante. Por ejemplo, dicen que Moctezuma tenía su equipal, que mandó traer de Zacoalco, y que también los dioses y los chamanes se sentaban en ellos.
Por consiguiente, era un asiento de poder, y es justo entonces que Pedro Páramo, creación del escritor jaliscense, Juan Rulfo, tuviera el suyo. El equipal clásico está hecho con materiales de la región. Los lugareños saben cuándo hay buenas y malas temporadas para cortar la madera en el cerro: «Es mejor cortarla en una llena -dicen- cuando la savia está lista en la planta. Así la madera dura más, pero si se corta en la luna tierna, la polilla puede perjudicar todo». La madera «palo dulce» se utiliza para el fondo y para el armazón del equipal, en cambio las estacas están formadas de «posa panal», madera que tiene una fibra hermosa. La elaboración de equipales requiere de una habilidad especial, ya que todos los elementos de madera están tallados con machete curvado o cazanga. Es impresionante ver al artesano fabricando las estacas con esta herramienta; en cada corte van emergiendo los colores contrastados de la madera.
El armazón que sostiene el equipal y el que da forma el amplio respaldo están unidos con ixtle, un tipo de fibra vegetal que sacan del maguey. También tejen con esta fibra la parte que corresponde al asiento. El procedimiento para preparar e hilar el ixtle lo aprendieron de sus antepasados: se extrae con cazanga, se lava, se seca y se hila por una tarabilla. Sobre la fibra de maguey ponen el carrizo, luego, encima de todo, ponen el cuero, típicamente de cerdo. Para mucha gente, esta piel es la preferida porque tiene agujeros, que permite que el aire circule.
Un equipal de cuero puede durar veinte años o a veces más. Como otras actividades artesanales del país, la manufactura de equipales es una tradición familiar que ha sido transmitida de padres a hijos desde hace muchos años. Esta forma de aprendizaje ha permitido que los miembros de una familia se mantengan unidos porque trabajan en un mismo taller. En Zacoalco, los talleres no son la excepción, también son familiares; el padre, sus hijos, y los hijos de los hijos trabajan juntos. -«A mí, me enseñó mi papá» dice Andrés Cantor Tinta, viejo artesano que inició a sus hijos en este arte. «Ellos son la nueva reforma», comenta con una risita afectuosa, señalando a los nietos. «Unos mueren y otros vienen», pero a través de las generaciones el arte, la ciencia y la cultura permanecen en el tiempo.
La producción de equipales en este pueblo ha estado sujeta a un proceso de cambio debido a las exigencias de la sociedad actual; por ello, los artesanos de Zacoalco, sin abandonar la hechura original, han empezado a crear nuevos y variados modelos en los que sustituyen el cuero por telas de diferentes texturas y colores.
En este sentido, los equipaleros están dispuestos a fabricar muebles rústicos al gusto de sus clientes: chicos, grandes; con varas, carrizo, cuero o tela, de manera que combinen con cualquier estilo de sala o recámara. Esta diversidad de acabados les ha dado fama y prestigio, por eso los equipales de Zacoalco son tan apreciados por propios y extraños. Los equipales son muebles cómodos y económicos que dan un toque rústico a nuestras casas, pero al mismo tiempo son manifestaciones de una herencia cultural. La leyenda dice que Hueman, un chamán azteca, enseñó la técnica equipalera de los dioses a los pobladores de Zacoalco. Los equipales son el símbolo de un pasado mítico, de la historia de un pueblo, de un patrimonio.
Además de conservar este pasado histórico y más allá de su valor cultural y artístico, la fabricación de equipales representan una importante fuente de ingresos, sobre todo a nivel local, de muchas familias de este pueblo que viven gracias a la producción artesanal. El El barrio llamado Las Cebollas ha conservado la tradición equipalera porque, según cuentan, sus habitantes aún tienen sangre indígena; sin embargo, se encuentran talleres por todas partes del pueblo, y cada uno de ellos, muestra un buen nivel de imaginación y creatividad en sus productos. Si visitas Zacoalco, tal vez regreses a casa con un nuevo equipal, en el que podrás sentirte -como un Moctezuma- en tu propio trono, eminente y cómodo.
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