3 cascadas inexploradas en Chiapas
En Chiapas aún quedan cascadas inexploradas, te compartimos tres que descubrimos en el cauce del río San Vicente, cerca de Tzimol.
Las cascadas inexploradas de Chiapas
Nos abrimos paso hacia el río San Vicente, que forma en su camino tres cascadas inexploradas cerca de la pequeña población de Tzimol, en Chiapas. Es necesario caminar a contraflujo junto a las aguas azul turquesa, sobre raíces de sabinos gigantes, en un estrecho sendero bordeado de musgos y helechos. Debes tener precaución porque todo es resbaloso. Entre más te acercas, el sonido de la cascada se hace más potente, y las pozas más profundas ‒lo sabemos por la intensidad del color turquesa.
Encontrarás la primera de estas tres cascadas inexploradas o “tzimoleras” de frente, cayendo con fuerza. ¡Es hora de saltar! Así empieza la aventura de caer y flotar en las aguas frescas y limpias del río. Si continuas caminando por la orilla del río, volverás a escuchar el estruendo de otra de las cascadas inexploradas y sabrás que estás cerca de la segunda tzimolera, pero no podrás verla todavía. Si vas en grupo, deberán tomarse de las manos, formando una fila horizontal, y caminar un par de pasos con el agua hasta las rodillas y los ojos cerrados.
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Cuando les pidan que los vuelvan a abrir, estarán a un paso del vacío: las aguas, poderosas, se apresurarán entre sus pies para caer 45 metros hacia abajo. Desde allí admirarán a las golondrinas que vuelan en círculos hasta desaparecer dentro de la cueva detrás de la cascada. Después volverás ya con ropa seca en el área de campamento, entre hamacas de colores, podrás ver cómo el equipo de Las 3 Tzimoleras (Ángel y su primo Adrián, Eric y Juanito “el fuerte”, camionero de profesión pero expedicionario por azares del destino) cocinan hábilmente en un horno de barro rodajas de betabel y calabazas al carbón; también preparan guacamole y tostadas. No te pierdas el pozol y el chocolate de agua.
Ya por la noche, si decides quedarte a acampar, escucharás como el potente zumbido de las chicharras se mezcla con el rugido incesante de la cascada, haciendo un manto perfecto para soñar a pierna suelta bajo las estrellas. Si hay pocas nubes, significa que dormirás seco dentro de las tienda de campaña. Al día siguiente, levántate temprano y camina por el sendero escarpado, te puedes sostener de las pequeñas estacas de madera que Ángel y su equipo han puesto entre palmas y helechos, que junto con el vestidor de ramas y el baño seco que hay en el campamento, es lo único que perturba la armonía perfecta de la naturaleza.
Después de escalar una pequeña cueva de piedra, saldrás del otro lado, y llegarás al primer salto del día, que es un poco técnico porque hay que tomar vuelo, correr tres pasos sobre una roca redonda y saltar lejos hacia el agua. Ángel brinca primero para mostrarte la técnica: no cabe duda que ha jugado en estas cascadas desde que tenía nueve años. No tengas miedo, seguro lograrás buenos saltos. Después de eso aparecerá frente a ti la tercera tzimolera, precedida por una inmensa poza color turquesa.
Tienes que cruzar nadando la profunda poza, sorteando el oleaje constante que produce la caída de agua. Alcanzarás la cueva detrás de la cascada y, encaramado en las rocas, podrás beber el agua fresquísima que brota de una de ellas, hasta llegar al punto donde los musgos cubren totalmente las piedras, pues el agua los moja 24 horas al día, durante todo el año, aun en temporada de secas…
Hay una roca que se alza casi debajo de la caída de agua, ahí podrás sentarte y descansar, sentir de lleno la brisa y recordar que estás vivo, y que el cuerpo es tu única trinchera y tu ensenada personal. Si miras hacia arriba, a muchos metros verás el punto exacto donde brota la cascada con su fuerza imparable. Es impresionante la resistencia permanente entre rocas y agua, musgos y humedad, naturaleza y hombre.
La pendiente de regreso es intensa, pero se siente una gran felicidad mientras escalas la colina lodosa. Las cascadas inexploradas de Tzimol son una especie de parque acuático sin colores estridentes ni materiales invasivos ni ruidos disonantes ni miradores ni estacionamientos… Este es un proyecto de profundo respeto al agua, a las especies que aquí habitan, y al poder mismo de las cascadas inexploradas. La selva enseña que se necesita poco.
Para visitar las cascadas inexploradas toma en cuenta
Busca en el pueblo de Tzimol a doña Mary, una tejedora de petates que a sus 86 años sigue trabajando. La técnica que utiliza la aprendió de su abuela cuando tenía 11 años. Vale la pena llevarse a casa algo de lo que con paciencia ella elabora.
- ¿Cómo llegar?
Las 3 Tzimoleras está a 11 kilómetros por una brecha desde Tzimol, Chiapas (que a su vez está a 12 kilómetros de Comitán). Todos los recorridos incluyen transporte en un vehículo 4×4 desde Tzimol, así que no intentes llegar a las cascadas por tu cuenta. Es importante notar que en temporada de lluvias las pozas pierden su tono turquesa, por lo que lo ideal es ir de diciembre a mayo. - ¿Dónde dormir?
Hotel Canto del Agua, a las afueras de Tzimol
cantodelagua.mx - ¿Qué empacar?
Lo más importante es viajar ligero, pues todo lo que lleves al campamento lo tendrás que cargar de ida y vuelta hasta el 4×4. Es indispensable llevar zapatos de agua (antiderrapantes) y traje de baño o ropa que se pueda mojar (como camiseta de protección solar, por ejemplo),
un cambio de ropa adicional para cada día de excursión y unos tenis extra. También lleva repelente, linterna, agua suficiente y bloqueador biodegradable. El staff te dará tienda de campaña y bolsa de dormir. - ¿Qué visitar?
Pídele al staff de las 3 Tzimoleras que te lleve a conocer el Ojo de Agua de Tzimol, donde el agua brota bajo el cerro dando vida al río San Vicente, que alimenta a su paso Las 3 Tzimoleras y, más abajo, las cascadas de El Chiflón. - ¿Quién te lleva?
[email protected]
WhatsApp: 963 565 1353.
tzimol.com
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