El Adolescente de Tamuín: la maravilla escultórica de los huastecos
Una de las piezas más sobresalientes de la sala Culturas de la Costa Golfo en el Museo de Antropología, es sin duda la del Adolescente de Tamuín. Su excepcional elocuencia plástica la hacen una escultura única y sin duda la principal obra tallada por los antiguos huastecos.
Sin duda alguna, las antiguas culturas mesoamericanas desarrollaron una excepcional destreza en la elaboración de efigies, utilizando diferentes técnicas y materiales para hacerlo. Cada pueblo aplicó elementos visuales propios en la representación de su sociedad, la guerra, su vida cotidiana o sus dioses. Dentro de este gran marco, la escultura huasteca destaca por su apropiación del cuerpo humano como espacio simbólico. El testimonio más elocuente de esto es la famosa escultura de el Adolescente de Tamuín.
Descubrimiento del El Adolescente de Tamuín
La escultura fue descubierta por Walter Staub en la zona arqueológica de Tamohi, en el municipio de Tamuín, San Luis Potosí, en la región de la Huasteca Potosina en el año de 1917. La pieza fue localizada en la parte superior de un enorme basamento de dos cuerpos conocido como Estructura Oeste.
Así mismo, en la zona del Río Tamuín se produjeron los hallazgos de las más extraordinarias esculturas de toda la huasteca prehispánica. Además de Tamohi, se han encontrado efigies en El Consuelo, Tamlomok, Tamtok, Tancuayalab, Tanquián y Ciudad Valles, por mencionar algunos ejemplos.
Para los antiguos huastecos, que se asentaron en pequeñas ciudades-estado alrededor de sus centros cívico-religiosos, la escultura antropomorfa fue parte esencial de su existencia, teniendo por ello un estilo que muestra fuertes vínculos con las fuerzas generativas de la naturaleza. De ahí la abundancia de efigies encontradas en las excavaciones arqueológicas de esta región.
Descripción de la escultura
Tallada en piedra arenisca alrededor de los años 900 a 1250 d.C., la escultura del Adolescente de Tamuín mide 1 metro con 45 centímetros de altura. El personaje fue esculpido con una delicada destreza. Representa a un individuo joven masculino, erguido, desnudo, con la deformación craneana típica de los huastecos. Sus dientes superiores están limados y en los lóbulos de las orejas tiene granes orificios para portar orejeras. También se pueden ver los restos de lo que fue su tabique nasal perforado para llevar una nariguera.
Su cuerpo está tatuado sobre toda la cara anterior de la pierna derecha, incluyendo la mitad del busto hasta el brazo, que está flexionado. La cara posterior de esta pierna presenta también tatuajes, así como sus hombros, los dos antebrazos, las muñecas, el cuello y toda la parte frontal de la cabeza hasta las orejas.
Los motivos de los tatuajes corresponden sobre todo a la mazorca y el chalchíhuitl (la piedra preciosa de reflejos verdes como el agua, símbolo de la fertilidad indispensable para el cultivo del maíz). También hay signos relacionados con la serpiente de agua y el culto a Ehécatl-Quetzalcóatl.
Su desnudez lo caracteriza como una figura divina, ya que este es el principal rasgo de las deidades huastecas. Lleva la mano derecha cerrada sobre el pecho, formando un hueco en actitud de sostener algo. Por ello se cree que la función de la pieza fue como portaestandarte. En la parte posterior, colgando de una banda, lleva a cuestas a otro personaje más pequeño, quizás un niño de tierna edad, el cual lleva la cabeza volteando hacia arriba. También presenta deformación craneal y grandes orejeras.
La desnudez del Adolescente de Tamuín y lo sagrado
La escultura es un importante testimonio no solo arqueológico, sino también histórico sobre los antiguos huastecos. Fray Bernardino de Sahagún escribió en el siglo XVI que este pueblo mesoamericano andaba desnudo por el calor que hacía en la región. El erudito franciscano también relató que los huastecos no consideraban la lujuria como una falta moral. Al contrario, parecer ser que la actividad sexual entre este pueblo también cumplía una función sagrada: la sexualidad cosmológica. Ésta era propiciada durante ritos ceremoniales de carácter carnal que emulaban la siembra, a fin de tener una buena cosecha.
Esta efigie al estar desnuda, no solo refleja una realidad cotidiana de los antiguos huastecos, sino también podría estar relacionada con la fertilidad de la tierra. Algunos investigadores han propuesto que la figura en su conjunto representa al dios Quetzalcóatl que carga al Sol en su espalda. Otros estudiosos lo han interpretado como Cipak, la joven deidad del maíz que carga a su padre para introducirlo a la civilización.
Actualmente, la escultura de el Adolescente de Tamuín se exhibe en la sala Culturas de la Costa del Golfo del Museo Nacional de Antropología, en la Ciudad de México.
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