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El Festival de las Ánimas en Mérida, Yucatán celebra su edición número trece y uno de los atractivos principales son los altares de Día de Muertos, parte importantísima de la fiesta de Hanal Pixán: la comida de las ánimas.
En las calles se respira el olor a pib, incienso y cempasúchil.
Los yucatecos comienzan con el ritual del altar de Día de Muertos o Hanal Pixán, nombre de la celebración maya en honor a los difuntos.
Además de bailes típicos como la Vaquería de las Ánimas, visitas en bicicleta por antiguas haciendas embrujadas y recorridos virtuales por el Paseo de las Ánimas, la gente celebra el Hanal Pixán en casa, recordando a sus seres queridos.
Tradicionalmente el altar de Día de Muertos se pone del 25 de octubre al 3 de noviembre.
El 28 de octubre es el día en que se honra a quienes fallecieron trágicamente, el 30 y 31 es para los niños que murieron sin haber sido bautizados, el 1 de noviembre es el Día de Todos los Santos para niños en general y el 2 es el Día de los Muertos, en el que rendimos ofrenda a todos nuestros difuntos.
La creencia dicta que en esas fechas las ánimas tienen permiso para salir del Mictlán, el Xibalbá en Yucatán, al cuál se puede acceder por los cenotes de la región pero que tiene prohibida la entrada para los mortales.
En tiempos recientes se festeja el 27 de octubre como el día para honrar a las mascotas que se nos adelantaron en el camino.
El altar de muertos tiene pequeñas modificaciones dependiendo de las costumbres y tradiciones del lugar en el que estés.
Aquí están los elementos básicos que no pueden faltar en tu altar:
El cempasúchil es la flor representativa del Día de Muertos, florece en muy pocos lugares del mundo y en México su nacimiento se da en fechas de finados.
La flor de cempasúchil es considerada como un símbolo y puente entre la vida y la muerte.
Su color amarillo representa al sol y con ella forman un camino entre el altar y la puerta principal de la casa, para que las ánimas puedan llegar con bien a disfrutar de su ofrenda.
En la época prehispánica se utilizaban rajas de ocote para prender el fuego, elemento fundamental en un altar de muertos.
Nuestros antepasados prendían fuego y lo conservaban en el copal, resina del árbol Copalquáhuitl, originario de México.
El incienso es parte del ritual cristiano y su función es la de purificar el ambiente y trazar el camino para las almas que llegan del otro mundo.
El agua es fuente de vida, los mayas creían que se podía acceder al Xibalbá a través de los cenotes, grandes ríos subterráneos interconectados entre sí que atraviesan toda la península yucateca.
En los altares de Día de Muertos, el agua representa la vida y es parte del camino que nuestros difuntos deben seguir para llegar a casa, además de calmar su sed.
La sal es un elemento que sirve para purificar tanto el altar de muertos como las almas de quienes nos visitan.
En Yucatán, el altar de 3 niveles es tradición y representa el inframundo.
El primer nivel representa el cielo, el segundo la tierra y el tercero el purgatorio.
Primer nivel: Aquí se colocan las imágenes y los elementos religiosos para santificar el altar, en representación del cielo católico.
Segundo nivel: Este nivel está dedicado a la salvación de las almas del purgatorio. Aquí se pone la imágen religiosa de las almas del purgatorio, un vaso de agua para calmar su sed y un espejo que sirve para que las ánimas se vean y recuerden que están muertos, evitando que se queden atrapadas en el mundo terrenal.
Tercer nivel: En este nivel se coloca la sal y el incienso para purificar el ambiente y que las almas de nuestros seres queridos no se corrompan al visitar el mundo de los vivos.
Según los registros de frailes y exploradores españoles, en el México precolombino la ofrenda de Día de Muertos consistía en sacrificios humanos y prácticas que cambiaron al darse el mestizaje, la fusión entre el pueblo indígena con los colonos de España.
Tradición de nuestros ancestros que fusionaron con las costumbres españolas, en la cima tiene una bola que representa la cabeza del difunto. A los lados tiene cuatro adornos que representan los huesos.
Para acompañar el pan y como bebida tradicional, el chocolate se coloca especialmente para las almas de los niños.
En Yucatán, se prepara el pib o mucbipollo: platillo tradicional de Hanal Pixán.
El pib o mucbipollo es una especie de tamal con pollo, puerco y espolón. Se cocina enterrado en huecos que los yucatecos hacen en sus patios o en hornos y se calienta con piedras y el calor de la tierra.
Entre los elementos de la ofrenda también están las pertenencias de los difuntos y sus platillos favoritos.
Los rituales prehispánicos en Yucatán eran ofrendas de los vivos para el mundo de los muertos y sus dioses, consiguiendo su favor y celebrando que los difuntos regresan del Xibalbá, lugar de descanso eterno maya.
En tiempos modernos, El altar de muertos celebra la vida de nuestros seres queridos. Se les recuerda con amor y cada familia hace distintos rituales religiosos para pedir por las almas de sus familiares.
Los altares son una muestra de amor que deja clara una cosa: en México, la muerte es solo el inicio de un nuevo viaje.
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