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Arte y Artesanías

Juana Gómez Ramírez, la célebre hacedora de jaguares de Amatenango

Chiapas
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© Astrid Rodríguez

Juana Gómez Ramírez hace artesanías inspirada en la forma del jaguar y con este arte ha llegado a ser una de las grandes maestras mexicanas.

“¿Para qué estás haciendo jaguares si no se van a vender? ” —le dijo un día su madre a Juana— “Solo estás perdiendo el tiempo, ¡mejor rómpelos y haz macetas!”. Pero la pequeña Juana siguió reproduciendo la imagen felina que le habían inspirado sus libros de texto y hoy se ha convertido en una célebre artesana.

Los éxitos de Juana Gómez Ramírez, artesana de Amatenango

Sus piezas se han exhibido en Estados Unidos, Inglaterra, Bélgica, España y Australia, y en 2013 fue reconocida por la Fondo Cultural Banamex como una de las grandes artesanas del país. Su obra forma parte del libro Grandes Maestros del Arte Popular Iberoamérica, editado por la Fundación Cultural Banamex.

Astrid Rodríguez

Juana Gómez Ramírez es una artesana tzeltal de Amatenango del Valle, un pueblo que se encuentra a mitad de camino entre San Cristóbal de las Casas y Comitán, famoso por la destreza de sus artesanas que elaboran ollas, cántaros, macetas y pequeñas figuras de animales, muchos de ellos ajenos a este lugar.

Una especie de zoológico surrealista. Esta es una labor casi exclusiva de las mujeres, casi, porque Alberto Bautista Gómez es la excepción.

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Astrid Rodríguez

El oficio de ser artesana

En Amatenango el conocimiento del manejo del barro se trasmite de generación en generación.

A Juana, su madre Feliciana Ramírez Gómez le enseñó desde pequeña el oficio de la alfarería: ollas, chimeneas y macetas en forma de paloma brotaban de su trabajo e imaginación. Pero fue más allá y a los doce años realizó su primer jaguar.

“Este hermoso animal es un Dios en la cultura maya. Para nuestros antepasados el jaguar blanco representaba al día y el negro a la noche. Era el que los cuidaba. Por eso los hago y siento su energía cada que trabajo sus formas entre mis manos. Nunca he visto un jaguar vivo, solo en mi imaginación o en los libros. Por eso todas mis piezas son diferentes”.

Astrid Rodríguez

El proceso de creación de los jaguares de Amatenango

Para crear un jaguar, primero se amasa el barro combinándolo con la arena con el agua, lo cual se lleva alrededor de ocho horas.

Se empieza a moldear la figura, iniciando siempre por las patas, continuando con el cuerpo hasta llegar a la cabeza. Después se hace el bruñido con piedra de río y lija, y se pinta combinando tintes naturales y pintura vinílica.

El felino deidad también aparece en otros objetos, como las ollas de la alfarería tradicional de la comunidad, en donde Juana añade rostros de jaguares combinados con flores de girasol.

Astrid Rodríguez

Como si fuera parte de un encantamiento mágico, va delineando la figura del jaguar sin un molde. Su destreza y su imaginación es lo que le da vida al felino.

Una vez concluida la pieza, se limpia y se afina con un cuchillo o una cuchara especial para quitar las imperfecciones.

Después se pule con una piedra caliente de río para darle la tersura final. A esta técnica se le conoce como el bruñido, que puede durar, dependiendo de la pieza, de dos a tres días.

El cocimiento de las piezas

El cocimiento de las piezas se da de manera tradicional, a cielo abierto. Se colocan a ras del suelo, sobre la tierra, y se ponen piedras sobre ellas para después cubrirlas con leña, que es encendida con ocote. Así permanece quemándose medio día. Esta es la tradición prehispánica de cocer el barro.

Los jaguares de Juana parecen reales a pesar de su condición de barro. Es por ello que su fama ha ido mucho más allá de esta pequeña población de los Altos de Chiapas.

A diferencia de cuando era niña y tenía que acompañar a su madre llevando sobre su espalda la mercancía para venderla en Comitán, San Cristóbal de las Casas, Teopisca y Villa Flores, ahora recibe en su casa a los compradores que acuden de todas partes.

Ella no tiene un local a orillas de la carretera como la gran mayoría de las artesanas. Su casa y taller se encuentra al final de una vereda, en el sentido opuesto a la plaza del pueblo.

¿Por qué hacer poderosos felinos en vez de seguir con la tradición alfarera de ollas y macetas con formas de paloma? Esto solo lo sabe Juana, una hacedora de jaguares.

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autor Fotógrafa. Colaboradora y #ViajeraExpertaMD.
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