Las cihuateteo totonacas, mujeres divinizadas al morir en el parto
¡Estas figuras míticas son el verdadero origen de la Llorona! Su tarea en el inframundo era semejante a la de los guerreros que sucumbían en la batalla o en la piedra de sacrificio.
Mesoamérica fue un crisol de pueblos, los cuales compartieron a lo largo de siglos una cosmovisión que fue creciendo gracias a diversos intercambios culturales y lingüísticos. Dentro de las creencias y prácticas religiosas de este mundo, fueron de vital importancia los ritos relacionados con la muerte. Particularmente, en el centro del estado de Veracruz, se han encontrado restos de ofrendas fúnebres, pertenecientes a los totonacas. Un elemento común de todas ellas es la presencia de una figura que estremece por su potencia plástica: las cihuateteo.
¿Quiénes eran las cihuateteo?
De acuerdo a las creencias del mundo prehispánico, las cihuateteo eran las mujeres muertas en su primer parto, las cuales eran divinizadas. Su nombre pertenece a la lengua nahua y está compuesto por las palabras cihuatl (mujer) y teteo (dioses). Es decir, «mujeres diosas».
Precisamente, la estima que se tenía por estas difuntas, derivaba de su lucha en la labor de parto. Al morir se tornaban divinas, porque ascendían a otro plano en el Universo. Ellas iban al Cincalco, “casa del maíz”, o al Cihuatlampa, “región de las mujeres”, junto con las que morían en la guerra o eran sacrificadas a las divinidades de la vegetación. Su tarea en esa región del inframundo era semejante a la de los guerreros que sucumbían en la batalla o en la piedra de sacrificio. Si ellos acompañaban al Sol en su trayecto desde el amanecer hasta el cenit, las cihuateteo tomaban el relevo para escoltarlo en su descenso desde el medio día hasta el ocaso.
Las cihuateteo como símbolo de bravura guerrera y como espectro
Entre los mexicas, las cihuateteo adquirieron una relevancia particular. Huitzilopochtli, patrono de los tenochcas, era el Joven Sol de la Guerra, por lo que morir en combate o dando luz, otorgaba un honor como ningún otro. Los guerreros y las mujeres muertas en el parto acompañarían al Sol en su nadir y en su cenit, en forma de colibrís. Además, la fuerza y vitalidad de las cihuateteo en su muerte, animaba a los mexicas en la guerra. Era tanta esta admiración, que inclusive los guerreros llegaban a desenterrarlas para llevarse su dedo medio de la mano izquierda y su cabello. Eran usados como amuletos de protección en batalla. Por ello, el viudo y la familia de la difunta debían vigilar su tumba para evitar estas profanaciones.
También los mexicas y otros pueblos nahuas creían que la regidora de las cihuateteo era la diosa Cihuacóatl. Ella se encargaba de recoger las almas de los difuntos. Por ello, a estas muertas se les consideraba como mensajeras del Mictlán. Se decía que se manifestaban como espectros en los cruces de caminos, llorando por sus hijos. Apariciones de ellas en el reinado del tlatoani Moctezuma Xocoyotzin fueron tomadas como presagios funestos de lo que sería la caída de Mexico-Tenochtitlan. Finalmente, estas figuras míticas darían origen a la leyenda de la Llorona, en el periodo novohispano.
El origen de las cihuateteo: Veracruz
Si bien, las cihuateteo son ampliamente conocidas por su presencia en el mundo de habla náhuatl del periodo Posclásico Tardío (1200-1521 d.C.), su origen parece estar siglos atrás, en el periodo Clásico (200-900 d.C.), en los pueblos del centro de Veracruz.
La difusión del culto a estas mujeres muertas se debe, muy probablemente, al intercambio que tuvieron los pueblos de la costa del Golfo de México con los teotihuacanos, quienes alrededor de los años 400 y 700 d.C., establecieron un enclave comercial en tierras veracruzanas. De esta forma, las cihuateteo adquirieron presencia en otros contextos de Mesoamérica, así como cierta influencia estética de la Ciudad de los Dioses.
Las cihuateteo en conjuntos fúnebres
Otro elemento que patenta el origen de las cihuateteo en tierras del actual Veracruz, se encuentra en los trabajos arqueológicos realizados en su región central. Allí destacan dos sitios en particular, El Zapotal (en el municipio de Ignacio de la Llave) y El Cocuite (municipio de Tlalixcoyan).
Ambos sitios son conjuntos fúnebres, construidos casi con seguridad por los totonacas, uno de los pueblos de aquella región. En el Zapotal, el sitio arqueológico (datado entre los años 300 y 600 d.C.) está compuesto por dos centenares de entierros relacionados con el dios Mictlantecuhtli, señor de la muerte y el inframundo, así como algunas estructuras. En el lugar se encontró un complejo funerario, presidido por una majestuosa pieza de barro crudo, la cual representa a la deidad de los muertos. Pero no sólo eso; acompañándolo, se desenterraron figurillas de barro, entre las que destacaban las llamadas «Caritas Sonrientes», así como un conjunto de mujeres con el torso desnudo, que indudablemente son las cihuateteo.
Por otro lado, en El Cocuite (cuya estimación temporal lo ubica alrededor de los años 600-800 d.C.) se encontró una figura en barro y policromada de otra cihuateteo, además de muchos objetos relacionados también a un conjunto funerario. Teniendo en cuenta lo hallado en El Zapotal, se estima que en este sitio se pudieran ocultar aún más ofrendas similares, con esculturas de estas difuntas divinizadas.
Descripción y contexto de las cihuateteo de Veracruz
La esculturas en barro que representan a las cihuateteo en El Zapotal como en El Cocuite, gozan de una expresividad escultórica única. La colores que conservan en su superficie de barro, dan testimonio de la maestría con las que fueron hechas.
Las figuras son de mujeres, ricamente ataviadas de pies a cabeza, con el torso desnudo. Destaca que todas ellas están de pie, con los ojos cerrados y la boca abierta, indicando que su espíritu ha dejado el mundo terreno. El atuendo que llevan consiste en un enredo, que en caso de la escultura de El Cocuite es blanco y muestra un círculo rojo que quizá represente al Sol. Dicho ropaje está sostenido por un cinturón de caracoles, y por encima va anudada una cuerda. Portan en sus cabezas ricos tocados.
Las cihuateteo de El Zapotal, además de llevar lo anterior, portan un cinturón de serpientes. Esto las relaciona con la diosa Tlazolteotl. Ella era patrona del amor lujurioso, la fecundidad y las enfermedades, las cuales provocaba y curaba. Estaba asociada con la luna y las serpientes. También se le considerada una diosa madre, a la cual se invocaba durante los partos. Esculturas de esta deidad fueron encontradas cerca del sitio, también en el municipio de Ignacio de la Llave. Esto indica lo compleja que era la relación de elementos cosmogónicos que unían el nacimiento con la muerte en Mesoamérica, y en particular entre los totonacas.
La presencia de las cihuateteo en conjuntos funerarios se debe a que, como hemos revisado, se creía que estas mujeres acompañaban al Sol en el ocaso. En este periodo, el astro rey bajaba los nueve escalones terrestres para llegar al inframundo. Allí, él junto a sus guerreras debían vencer a Mictlantecuhtli, a fin de permitirle volver a nacer por el Oriente.
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