Día de Muertos en Cuanajo: un compromiso con las ánimas
El Día de Muertos en Cuanajo, Michoacán, poner el altar no solo es tradición, es casi una necesidad, un compromiso con los difuntos para ayudarles a encontrar el camino la luz del camino.
Olvídate de la rutina y escápate:
Adrián Téllez, guía de turistas Tlalpujahua y mariposas monarca
La conmemoración realizada en México es única, pero en el caso de Michoacán resulta especial y mágica. Principalmente en los pueblos purépechas que rodean el lago de Pátzcuaro. Cuanajo se encuenta a 14 kilómetros de ahí y su característica principal son las ofrendas llevadas en caballos de madera, tallados por sus artesanos.
El 31 de octubre se coloca el altar a los angelitos (bebés, niños y solteros); el 1° y 2° es para los adultos. Las noches del 31 de octubre y el 1° de noviembre casi no se duerme en este pueblo. La gente va y viene, de casa en casa, con canastas llenas de pan, flores, velas y fruta que dejarán a los difuntos. A cambio se les atiende con tamales y atole, en un intercambio casi ritual.
Pero lo más significativo son las ofrendas llevadas en caballito de madera, entre más de ellas se junten al pie del altar se entiende mejor el cariño que se le tuvo al difunto, pero su función también es otra: ayudar a transportar todos los dones que el ánima recibió y se llevará en su regreso al inframundo.
Poner el altar a las ánimas no solo es tradición, es casi una necesidad, un compromiso con los difuntos, pues en Cuanajo se cree que un ánima sin ofrenda estará deambulando al no encontrar la luz del camino y se irá triste en su regreso. Si acaso podrá ir recogiendo frutas y panes que caigan de los caballitos de otras ánimas, para poder llevarse algo.
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