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El bello Exconvento de Santa Ana en Tzintzuntzan

Michoacán
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El ex convento de Santa Ana en Tzintzuntzan es un gran atractivo de este pueblo mágico. Un imperdible si es que viajas a Michoacán.

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Espacios abiertos, techos altos, paredes decoradas y mucha historia guardan las paredes del Antiguo Convento Franciscano de Santa Ana en Tzintzuntzan.

Lo primero que te sorprende al entrar al edificio es su cocina, revitalizada con ollas de barro de la región para representar cómo era este espacio durante la época en la que funcionaba el convento.

Un poco más adelante se encuentra un amplio pasillo y una gran habitación en donde se pueden ver paredes decoradas y algunos lavabos en donde los frailes limpiaban sus manos.

Los espacios aunque sencillos, te dan la idea de la belleza que tenía el lugar cuando estaba habitado.

El claustro

Das unos pasos más y llegas al claustro, en donde puedes pasar horas viendo las pinturas que narran pasajes religiosos e historias de Tzintzuntzan.

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Las cuatro esquinas del claustro presentan unos alfarjes que son dignos de admirar por un buen rato, una muestra de la influencia musulmana que llegó a Nueva España en el siglo XVI, los cuales recientemente recuperaron el esplendor de sus colores, negro, azul, verde y rojo.

En el primer piso del convento está la entrada al coro de la iglesia y junto a ella la muestra de la habitación en la que dormían los franciscanos, sin lujos y pequeña, un espacio básicamente para la reflexión de los sacerdotes.

Más adelante se encuentran distintas salas de exposición con figuras prehispánicas, algunas pinturas virreinales y finalmente una sala de exposición con las mejores artesanías que se han dado en la zona.

Parte de la Ruta de Vasco de Quiroga

El recinto forma parte de la Ruta Vasco de Quiroga ya que fue aquí donde el evangelizador permaneció por un largo periodo de tiempo.

El de Tzintzuntzan fue el primer convento que fundaron los misioneros franciscanos en Michoacán y es parte de los recintos conventuales del estado.


La construcción de este convento se inició en 1570 y finalizó a finales del siglo XVI, al lado del convento se erigió en 1601 el templo conventual dedicado a Francisco de Asís de estilo plateresco.

El atrio de los olivos que antecede al convento es una muestra de las semillas que dejaron aquí los franciscanos. Los olivos históricos han resistido más de 300 años.

Más allá del convento

Una vez terminada la visita al convento y su museo, no olvides recorrer la Iglesia de la Soledad, cuyo estilo tiene inspiración plateresca y barroca; ya que al recorrer el hospital de indios, se de fe de lo que quizá sería la única pila bautismal de inmersión registrada en nuestro país.

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autor Viajera y contadora de historias con una gran amor por México, sus lugares y su gente.
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