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El Cinco de Mayo en San Juan de Aragón, Ciudad de México

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El Cinco de Mayo en San Juan de Aragón, Ciudad de México fifu

Cada año, los habitantes de San Juan de Aragón, colonia ubicada al oriente de la Ciudad de México, recrean la famosa batalla en la que el general Ignacio Zaragoza venció al ejército francés el 5 de mayo de 1862.

En parte, debido a sus orígenes liberales, pues Aragón se fundó en 1856 bajo el auspicio de Vicente Comonfort, la representación de la batalla del 5 de mayo es recibida con gran júbilo (cada año) entre los habitantes de San Juan de Aragón, colonia ubicada al oriente de la Ciudad de México, quienes de inmediato, se aprestan para tomar parte de esta fiesta que rinde tributo a la importante victoria lograda por el general Ignacio Zaragoza, a las afueras de la ciudad de Puebla la primavera de 1862.

Los orígenes

Según Nicolás Hernández, nativo de San Juan de Aragón, los orígenes de esta fiesta datan de 1896. La celebración del 5 de mayo se escenificaba en Nexquipaya, población aledaña al lago de Texcoco y perteneciente al Estado de México.  En aquel tiempo un grupo de pobladores de Aragón se dedicaba a la extracción de sal, producto que comercializaban en Nexquipaya. Al respecto, don Nicolás refiere: “En una ocasión, unas personas de apellido Manrique llevaron a Nexquipaya esta sal para su venta; estando en ese poblado vieron la representación, y les gustó tanto que hicieron un trueque: ofertaron la sal y les entregaron los diálogos.

Emocionados regresaron a San Juan de Aragón y con sus amigos empiezan a analizar las formas de cómo podrían escenificar esa batalla”.  Roberto Rojano tiene 75 años participando en la celebración, y nos explica: “Nosotros siempre hemos venido representando la tradición ésta. Los señores de antes me dejaron unos papeles que nosotros les llamamos los Tratados de la Soledad, éstos se los doy a los muchachos para que sigan relatando los artículos de cada tratado. Se representa al general Juan Prim y al general Manuel Doblado, ellos son los que relatan los tratados”. En los orígenes de la fiesta intervenían alrededor de 50 personas como máximo. A la fecha (2001), se contabilizan más de 1,500 participantes, que con sus vestimentas conservan la costumbre, y el público asistente rebasa los cinco mil.   

La fiesta

Para organizar la celebración la comunidad nombra a un comité vecinal que cambia cada tres años; se convoca a una reunión en casa de Roberto Rojano, en donde se realiza una votación para elegir a la mesa directiva. Sus integrantes son los responsables de la organización de la fiesta, apoyados por los encargados vecinales. Los gastos principales son el pago a las bandas de música y dos grupos de chirimías que acompañan a la tropa zacapoaxtla; también se cubren los gastos de la comida para los participantes e invitados. Cada cual es responsable de su arma, y se verifica que se encuentre en condiciones óptimas de funcionamiento. El cohetero vende la pólvora, y mediante un padrón se asigna un promedio de medio a un kilo de pólvora por persona. La tropa francesa usa rifles y la zacapoaxtla machetes y rifle o mosquetón. En la actualidad aún se utilizan armas del siglo XIX que se heredan de padres a hijos. 

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A pesar de que el ejército invasor lo integran tropas de España, Inglaterra y Francia, viste a la usanza francesa: paño de sol y gorro adornado con los colores de la bandera francesa (azul, blanco y rojo), casaca roja o azul, camisa y corbata, pantalón rojo o azul, polainas y botas blancas. El ejército mexicano es representado por indios zacapoaxtlas, que visten cotón (camisa de manta bordada con motivos alusivos a la ocasión), paliacate, sombrero de paja, calzón de manta y guaraches; además de la casquillera y la chita, bolsa rudimentaria donde coloca sus alimentos. Se tiznan para representar el cansancio o las quemaduras del sol. Desde hace algunos años se han integrado mujeres vestidas de nacas. 

La fiesta inicia el día 5 a las 6:00 a.m. con el izamiento de la bandera. Entre 9:00 y 10:00 de la mañana principia el recorrido por el pueblo para reunir a las abanderadas que participarán en el desfile.  Una vez reunidos los contingentes, se realizan honores a Ignacio Zaragoza y Benito Juárez, y se hace una remembranza de lo que significó la batalla de Puebla. Posteriormente inicia el desfile cívico por las calles del pueblo. Los franceses desfilan y bailan al ritmo de la banda, y los zacapoaxtlas bailan y cantan al compás de la chirimía. Es un momento festivo para todo el pueblo. Durante el trayecto no deja de escucharse la música, cantos, gritos y detonaciones.

El desfile se prolonga por cerca de dos horas y el recorrido culmina en el kiosco. Después de la comida los contingentes se reúnen en un terreno baldío donde se representan los Tratados de la Soledad en que se declara la guerra a México. La representación culmina con las declaraciones de guerra por parte del general Lorencez y del general Zaragoza. Los contingentes salen en direcciones opuestas para encontrarse frente a frente en un punto preestablecido.

El simulacro inicia con la detonación de cañones de ambos bandos; después, al frente de cada ejército, se enfrentan los generales y posteriormente las tropas.  Se forman grupos de diez contrincantes de cada bando y detonan sus armas simulando la batalla. No deja de haber riesgos, por lo que las detonaciones deben cumplir ciertas normas, como disparar hacia arriba y no acercarse a más de un metro del adversario y después salir por los extremos. La intensidad y frecuencia de los disparos se escuchan a cientos de metros. En el centro de la batalla la atmósfera presenta una apariencia real de guerra; el humo y el olor de la pólvora, el sonido de las detonaciones, la algarabía y la aglomeración de las tropas representan con realismo una batalla. Con esta representación finaliza la festividad.

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autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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