El Cocol, uno de los panes más antiguos de nuestro país
El cocol y el café de olla son los mejores aliados en las temporadas de frío. Te contamos la historia de este pan, uno de los más antiguos de México.
El cocol es uno de los panes más tradicionales del centro de México. Su nombre deriva del náhuatl cocolli, que significa «golpe». Es fácilmente identificable por su color oscuro y su forma de rombo. Entre las características favoritas de sus seguidores se encuentra su estructura seca pero suave, y su delicioso sabor a anís y piloncillo.
Generalmente se consume por las mañanas en los estados de Tlaxcala, Puebla, Hidalgo, Estado de México y Ciudad de México. El cocol suele ser rellenado con mermelada o nata, y se le acompaña con leche, café de olla o champurrado. Es considerado uno de los panes más antiguos de nuestro país, los cuales comenzaron a elaborarse con la llegada de los españoles.
Hasta antes de la Conquista, en México sólo existía la harina de maíz, que se ocupaba para hacer tortillas, tamales y algunos panecillos en comal. Cuando los españoles arribaron a América, trajeron su conocimiento del trigo, mismo que se adaptó a la cocina originaria. Con ello nació el cocol, también conocido como torito en otras regiones de México.
Variedades de cocol
Entre las variedades del cocol, existe una que pudo ser más antigua. Se trata del chimistlán, un pan con forma de rombo menos uniforme y carente de sésamo. El chimistlán es menos dulce y más austero, de ello que también se le conozca como cocol mal hecho. Debido a ello existe una frase popular que reza: «Ay, cocol, ya no te acuerdas cuando eras chimistlán», como metáfora de las personas que ascienden en la escala social y olvidan su origen humilde.
Existen distintas formas de hacer el cocol, la variante más sencilla es el martajado y se hace con ingredientes de baja calidad. Por el lado contrario, existen cocoles barnizados con huevo, rellenos con semillas o decorados.