El maguey en México, ¿qué es, para qué sirve y cuáles son sus características?
El maguey es una planta de origen mexicano que, además de ser la base de deliciosas bebidas como el pulque, cuenta con múltiples propiedades medicinales.
De las múltiples plantas de México que benefician al ser humano, el maguey ha sido una de las más aprovechadas, desde los antiguos mesoamericanos. ¡Conoce más en torno a su historia!
¿Qué es el maguey y para qué sirve?
El maguey es una planta originaria de México. De ella se obtienen algunas bebidas embriagantes como el pulque o el aguamiel. Cabe destacar que el uso de esta planta data de la época prehispánica. Ya desde esa época, era famosa no solo por las bebidas que de ella se producían sino también por sus muchas propiedades medicinales.
Los antiguos mesoamericanos aprovechaban el maguey de múltiples maneras. Con los quiotes manufacturaban la estructura habitacional. Posteriormente, se cubrían techo y paredes con las pencas, las cuales a su vez se utilizaban como canales conductores de agua, platos, materia prima para elaborar el papel con que se hacían los códices, y también para engalanar a sus dioses.
El maguey y los textiles
Así mismo, de las pencas se extraían las fibras necesarias para manufacturar cactlis y telas para la confección de huipiles, naguas, mantas o tilmalis. Estas últimas empleadas como preciados regalos a los nuevos tlatoanis, para declarar la guerra a otros señoríos o como moneda en tiempos prehispánicos.
Desde muy pequeña, la mujer era la encargada de elaborar las diversas prendas en el telar de cintura; para las más finas se utilizaban las fibras del corazón del maguey. Para obtener una manta térmica, a los hilos del ixtle se le agregaban plumas y pelo de conejo.
Las láminas de los códices Matrícula de Tributos y Mendocino muestran los señoríos que cada 80 días tributaban mantas a la Triple Alianza -integrada por Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan. El señorío de Hueypochtlan, además de mantas, proporcionaba miel negra o neuctli.
Nada del maguey se desperdiciaba, pues con las flores se elaboraban exquisitos platillos. Las púas servían como agujas de coser y para los usos rituales del autosacrificio.
Propiedades medicinales del maguey
Dentro de la farmacopea mesoamericana los derivados del maguey (el pulque o la miel) fueron utilizados para el mejoramiento de ciertas enfermedades.
Los escritos del protomédico Francisco Hernández mencionan que las pencas asadas aplicadas calientes sobre el vientre del enfermo calmaban los dolores, desbarataban los cálculos renales y desalojaban las vías urinarias.
Así mismo, el jugo de las pencas asadas y serenadas toda la noche se le daba al enfermo (dos veces al día) para aliviar sus malestares, y con la tela que cubre la hoja, la gente cicatrizaba rápidamente las heridas.
Una taza de pulque después del parto y durante la lactancia era lo más indicado para que las madres produjeran leche y amamantaran a sus hijos.
El maguey, una planta que sobrevivió a la Conquista
Con la conquista y colonización europea los derivados del maguey tuvieron un incremento. El pulque dejó de ser una bebida ritual (quedando libre de restricciones para su consumo), además de recibir un impulso considerable para venderlo. Los europeos a su vez iniciaron la destilación de otros agaves con los que elaboraron aguardientes denominados mezcales.
Los indígenas manufacturaron cuerdas de ixtle de diferentes dimensiones y la producción de ayates aumentó. Ambos implementos de trabajo fueron muy importantes en la extracción de minerales en las zonas mineras y en la construcción de edificios religiosos y gubernamentales de las nuevas ciudades.
Los mecapales empleados por los indígenas para el acarreo se convirtieron en cinchos y aparejos utilizados en la arriería y la navegación. Con esto se intensificó el cultivo del maguey. Dentro de la farmacopea colonial, las pencas fueron ampliamente aprovechadas para aliviar los azotes que recibieron los indígenas a manos de los capataces.
El maguey durante el siglo XIX y el XXI
Para finales del siglo XIX, debido a la creación de nuevas vías de comunicación como el ferrocarril, la producción de las haciendas pulqueras de los Llanos de Apan y Cuauhtitlán se llevaba a la metrópoli. Además, algunos pequeños empresarios intentaron industrializar los productos derivados del maguey, manufacturando escobas, cepillos y lazos.
Actualmente las poblaciones indígenas y rurales continúan beneficiándose con el maguey. No obstante, es necesario incrementar su cultivo -resolviendo problemas de erosión de la tierra y delimitación de áreas de siembra- al igual que la manufactura de distintas artesanías, entre ellas, cestos, útiles de aseo y objetos ornamentales.
En el año de 1960 se trató de vender el pulque enlatado, pero como es una bebida viva, se descompone fácilmente debido a su rápida fermentación, por lo cual el proyecto no siguió su curso.
En los albores del siglo XXI -debido a la irracional explotación, a lo inadecuado de las siembras y a las políticas tendentes a sustituir el uso de las fibras naturales por sintéticas y del pulque por otras bebidas como la cerveza, el vino o los rones- el maguey y sus derivados tienden a desaparecer.
No obstante, se continúan las investigaciones a nivel laboratorio para su aprovechamiento industrial, como son fibras, celulosas, papel para elaborar billetes bancarios, aglomerados, fructuosa, acetona, saponina, sueros glucosados e insulina, plásticos y forrajes.
La leyenda de Quetzalcóatl y el pulque
El Códice Chimalpopoca apunta una fecha relacionada con el maguey y Topiltzin Tlamacazque Ce Ácatl, Quetzalcóatl, quien nace en el año 1 ácatl (843 d.C.). Este personaje, además de sabio, es considerado como constructor de templos y palacios, al igual que sacrificador de animales.
Según la leyenda, Quetzalcóatl vivía religiosamente enseñando el arte cerámico a sus vasallos. Sin embargo, muchas veces su labor era interrumpida por los demonios para convencerlo de que hiciese sacrificios humanos.
Al ver que no aceptaba, se reunieron Tezcatlipoca, lhuimécatl y Toltécatl. Este último, uno de los dioses del pulque, lo hizo con el fin de tramar algo para que Quetzalcóatl dejara su pueblo y así gobernar ellos.
Decidieron que lo harían infringir las normas de conducta induciéndolo a beber pulque. Entonces Tezcatlipoca llegó hasta los aposentos del tlatoani y le mostró un espejo de obsidiana para que “se conociera con sus propios ojos”. Después de esto y desconcertado por su fealdad, Quetzalcóatl se refugió en un lugar apartado.
Posteriormente Ihuimécatl hizo que el príncipe saliera de sus escondite, y los tres lo invitaron a comer quelites muy picantes, pidiéndole que bebiera pulque. Ante la negativa de Topiltzin, los dioses insistieron una y otra vez, hasta que finalmente ingirió cinco tazas.
Arrepentido, Quetzalcóatl deja Tula y se dirige en busca de la tierra de dos colores, rojo y negro, la Tierra del Incendio. En el año de 895 d.C., después de llegar a la orilla del agua divina, él mismo se incinera. La leyenda afirma que el corazón de Quetzalcóatl se transformó en la «estrella que brilla en el alba«, es decir el planeta Venus.
Mayahuel y el pulque
Otros códices como el Magliabecchí, el Florentino, el Borgia y el Laud señalan una clara conexión entre los dioses del ciclo agrícola y los del pulque. Entre éstos destaca Tezcalzócatl, como el propio pulque, al igual que la diosa Mayahuel («patrona» del día tochtli), quien se muestra dentro de la planta del maguey adornada con el quechquémitl color esmeralda, decorado con franjas amarillas.
En el Códice Borgia, Mayahuel vestida de blanco personifica al pulque, ya que este color es el del vino. El cabello de la diosa es de color de fuego, y está adornado con una cadena de piedras preciosas de la que cuelga la cabeza de un pájaro estilizado, así como la figura del Sol, lo cual indica la naturaleza caliente de la bebida.
Los dioses del pulque
En los códices, los dioses del pulque están representados con características especiales que nos permiten reconocerlos: la primera de ellas es la doble pintura facial, el rojo y el negro con manchas amarillas; la segunda es el yacameztli o nariguera en forma creciente.