Ruta de la generación Beat en la colonia Roma
En México encontraron un refugio para escapar de sus demonios y encontraron la inspiración.
El escritor estadounidense William S. Burroughs creía que México es un país donde los deseos tienen un poder de ensueño. «Cuando quieres ver a alguien, se aparece», escribió en su libro ‘Junky’ de 1953.
El novelista vivió en la Ciudad de México hace 65 años, al igual que otros miembros de la llamada Generación Beat, una camada de hipsters que desataron un fenómeno cultural que rechazaba los valores clásicos estadounidenses.
¿Qué los trajo a estas tierras? ¿Qué descubrieron aquí?
Me encuentro en la entrada de la que fuera la vivienda en la que se refugió Burroughs en la capital. Una casilla descolorida, más larga que ancha y que luce abandonada. Se ubica en el número 37 de una pequeña calle que en ese entonces era Cerrada Medellín en la colonia Roma y ahora se llama José Alvarado, muy cerca de avenida Insurgentes.
Ahí llegó de visita otro representante de los Beat: Jack Kerouac, autor del célebre ‘En el Camino’ de 1957 y que se dejó abrazar por completo por la cultura del México de los 50.
Al fin habíamos encontrado la tierra mágica al final de la carretera y nunca nos habíamos imaginado hasta dónde llegaba esta magia”, escribió Kerouac sobre México en su obra ‘En el Camino’.
Si rastreamos su paso por la ciudad, encontraremos una unidad de pequeños departamentos en el número 210 de la calle Orizaba. La fachada de ladrillo rojo es un claro signo de la sencillez del lugar, el mismo en el que, se dice, habitaron Burroughs y Kerouac y en donde se adentraron en sus respectivas obras.
Aunque la ubicación no ha cambiado es poco probable que el inmueble sea el mismo que pisaron los escritores, también es improbable que quienes viven hoy ahí tengan conocimiento de que en ese terreno se concibieron obras insignia de la contracultura como ‘Queer’ de Burroughs y ‘Tristessa’ de Kerouac.
A escasos minutos sobre Orizaba, tras pasar decenas de diversos locales que han florecido para satisfacer a las nuevas generaciones de inquietos habitantes de la colonia, se encuentra otro punto de reunión de los Beat: la plaza Luis Cabrera.
Se cree que esta era una zona favorita para Kerouac; y es posible entender por qué, pararse aquí asemeja a un oasis entre los dinámicos alrededores llenos de restaurantes, cafeterías y residencias que aún conservan el encanto de antaño.
Sigo mi camino por la colonia y entre la abundante oferta de comercios no puedo evitar parar para refrescarme con un helado, aunque el clima permite caminar con tranquilidad sin querer escapar del sol, algo que facilita disfrutar aún más del paisaje arquitectónico de esta ecléctica zona que combina un legado histórico con las corrientes contemporáneas.
Ahora estoy en el 122 de la calle Monterrey, el último punto de esta ruta y un lugar marcado por la tragedia. Se trata de un edificio habitacional que abarca una concurrida esquina, donde destacan dos cosas: el restaurante ‘Krikas’ y el intento (fallido) por darle una ‘manita de gato’ con pintura rosa de un costado y amarilla del otro.
La entrada al lugar es lúgubre, como aquella noche del 6 de septiembre de 1951 cuando Burroughs disparó y mató a su esposa mientras jugaban (ebrios, por supuesto) a la Guillermo Tell.Su mujer, Joan Vollmer, aceptó ponerse un vaso en la cabeza para que el novelista demostrara su destreza con el revólver, pero el resultado fue fatal.
Ésta y otras experiencias en México marcaron el trabajo del complejo Burroughs, de Kerouac, Neal Cassady y Allen Ginsberg, entre otros.
Buscaban un refugio para escapar de la rutina (y quizás de sus propios demonios) y encontraron un México lleno de estímulos e inspiración, como siempre ha sido.
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