La cruel extinción del oso gris mexicano
En 1964 fue la última vez que se avistó al oso gris mexicano. Te contamos la historia de este gigante que pereció a manos del humano.
Solía habitar en los estados de Durango, Chihuahua y Sonora. Era un subespecie del oso pardo, el cual a su vez pertenece a la familia de los úrsidos.
Se le conoció como el oso gris mexicano, ya que su pelaje lleno de canas le daba un aspecto plateado. Según los biólogos, fue uno de los mamíferos más grandes de México, llegaba a medir 1.83 m y a pesar 318 kg.
Pese a su majestuoso tamaño, el oso gris mexicano fue perseguido por el hombre desde los primeros días de la colonia. Debido a su dieta omnívora, el oso gris comenzó a ser cazado y envenenado.
Para los campesinos, el «grizzly mexicano» era un especie de plaga que amenazaba sus ganados. Por lo cual, para 1930 ya empezaban a ser poco visibles. Sin embargo, la caza continuó y para 1960 ya sólo se contaba treinta individuos, y cuatro años más tarde el oso gris mexicano se dio por extinto.
El oso gris mexicano era conocido como pissini por los ópatas, un misterioso grupo indígena casi extinto que habita en las montañas de Sonora. Para ellos, el pissini era un animal sagrado y era venerado como tal, era parte de su cosmología.
Su alimento favorito eran las hormigas y tenía de una a tres crías cada tres años.
Algunos biólogos han emprendido la búsqueda de osos grises aislados del contacto con el hombre, pero no han tenido éxito. El oso de plata mexicano (Ursus arctos nelsoni) sigue siendo un recuerdo.