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Historia

La familia Burrón: la vida de México en una historieta

Ciudad de México
burron

La familia Burrón es la historieta mexicana que nos mostró la verdadera Ciudad de México y nos enseñó a reír de nosotros mismos.

La familia Burrón, un retrato mexicano

A lo largo de sus más de 60 años de vida, la historieta mexicana La familia Burrón ha marcado la vida de distintas generaciones. Lectura elemental para todo aquel que quiera entender la compleja naturaleza del mexicano, esta historieta es todo un tratado cultural y antropológico de la Ciudad de México durante la segunda mitad del siglo XX y parte del XXI.

El origen de la famosa familia

En 1938 Gabriel Vargas comienza a escribir la famosa historieta, que en aquellos años llevaba el nombre de El señor Burrón o Vida de perro y que ocupa algunas páginas de la conocida historieta Pepín. Es en 1948 cuando La familia Burrón nace como una historieta independiente.

También edita (escribe y dibuja) La vida de Cristo, Sherlock Holmes, Los Chiflados, La del doce, Don Jilemón, El caballero rojo, Poncho López y Los SuperlocosEsta última historieta fue precursora de La familia Burrón, en ella Vargas plasma una evidente crítica a la modernidad capitalista que poco a poco va desplazando los vestigios del México revolucionario.

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Posteriormente, con el declive de la historieta Pepín, la serie de Vargas se independiza y comienzan a publicarse cien páginas semanalmente durante tres o cuatro años. Esta famosa historieta llego a tener un tiraje de 500 000 ejemplares, el último número publicado fue el 1616 y apareció el 26 de agosto del 2009.

La edad de oro del cómic mexicano

Durante las décadas de los treinta a los cincuenta, el acceso a la lectura se abre a un público popular con pocas posibilidades económicas. Esta época se conoce como la edad de oro del cómic en México, pues es el único momento en el que el país entero lee historietas. Gracias al bajo precio de estas publicaciones es que todo tipo de público puede acercarse a nuevos recursos imaginativos y de humor.

Los barrios bajos de la ciudad y sus habitantes se convirtieron en protagonistas de la famosa historieta. El universo del soborno, la mordida y la corrupción comenzó a ser visible como el pan de cada día, al que hay que sobrevivir e incluso darle la vuelta con ayuda del humor.

Gabriel Vargas, cronista de la ciudad

La trayectoria de Gabriel Vargas comienza en su infancia. Nacido en Tulancingo, Hidalgo el 24 de marzo de 1918, comenzó su carrera cuando aún era un niño. A los 11 años ganó un concurso de dibujo en Osaka, Japón.

Tiempo después el gobierno mexicano le ofrece una beca para estudiar en Francia; sin embargo, decide quedarse en su país y trabajar en el medio impreso. A los 13 años comenzó a trabajar en el periódico Excélsior y con solo 17 años de edad se convirtió en el jefe del departamento de dibujo.

Además de ser un gran dibujante, Vargas fue un particular observador de su tiempo. Para el autor de La familia Burrón, la risa: “es la válvula de escape natural hasta para las cosas que nos hacen sufrir. La risa es salud, mi sueño ha sido hacer reír a toda la gente hasta a la que vive muy mal y sufre cosas terribles”.

Cortesía Ivan Bustamante

La ciudad y sus habitantes

En La familia Burrón, Gabriel Vargas nos muestra el diario acontecer urbano. Los escenarios de la historieta van desde las antiguas y marginadas vecindades, hasta las famosas y clásicas pulquerías. Uno de los aportes del maestro Vargas a la caricatura nacional fue la creación de un microuniverso. La ciudad comenzó a tener rostro, las calles, coches, tiendas, mercados y demás aparecieron como parte de la atmósfera que enriquecía las historias de la peculiar familia.

El contraste social es parte fundamental de la historieta y el reflejo de lo que pasa en la ciudad. Muestra de este contraste es la tía de doña Borola, Cristeta Tacuche, mujer millonaria que vive holgadamente recorriendo el mundo. En cambio, el hermano de Borola, Ruperto, es un ladrón reformado con el rostro cubierto por un paliacate, que huye del hostigamiento de la policía.

El lenguaje coloquial en la historieta

Una parte muy especial en la obra de Vargas es la del habla urbana. El habla como juego del lenguaje del que hacen uso todas las personas. La liberación del lenguaje se vive como una metamorfosis de las palabras y de la misma ciudad. Es entonces cuando el lenguaje abandona su supuesta solemnidad y juega en las improvisaciones del barrio.

Gabriel Vargas recrea el habla del pueblo y encuentra en ella la sonoridad particular del español que se practica en la ciudad y su peculiar extravagancia. Logra flexibilizar el idioma y con ello transmitir la parte viva y colorida del lenguaje.

La risa como forma de resistencia

El canto festivo de la sobrevivencia, como lo llamaría Carlos Monsiváises el eje en la creación de Gabriel Vargas. El sarcasmo y la sátira con la que narra las aventuras de Borola y sus vecinas que luchan en contra de los precios altos en el mercado, deja expuesta la resistencia del mexicano a las condiciones económicas y sociales que le rodean.

El papel del humor que la obra de Vargas refleja, es el de un instrumento que diluye los problemas y las secuelas que la pobreza deja en los habitantes de la ciudad. Don Gabriel Vargas nos enseña a través de La familia Burrón que “aún en medio de la pobreza se puede encontrar un motivo de apego a la vida”.

Algunas referencias:

Proceso UNAM La Jornada UAEM

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autor Viajera por naturaleza errante.
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