La ignorada pirámide de Ehécatl dentro del Metro Pino Suárez
La pirámide de Ehécatl en el Metro Pino Suárez es la zona arqueológica más visitada de México. Sin embargo, suele ser ignorada debido a su obviedad.
Miles de personas pasan a su costado todos los días, sin embargo, pocos se detienen a admirarla y a preguntarse por su origen. Es la pirámide de Ehécatl en las estación de Metro Pino Suárez de la Ciudad de México. De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), es la zona arqueológica más pequeña de México, pero también la más transitada. Se encuentra justo en el cruce de las dos líneas más antiguas del Metro, así como las transitadas.
La pirámide de Ehécatl puede ser admirada por 54 millones de personas al año, cifra 21 veces mayor que el número de visitantes que recibe la zona arqueológica de Teotihuacán. El edificio prehispánico se asienta en un predio de 88 metros cuadrados y sus proporciones apenas alcanzan 10.7 m x 7.6 m x 3.7 m.
De acuerdo con los investigadores, el templo de Ehécatl formó parte de un extenso adoratorio ubicado en la calle de José María Izazaga. Constaba de un patio de grandes proporciones, escalinatas en tres de sus lados, varios adoratorios colocados al centro, celdas habitacionales conectadas entre sí por pasos exteriores, canales y muros, que constituían un corredor de acceso de la calzada de Iztapalapa hasta Tenochtitlan.
El hallazgo en Metro Pino Suárez (1967)
Lamentablemente, la mayor parte de la estructura se vio afectada con la construcción del Sistema de Transporte Colectivo Metro, que no reparó en cambiar la planificación para salvaguardar los vestigios. Sin embargo, se pudo proteger la parte exhibida en la estación Pino Suárez, la cual data del año 1,400 d. C. y resguardaba algunas piezas de alfarería colocadas con fines rituales.
Entre las piezas prehispánicas encontradas resalta la conocida como «la monita», una extraña escultura policromada en rojo y negro, que representa la figura de un mono (ozomatli) que porta la máscara bucal del dios del viento Ehécatl.
El proceso de excavación y rescate del templo de Ehécatl comenzó en 1967 bajo la dirección del arqueólogo catalán Jordi Gussinyer. Uno de los principales datos es que el templo constó de cuatro etapas de construcción con periodos semejantes a los del Templo Mayor. Cuenta con una base circular que sirvió como altar para la colocación de una imagen de la deidad.
¿Quién era el dios Ehécatl?
Ehécatl es considerada una manifestación del dios Quetzalcóatl y se le representaba como una figura masculinas con una máscara con pico sobresaliente. Era precursor de la lluvia y su misión era movilizar los vientos, preparando la tierra para dejarla lista para ser fecundada por la lluvia.
Su nacimiento se debía a la dualidad divina de los dioses primigenios Ometecuhtli (Señor Dos) y Omecíhuatl (Señora Dos), quienes procrearon a Tezcatlipoca rojo, Tezcatlipoca negro, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli. Como advocación de Quetzalcóatl, Ehécatl era celebrado en la veintena Etzalcualiztli por sacerdotes llamados quequetzalcoa, quienes usaban indumentaria referente a la deidad.
Los templos dedicados a Ehécatl estaban orientados hacia el Este, lugar del nacimiento del sol. De acuerdo con el mito del Quinto Sol, los dioses se preguntaron por dónde debía nacer el astro; ante lo cual Xipe y Ehécatl respondieron que por el oriente.
“Algunos pensaron que habría de salir hacia el rumbo de los muertos, el norte, por eso hacia allá se quedaron mirando. Otros, del rumbo de las mujeres, el poniente. Otros más, de la región de las espinas, el sur, hacia allá se quedaron mirando. Por todas partes pensaron que saldría porque la claridad de la luz lo circundaba todo. Pero algunos hacia allá se quedaron mirando, hacia el rumbo del color rojo, el oriente. Dijeron: «En verdad de allá, de allá vendrá a salir el Sol.»
(Códice Matritense del Real Palacio, 1971).
Fue verdadera la palabra de éstos que hacia allá miraron, que hacia allá señalaron con el dedo. Como se dice, aquellos que hacia allá estuvieron viendo fueron Quetzalcóatl, el segundo nombrado Ehécatl y Tótec o sea el señor de Anáhuatl y Tezcatlipoca rojo.»
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