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La misteriosa leyenda de la Bruja de la Coladera que vivió en la Merced

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© Piqsels

Según se cuenta, a mediados del siglo pasado existió una mujer en la Merced que hacía temblar a sus vecinos. Aquella recibió el apodo de la Bruja de la Coladera.

La leyenda de la Bruja de la Coladera

Cada rincón de México resguarda misteriosas historias que, a veces, sólo los locales conocen. Por ello, vale la pena recuperarlas y compartirlas con nuestra audiencia. Y entre ellas se encuentra la leyenda de la Bruja de la Coladera.

En ésta se relata la vida de una extraña mujer que vivió a mediados del siglo XX en la colonia Merced (en lo que hoy es la Ciudad de México), y que era muy temida por sus vecinos pues se dedicaba a hacerle daño a cualquiera que se cruzara en su camino. ¡Te contamos la historia!

La gente la conocía como doña Ramona y, según se cuenta, era muy hábil en la práctica de magia negra. Nadie sabía con certeza cómo había llegado, pero todos los vecinos coincidían en que era mejor mantenerse alejados pues, de lo contrario, se arriesgaban a que les lanzara alguna maldición o embrujo.

Doña Ramona era una mujer de edad avanzada que parecía estar sumergida en una profunda amargura y odio hacia el mundo. Los niños le huían y hasta el adulto más valiente se cambiaba de calle si veía a lo lejos que la bruja iba por el mismo sendero.

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Picryl

Doña Ramona, una mujer misteriosa

Debido al misticismo que envolvía a doña Ramona, así como a su sombrío carácter, la gente optó por dejar volar la imaginación y dar cabida a numerosas historias terribles relacionadas con aquella mujer.

Llegó a decirse, por ejemplo, que había asesinado a su esposo con el único fin de quedarse con la casa de éste. También se comentaba que en su jardín yacía enterrado el cuerpo de su hermana, cuyo espíritu era esclavo de las órdenes que le diera la anciana. De esta forma:

Fastidió a muchos seres humanos, lanzándolos al alcoholismo, a la locura mental, al rompimiento de hogares, etcétera. Esa mancuerna, la viva y la muerta, dieron muchos sufrimientos a la gente del rumbo.»

Antonio Salgado

Asimismo, se decía que doña Ramona tenía, junto a los lavaderos, un cuarto repleto de estampas y figuras de santos y demonios que usaba para dañar a otros. También era experta en preparar alimentos con maleficios; quien llegaba a su casa y comía después se enfermaba, pero quien iba y rechazaba su ofrecimiento era echado.

El origen del apodo

Por la noche, una vez que la bruja se aseguraba de que la gente estaba encerrada en sus casas, se dice que salía envuelta con una capa negra. Después se dirigía a una de las coladeras del barrio, quitaba la tapa y ahí tomaba la forma del ente que necesitara en ese momento.

Sin embargo, un día de tantos, a una de las vecinas se le ocurrió espiarla para saber si los rumores eran ciertos. Minutos después, la mujer quedó inmovilizada debido al profundo horror que sintió. Y, al intentar huir, fue descubierta por doña Ramona, quien se mostró profundamente ofendida y se dirigió a ella:

«Lo que hace usted es una falta de educación, ¿que nunca tuvo escuela? Eso de estarme espiando es imperdonable, y sólo le digo, prevéngase porque se va a arrepentir de su indiscreción.»

Segundos después, doña Ramona se fue y la mujer que la espió sintió cómo se le revolvieron las tripas. De inmediato le dio una diarrea tan fuerte que ni siquiera le dio tiempo de llegar al baño. Cuando por fin estuvo en su casa, la mujer sufrió una caída que casi le cuesta la movilidad.

Horas después, durante la madrugada, su hijo más pequeño despertó gritando que un hombre chimuelo y horrible le quería arrancar los ojos. La madre temía hasta donde llegaría la bruja, así que acudió con una «bruja blanca» y ésta los curó de la maldición, pero también les suplicó que se cambiaran de casa; de lo contrario, lamentarían las consecuencias.

La mujer hizo caso y abandonó el lugar junto con su familia. Aunque, por azares de la vida, tiempo después se encontró con una de las vecinas del lugar. Y, sin ningún temor a ser indiscreta, se atrevió a preguntar por doña Ramona.

Para su sorpresa, la vecina le contó que a la que conocían como la Bruja de la Coladera había muerto hacía varios días y que, aunque las lenguas hablaban, nadie conocía con certeza la causa del deceso. No obstante, la historia de doña Ramona continuó narrándose para asustar a los niños hasta que también quedó en el olvido.

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La bruja de la coladera
Stefany Cisneros La bruja de la coladera
la bruja de la coladera
autor Amante de la literatura, de la fotografía y de descubrir los tesoros de México.
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