La Muuchatena, la Fiesta de los sanjuanitos - México Desconocido
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Arte y Artesanías

La Muuchatena, la Fiesta de los sanjuanitos

Nayarit
La-Muuchatena
© Alfredo Martínez

La Muuchatena o la Fiesta de los sanjuanitos es una celebración en la costa central de Nayarit con la que el pueblo cora conmemora este sitio sagrado.

La Muuchatena se celebra en junio

Visitamos la costa central de Nayarit, donde el río San Pedro Mezquital se vierte a las llanuras costeras. La razón es que este 24 de junio el pueblo nayeri (también conocido como pueblo cora) celebra la ceremonia del sagrado sitio de La Muuchatena, un enorme peñón de roca, situado a orillas del río San Pedro Mezquital.

En medio, pues, de una concentración multitudinaria de peregrinos nayeri (coras), pero también de wixaritari (huicholes), áudam (tepehuanos del sur), náhuas (mexicaneros) y mestizos nayaritas, ocurre la más accesible e importante fiesta regional a las deidades del agua de estos pueblos originarios. Esto es, en la figura de sus esculturas de san Juan Bautista, como efecto sincrético de un catolicismo popular igualmente presente.

Alfredo Martínez

Aquí, son tres las comunidades vecinas cuyas veredas y calles convergen hacia este sitio sagrado: las nayeri de Presidio de los Reyes y de San Juan Corapan, y el pueblo mestizo nayarita de San Pedro Ixcatán. Con total respeto a sus usos y costumbres y a su institucionalidad, es posible acudir, observar y disfrutar de esta ceremonia ancestral.

Partiendo de la ciudad de Tepic rumbo al puerto de Mazatlán, Sinaloa, nos separamos de la carretera federal 15 México-Nogales a fin de atravesar la bulliciosa ciudad de Estación Ruiz, Nayarit. Ahí pues, tradicional centro de intercambios comerciales entre la costa y la sierra nayaritas, nos surtimos de un poco de despensa ‒jugos y agua‒ y comimos sus deliciosas piñas criollas. Luego, tras atravesar el puente de la autopista de cuota Tepic-Mazatlán (que igualmente conduce hacia este mismo punto), seguimos la carretera interior pavimentada hacia La Muuchatena, pero hacia la Mesa del Nayar y Jesús María.

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Pronto nos encontramos con el pueblo de El Venado y, ya disfrutando de la espesa selva que acompaña el espectacular encajonamiento final del río San Pedro Mezquital, en medio de tupidos cafetales y olorosos cultivos de piña, dimos por fin a nuestro destino: San Pedro Ixcatán, el único de esos tres pueblos vecinos que se sitúa a la vera de dicha carretera.

Alfredo Martínez

Caminando, hubo que pasar el San Pedro Mezquital por la hilada de cantos que le sirve de puente en tiempos de estiaje. Un refresco comercial calma nuestro calor mientras buscamos la casa del Tatuán ‒el Gobernador nayeri‒ de San Juan Corapan. No siendo posible que nos recibiese por hallarse ayunando (concentrado en sus oraciones), los comuneros nos reciben con amabilidad.

Les informamos de la razón de nuestra presencia y somos bienvenidos. Luego lo hicimos también en la vecina comunidad originaria, Presidio de los Reyes. Mismo caso. Las comunidades ya estaban concentradas en torno a sus “sanjuanes”, esculturas atesoradas desde los viejos templos virreinales, y a la vez las mujeres lavaban ropa mientas sus niños reían dentro de las aguas: las del último río libre de todo el Pacífico mexicano.

Por la mañana, los sones de danza y el ruido de sonajas nos anuncian que se encuentran bailando la Danza Correlona. Ya pasadas las diez de la mañana todos los pasos apuntan hacia La Muuchatena… En los templos católicos las tenanchis y los mayordomos ya casi tienen listos a sus “sanjuanitos”, unas hermosas esculturas de madera policromadas, que les fueron legadas por los jesuitas en el siglo XVIII.

Alfredo Martínez

Ya también los Cha’ana, la Danza de la Urraca, está presente con toda su elegancia, pues es esta la que (al parecer) ritualiza el ya narrado mito de los Dioses Cerros, los Tecuat. Las procesiones avanzan entre humo de copal y aroma de maákuchi (tabaco silvestre). Al llegar a las playas, frente a La Muuchatena, sendos arcos de flores, sobre paliacates extendidos en la arena, poco a poco cubren las ofrendas de los nayeri y de los wixaritari, de cada uno de los peregrinos de diversos orígenes.

Paralelamente, el altar central, situado al centro del enorme peñón que es La Muuchatena, también recibe cientos de algodones y flores, tamalitos de sal, velas y veladoras, e incluso tzicurite (crucecitas de estambre, popularmente conocidas como “ojos de Dios”), un objeto ritual que se ha convertido en un verdadero emblema de esta tierra.

Al mediodía ocurre, por fin, un punto culminante de esta multitudinaria fiesta: los dos “sanjuanes” son llevados a la orilla del agua del San Pedro Mezquital para que, transportados y rodeados de decenas de nadadores varones, todos naden al mismo tiempo hasta encontrarse frente a La Muuchatena.

Tronidos de cohetes retumban por el verde cañón. Los santos son bañados en ese río sagrado, mientras los nadadores lanzan agua hacia el cielo causando ‒juntos‒ una suerte de lluvia en pleno estiaje. Un milagro, pues… Eso es precisamente lo que piden todos los rezos de las mujeres y los ancianos que oran hacia este punto desde ambas orillas en La Muuchatena.

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autor Francisco Samaniega
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