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Las musas mexicanas de Buñuel

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Un recorrido filmográfico de las actrices que cautivaron al gran cineasta español Luis Buñuel.

José Luis Barros, amigo y médico de Luis Buñuel, asegura que el cineasta era tan atractivo que «sin importar el sitio, siempre acaparaba la atención».

Y las actrices mexicanas que trabajaron con el aragonés opinan… «Trabajar con Buñuel fue una de las cosas más bellas que me han sucedido; él era un genio que todo te lo platicaba jugando», Stella Inda (Los olvidados, 1950).

Rosita Quintana, que en 1951 interpretó a una joven seductora en Susana (Demonio y carne), comentó que, en el set, Buñuel le decía «cuando un actor te abrace solo mueve los ojos lentamente, y ya está. Desde entonces soy Buñuelista».

Como caída del cielo

Lilia Prado trabajó con Buñuel en tres películas, y en al menos Subida al cielo (1952) y La ilusión viaja en tranvía (1954) se repite una toma: es Lilia subiéndose la falda en el transporte público.

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«Son imágenes muy mías, de mi juventud y la de cualquier generación. Cuando mis amigos y yo teníamos 15 años, nuestro juego era esperar a que una muchacha subiera al camión para ver si le veíamos la pantorrilla. Hoy, con las minifaldas…».

Y es que para don Luis «nada (había) más inquietante que las piernas de las mujeres». Y le encantaba que algo las recorriera: el líquido del arroyo, la seda negra de unas medias o la mano que soba una torcedura.

Él poseía una intuición visual infalible. Sabía escoger a sus actrices. Cuando llevó Subida al cielo al Festival Internacional de Cannes, Lilia Prado, su acompañante, fue proclamada «Miss Simpatía» por la prensa francesa. Cinco años más tarde (1957), el diario El Universal informaba que Lilia Prado había asegurado sus portentosas piernas por la friolera de 100,000 pesos.

La gran musa

Katy Jurado en El Bruto (1953), Rita Macedo en Ensayo de un crimen (1955) y Nazarín (1958), María Félix en Los ambiciosos (1959)…

Silvia Pinal ya era una estrella cuando se acercó a Buñuel para decirle «Mi esposo es mueblero, don Luis»; «Y por qué un fabricante de muebles quiere producir una de mis películas si no soy un director comercial»; «Porque Gustavo (Alatriste) me ama»; «Esa es buena razón», le respondió Buñuel a Silvia quien nos cuenta que «filmar Viridiana en España fue una experiencia atractiva y peligrosa. Por su ideología, don Luis era allá un hombre incómodo».

Con una gran visión empresarial de su carrera artística, «La Pinal» filmó en la primera mitad de los años sesenta tres películas con Buñuel: Viridiana, El ángel exterminador y Simón del desierto.

Silvia fue una de las principales musas del ganador de mil y un premios. Y con Silvia Pinal, don Luis consolidó el personaje femenino tragicómico y cálido que juega con el deseo de los hombres. Octavio Paz lo resume así: «en el cine de Buñuel hay una lucha entre el hombre y su deseo».

El ensayista José de la Colina escribió: «quizá Buñuel nunca logró películas con más cuerpo y más carne viva, que en sus trabajos hechos en México». Nosotros concluimos que en cierta medida eso fue posible gracias a la belleza y el talento de mexicanas como Lilia Prado, Rita Macedo, Silvia Pinal…

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