Pinal de Amoles: atravesar la niebla, tocar las cumbres
Pinal de Amoles fue el pueblo de origen y destino del Xtrail México. Aquí la crónica de un recorrido que llevó a Gabriela Guerra a tocar las cumbres de la Sierra Gorda.
Olvídate de la rutina y escápate:
Hacienda Laborcilla
Adolorida de los músculos, feliz del reto vencido y plena de la exuberante beldad de la Sierra Gorda… Sería el saldo después de atravesar 23 kilómetros de este paraíso queretano. La carrera nacería en el pueblo de Pinal de Amoles, y allí saldaría también su deuda con corredores de todo el país y del mundo.
Hace un año, organizados también por Xtrail México, que le ha encontrado la sabia a estos edenes, corrimos por el Cañón del Paraíso, de la misma sierra. Desde entonces, han sido recurrentes en mis sueños el aroma a montaña y la exquisita ventana a la perfección en este macizo hecho de semidesiertos y bosques de coníferas, encinos y pinos; de altas serranías que superan los tres mil metros, o se doblegan en profundos cañones donde no cabe menos que el asombro.
Preparativos
La travesía desde la Ciudad de México no nos dejaría tiempo para más que recoger nuestros kits, pasar al baño, e integrarnos a un grupo de alrededor de 500 corredores. Los organizadores, Xtrail México, abrieron sus circuitos del año en un espacio único, que tocó cimas, con la premisa de que vale la experiencia, la convivencia personal, de grupo y, por supuesto, con la naturaleza.
Esa concordia inicia en los primeros dos kilómetros, cuando con los cuerpos aún fríos de la mañana, subimos y subimos, piedras entre bosque, hasta la extenuación, deteniéndonos irremediablemente para respirar. Unos correrían 6 kilómetros, otros 14 y algunos más, 23. Nos preguntamos entonces, enloquecidos por el esfuerzo, si sería así todo el camino.
Las montañas
Las montañas de Pinal de Amoles son de las más altas, barrera geográfica que determina, por tanto, las condiciones climáticas, biológicas y hasta sociales de la Sierra Gorda. Para nosotros, corredores más o menos experimentados, es un desafío alucinante:
- subiremos hasta las primeras cumbres,
- atravesaremos los descolgados de duras piedras dentro del follaje,
- correremos terreno escarpado al inclemente sol,
- advertiremos el mundo bajo nuestros pies,
- para reencontrarnos, en el último tercio, con una ladera que sube, sube, inquebrantable y llega al cielo.
La Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, espacio de luces y sombras en la Sierra Madre Oriental, ocupa un tercio del estado de Querétaro. En sus lindes cohabitan miles de especies de plantas y animales, en expansión natural, protegidas o en peligro de extinción.
La gente
En el camino nos adelantamos unos a otros. Establecemos trato, compartimos la alegría y el desasosiego. ¡Nadie sabe cuándo acaba esta subida! Dicen miembros de las comunidades que una hora, que cinco kilómetros, que dos horas, que ya pronto, que todavía falta… Conocemos las condiciones de la carrera, pero en medio de sus tinieblas, nos dejamos atravesar por cualquier dosis de esperanza. El anhelo de la meta tiembla con el sol sobre los cuerpos de hierro forjado. Hacemos promesas y esperamos quimeras.
Pinal de Amoles es un pintoresco pueblito de balcones cayendo sobre las cabezas de los transeúntes, y magras calles doblando las esquinas, base de la extraordinaria sierra. Lo circundan cerros boscosos, de frío y mar de niebla casi todo el año. Mientras en sus recorridos de serranías encuentras miradores, cascadas, viejas edificaciones y conventos medievales; en su plaza central, se alza el monumento a los mineros, pues cuando el siglo XVII nacía, Pinal de Amoles era un pueblo de minas.
¡Termina la subida atroz…, siete kilómetros devastadores! Quedan dos para volver a aterrizar al pueblo de colores, que desde lo alto de la sierra, se adivinan como una caída libre. Los pies vuelven a tomar el vuelo, quieren recuperar el tiempo perdido.
La llegada
La entrada al pueblo no carece de cierto goce espectacular, queremos presumir la epopeya. Pero ¡oh sorpresa!; falta una cuesta de calle empinada de más de 100 metros, que nos saca el postrer aliento. Luego, la adrenalina nos impulsará a rodear las calles pequeñas y entrar por un arco que trae medallas, las mejores quesadillas del mundo, y la certeza de que el milagro ha sucedido.
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