Santuarios balleneros en el desierto del Vizcaíno, Patrimonio Natural de la Humanidad
Los paisajes de los santuarios balleneros en el desierto del Vizcaíno son alucinantes; su riqueza natural fue el motivo para ser Patrimonio de la Humanidad.
Por qué los santuarios balleneros en el desierto del Vizcaíno son Patrimonio Natural de la Humanidad
En el desierto del Vizcaíno, en la parte media de la península de Baja California (el extremo norte del estado de Baja California Sur), se localizan las lagunas costeras de Ojo de Liebre y San Ignacio.
Además de ser hábitat de incontables especies marinas y dar de comer a infinidad de aves, estas lagunas son los criaderos más importantes de ballenas grises en el Pacífico Norte.
Su valor excepcional
Con más de 25 000 km2 de superficie, la Reserva de la Biosfera del Vizcaíno es la mayor área protegida del país.
Gran parte de la reserva corresponde a planicies desérticas donde vive el antílope americano conocido como berrendo. Las lagunas son hervideros de vida silvestre. En su interior habitan delfines, tortugas y lobos marinos, entre otras especies oceánicas y, además, junto con los ecosistemas costeros, dan de comer a infinidad de aves, como el águila pescadora y el ganso canadiense.
También, debido a múltiples factores ambientales como su profundidad, temperatura, nutrientes y salinidad, son espacios ideales para la reproducción de las ballenas grises que cada invierno migran en grandes números desde los mares fríos aledaños a Alaska.
Elementos icónicos:
Sin duda, la ballena gris, que con frecuencia anda en parejas en estas lagunas, unas veces porque intenta aparearse y otras porque se trata de la madre y su cría.
Para conocer los Santuarios balleneros en el desierto del Vizcaíno
Dos son los poblados en donde se reúnen los turoperadores (como Malarrimo y Kuyimá) y ofrecen recorridos por las lagunas: Guerrero Negro, punto de acceso a la laguna Ojo de Liebre, y San Ignacio, puerta de entrada a la laguna homónima.
Estas excursiones están debidamente reguladas y permiten a los viajeros acercarse a centímetros, literalmente, de las ballenas grises. Pocas experiencias naturalistas del mundo se comparan con esta.
Año de nombramiento
1993 / Santuario de ballenas del Vizcaíno
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