Tzinacantecuhtli, el Batman zapoteco que yació enterrado 400 años
Un hallazgo de hace 30 años sacó a la luz a Tzinacantecuhtli, el Batman zapoteco que se relaciona con ritos funerarios. Aquí te contamos su historia.
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El descubrimiento de Tzinacantecuhtli
Hace tres décadas una familia de San Mateo Tezoquipan, municipio mexiquense de Chalco, empezó con la excavación de un agujero en el patio de su casa a fin crear una fosa séptica.
A los pocos metros dieron con una cabeza monstruosa provista de enormes orejas cóncavas, ojos desorbitados, temibles colmillos y la lengua de fuera.
Llamaron al Instituto Nacional de Antropología e Historia. No tardaron en llegar los arqueólogos, comandados por el legendario Eduardo Matos Moctezuma.
La extracción del Batman zapoteco
Tras extraer toda la pieza de poco más de dos metros de altura no les quedó lugar a dudas: se trataba de Tzinacantecuhtli, el hombre murciélago de los zapotecas descrito en el Códice Fejéváry-Mayer.
Seguramente durante la extracción, los integrantes de la familia Armenta Castañeda pudieron asombrarse aún más con cada detalle de la pieza de cerámica que yacía debajo de su casa: el collar de campanas con badajos de huesos humanos, manos y pies con garras, cabeza de murciélago pero cuerpo de hombre.
Pero si el Tzinacantecuhtli era de origen zapoteco, ¿qué hacía enterrado en Chalco? Las investigaciones del equipo de Eduardo Matos teorizan que la pieza era transportada por un grupo de zapotecas mixtecas, provenientes de Oaxaca que querían llevarlo a Tenochtitlán.
No obstante, alguien les dio aviso de que un grupo contrario quería quitarles la efigie, así que la enterraron para esconderla, obviamente se olvidaron de ella y quedó sepultada por unos 400 años.
El mito de Tzinacantecuhtli
De acuerdo con un mito, Tzinacantecuhtli nació del semen y la sangre que derramó Quetzalcótal durante uno de sus autosacrificios.
Una vez preparado, Tzinacan fue encomendado para ir a a arrancar alguna parte de la diosa Xochiquétzal. Lo hizo y entregó un pedazo al dios Mictlantecuhtli, señor de los muertos, quien volvió a lavar el pedazo y del agua nació el cempoalxóchitl, la flor de los muertos. Tal vez sea por eso que se le relaciona con los rituales funerarios.
El hombre murciélago encontrado en Chalco fue llevado por el equipo de Eduardo Matos al Museo del Templo Mayor para ser restaurado, donde yace desde hace tres décadas.
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