Un arte arquitectónico rico en bellezas (Hidalgo)
El desarrollo del estado de Hidalgo luego de la conquista española, tuvo dos rumbos importantes: por una parte se desató una febril actividad de explotación minera que concluyó con el establecimiento de poblados y haciendas de beneficio de metales, y por la otra se emprendió el importante proceso de evangelización dirigido a las diversas poblaciones indígenas que habitaban en las regiones de la entidad.
En este sentido podemos afirmar que el estado de Hidalgo es heredero de importantes y valiosos ejemplos de la arquitectura del siglo XVI, producto del intenso trabajo de evangelización iniciado por los frailes franciscanos y agustinos. Los magníficos edificios conventuales y las pequeñas capillas de enlace levantadas por ambas órdenes religiosas, se localizan en una amplia porción del territorio hidalguense, ya sea la Sierra Alta, el Valle del Mezquital, la Huasteca y la región de Los Llanos.
Aunque estas edificaciones respondieron en su momento a necesidades de una actividad común, en cierta medida poseen patrones constructivos semejantes, aunque existen notables diferencias entre los levantados por agustinos y franciscanos. Los primeros son más ricos y elaborados, tanto en sus programas arquitectónicos como en los complejos conjuntos de pintura mural que algunos de ellos exhiben con orgullo. Los establecimientos franciscanos, por su parte, son más modestos aunque no carecen de interés, pues son parte importante de la historia de la entidad.
Cuando usted visite Hidalgo, encontrará todos estos ejemplos de arquitectura conventual al alcance de su mano y descubrirá con asombro la monumentalidad de Actopan, la belleza e ingenuidad de Ixmiquilpan, la sobriedad de Alfajayucan, la sencillez plateresca de Atotonilco el Grande y la elegancia gótica de Molango, por mencionar algunos, todos ellos con sus pinturas murales, sus claustros, cruces atriales, capillas abiertas y posas, y un apacible ambiente junto con alguna bella leyenda qué contar.
Pero la historia arquitectónica del estado no concluye en el siglo XVI, pues durante los siglos XVII y XVIII también se desarrollaron interesantes muestras del barroco en algunos templos, muchos de ellos adornados con bellos altares y retablos dorados decorados con pinturas de temas religiosos e imágenes de santos. Entre los monumentos más representativos puede encontrarse Apan, cuyo templo guarda un bello retablo.
Para el siglo XIX, la fuerte influencia francesa que acompañó al periodo porfiriano se dejó sentir en la entidad y muestra de ello son los monumentales relojes y los variados palacios municipales y de gobierno que fueron construidos en estilo neoclásico principalmente, sin olvidar desde luego las casonas y palacios que las aristocráticas familias mandaban levantar.
Una mención aparte, sin duda, pertenece a las múltiples haciendas que se edificaron durante los siglos XVIII y XIX; unas para beneficiar los metales que se extraían de las productivas minas, como la de San Miguel Regla, y otras para beneficiar un producto tanto o más preciado que los minerales: el pulque. Muchas de ellas pertenecieron a familias aristocráticas de la sociedad porfiriana.
Así, un buen viaje al interior de las raíces del estado de Hidalgo le ofrecerá siempre una bella oportunidad para conocer sus maravillas y emprender una inquietante aventura a lo largo y ancho de su territorio, donde encontrará parajes de indescriptible belleza que sirven de marco para realzar la magnificencia de todos sus monumentos que hoy, son una parte integral de la historia de esta maravillosa entidad.
Fuente: Guía México desconocido No. 62 Hidalgo / septiembre-octubre 2000
¿Quieres escaparte a Hidalgo? Descubre y planea aquí una experiencia inolvidable