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Spa y relajación

Un día de spa y delicias en Los Cabos, BCS

Baja California Sur
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© Archivo MD

Hay de spas a spas. Aquí te contamos los detalles del de Grand Velas en Los Cabos, Baja California Sur.

Mucho antes de hacer este viaje a Los Cabos, en Baja California Sur, habíamos reservado cabinas en el spa SE del hotel Grand Velas, una visita que esperábamos desde hace semanas y que por fin llegó al momento en que cruzamos las puertas de cristal y nos dejamos envolver por los aromas relajantes que inundan el lugar.

Después de dejar nuestras pertenencias —junto con todas las preocupaciones— en el vestidor, lo primero que hicimos fue ir al circuito hidrotermal para realizar la Ceremonia del agua, un recorrido por siete estaciones dentro de una alberca de sensaciones: sumergida siempre en aguas curativas, pasamos de una cascada a una cama de burbujas y a jets multisensoriales.

Después fuimos a los cuartos de desintoxicación, donde terminan de preparar tu cuerpo para recibir el masaje. Lo mejor es ir primero al sauna, cuyo aroma a eucalipto envolvente ayuda a despejar las vías respiratorias. De ahí pasamos unos minutos al vapor, que simula una bóveda celeste con cromoterapia para estimular la mente, donde pude percibir un delicado aroma a canela.

Según afirman en Grand Velas, esta especia tiene la propiedad de hacerte sentir animado y con más energía, algo muy necesario con tan altas temperaturas. Los más comprometidos con el circuito también visitan el cuarto de hielo, impregnado con un vivaz olor a menta y destinado a cerrar los poros tras la desintoxicación.

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Para concluir la experiencia se debe tomar una ducha en la regadera multisensorial y caminar sobre una misma línea mientras el agua va cambiando de temperatura y presión para relajar los músculos. Esta es una terapia física pero sobre todo mental, pues si se deja llevar por las sensaciones, viviendo plenamente el momento, la mente descansa y fluye.

Se puede elegir la ducha de suave lluvia, pero yo preferí la intensa cascada. Luego, gozamos de las camas climatizadas, tomamos una bebida de frutas y, después de un momento de paz, fuimos escoltadas a nuestras cabinas de masaje.

A mí me sentaron en una silla desde la cual podías sumergir tus pies en semillas de mijo para despertar tus sentidos. En ese momento Carmen, mi terapeuta, me entregó una pequeña libélula hecha con una buganvilia y diciéndome con afecto “te hice esto”.

Las libélulas son el símbolo del spa y representan la paz interior, por eso con ella realizamos una breve ceremonia antes de pasar a la cama de masaje. Recibí el tratamiento estrella de la casa, un masaje con aceites obtenidos luego de derretir una vela de soya orgánica sobre la piel; yo pedí la de aroma a romero y la sensación en mi piel era la de un aceite tibio y envolvente.

Al salir nos sentíamos muy relajadas como era de esperarse, pero a la vez con una profunda alegría, comprendimos más que nunca el nombre de SE, voz inspirada en el náhuatl que significa “ser uno contigo mismo”.

La cena estelar

Nos quedamos a pasar el día en el Grand Velas porque su alberca infinita es espectacular y esperábamos otro momento estelar, la cena en el restaurante Frida. Habíamos escuchado que servían comida mexicana con un estilo contemporáneo y aprovechando los insumos de la zona, además de que su terraza es la favorita de quienes buscan espectáculos de música en vivo.

El chef Antonio Vidal está a la cabeza del lugar y su menú está compuesto por platillos tradicionales a los que le agrega toques inusuales, como sucede con el chile pasilla relleno de quesillo con plátano macho sobre una cama de mole negro, o con la totoaba (un pescado de la zona) con verduras asadas, adobo de talla, salsa mexicana sobre una cama de arroz.

La textura era suave y untuoso, perfectamente integrado con el adobo que hace destacar el sabor de la totoaba en el paladar. Cenamos delicioso y, por supuesto, nos quedamos con ganas de regresar, algo que planeamos hacer a partir de agosto, pues van a estrenar un menú inspirado en Frida Kahlo y Diego Rivera.

Y así con la luna llena en el cielo como el cliché que define a la playa, cerramos nuestros días en Los Cabos. Regresamos a casa con el mejor color en la piel, ánimos renovados y miles de nuevos recuerdos de para integrar al álbum de sonrisas que es nuestra amistad.

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