Ayutla de los Libres, Guerrero
Ayutla es hoy cabecera municipal y un importante centro comercial, agricultor y ganadero que se levanta en las estribaciones de la Sierra Madre del Sur.
Ayutla es hoy cabecera municipal y un importante centro comercial, agricultor y ganadero que se levanta en las estribaciones de la Sierra Madre del Sur.
El paisaje de Ayutla, al igual que su historia, se tiñe con los tonos intensos de nuestra bandera tricolor. Sus verdes campos de tierra fértil adquieren, durante la temporada, un rojo profundo, que con el calor de la tarde impregna el aire de ese delicioso aroma característico de la jamaica. El blanco, símbolo de la paz, ilumina la sonrisa de los niños, que llenos de esperanza se enorgullecen de ser ayutecos.
Ayutla viene del náhuatl Ayotla, que da origen al vocablo “Ayotlán”, “lugar donde abundan las tortugas”. Los primeros pobladores de la región fueron los tlapanecos, descendientes de los indios yopes del reino de Yopiltzingo. Los yopes, hábiles en el arte de la guerra, se caracterizaron por un fiero e indómito espíritu que ni aun el poderoso imperio azteca pudo doblegar.
Esta región de origen volcánico goza de un clima privilegiado entre la costa y las montañas. En días soleados el calor de la costa predomina, pero al bajar el sol es posible sentir el aire fresco de la sierra.
La tupida selva ofrece un paisaje con árboles de mango, tamarindo y otras frutas tropicales creando un tapiz de vivos colores. Desde el monte, las casas de los pobladores parecen regadas en medio de la abundante vegetación, conectadas entre sí por las pequeñas calles que tejen el poblado. En las alturas, donde las copas de los árboles tocan el cielo, sobresale el Templo de la Villa, edificado sobre una gran loma.
Con el mercado dominical las calles se llenan de color y de aromas frutales y campesinos bajan de la serranía para vender sus mercancías: jamaica, cacao, café, mango, mamey, maíz y frijol.
Además de ser un centro ganadero de gran importancia en la Costa Chica y excelente productor agrícola, Ayutla es famosa por su artesanía de plata y los hermosos machetes grabados. En esta tierra no hay campesino que no ande día y noche acompañado de un buen machete. Como bien dicen por aquí: “éste sirve pa’ tumbar la caña, limpiar la milpa o pa’ cobrar cualquier agravio”.
El más reconocido de los artesanos es don Nicho Chávez, cuyos hermosos machetes grabados con empuñadura en forma de águila han sido obsequiados a varios presidentes de la República. Cada vez que algún personaje distinguido visita Ayutla se le obsequia, de parte de sus habitantes, una de estas joyas artesanales.
Pero Ayutla de los Libres tiene mucho más que ofrecer, y no hay nada mejor que empezar el día con unas ricas empanuchadas (pan relleno de piloncillo) bien acompañadas del típico chilate (bebida de laboriosa preparación, pare-cido al atole, que generalmente se toma frío) de pinole o chocolate.
Para conocer el poblado no hay como un paseo para visitar el Templo de Santiago Apóstol junto al zócalo. Desde ahí se puede caminar por sus coloridas y alegres calles hasta el Templo de la Villa. A un costado de éste parte el sendero que asciende hasta la Piedra del Zopilote, en donde se tiene una agradable vista. Al medio día, cuando el calor arremete sin piedad, los ayutecos acostumbran ir a nadar a los remansos del río Cozaltzín. También son populares las cascadas del Salto, en especial durante la temporada de lluvias.
SUS FIESTAS
Aunque bien dotada de atractivos naturales, no es la naturaleza sino las fiestas las que atraen turismo al pueblo. El 1 de marzo se celebra el aniversario de la promulgación del Plan de Ayutla; el 25 de julio las fiestas de Santiago Apóstol; el 12 de diciembre día de la Virgen de Guadalupe, y para cerrar el año la feria de Ayutla. A éstas se suma la feria de la jamaica, que se celebra cada año en distintos poblados de la región.
Durante los días de fiesta, Ayutla se transforma llenándose de algarabía, sus calles centrales se cierran y la tradicional música de banda suena por todos los rincones del pueblo. Los muchachos bien vestidos con botas y sombrero vaquero sólo hablan del jaripeo, sus miradas exaltadas se pierden en el sueño de todo jinete.
Al atardecer, los pequeños corren a la plaza, pues las luces de los juegos mecánicos se han encendido, y todos quieren volar en los avioncitos o dar vueltas montados en una motocicleta. Los puestos de tostadas y garnachas parecen no tener fin; la gente sale por todas partes y antes de que oscurezca el ambiente de gran fiesta ya se ha hecho presente.
Finalmente, comienza la música y con ésta llega la hora del jaripeo. Todos abarrotan la explanada en donde se han montado las gradas. La gente espera ansiosa a que comience la monta de los toros. Por toda la Costa Chica se organizan jaripeos rancheros, en donde muchos jóvenes prueban suerte, pero en las noches de fiesta sólo se invita a los mejores jinetes.
Además del entretenimiento popular, las fiestas de Ayutla ponen el énfasis cultural en sus danzas. Mucho de esto tiene que ver con el carácter religioso de algunas fiestas, sobre todo cuando se escenifican las batallas entre moros y cristianos. La danza de los moros transcurre prácticamente durante toda la noche, acompañada de procesiones y las clásicas veladas de la Virgen.
Las veladas religiosas son un momento realmente bello; toda la comunidad convive de una manera que ya no es común. Mientras doña Lupe hace el pozol y las tostadas, su vecina prepara el agua de horchata y, sin que sea parte del programa, no falta quien traiga los hojaldres. Todo el pueblo asiste a la velada para rezar, comer y beber hasta la hora de peregrinar.
En el Templo de la Villa se quema el castillo y los populares toritos, lo que ocasiona gran alboroto en la muchedumbre. Mientras que el valiente corre por las calles con el torito en sus hombros, todos los niños escapan entre gritos, risas y sombrerazos. Escenificando una parodia clásica de las fiestas mexicanas, en la que algunos huyen atemorizados de las ardientes chispas de colores, mientras otros gozan a carcajadas, hasta que el torito cambia de dirección.
Cuando los valientes han terminado en el ruedo es hora de bailar, y en Ayutla nunca falta la banda grupera que haga sonar la música a toda máquina.
Así finaliza el día y comienza la noche; sólo para continuar al día siguiente, y mientras suene la música, créame, aquí nadie apaga la luz hasta que termina el guateque.
UN PUEBLO QUE SE CRUZÓ EN LA HISTORIA
Los habitantes de Ayutla no olvidan a aquellos que lucharon por el cambio. Tierra de bravos guerreros yopes y hombres de convicción como Juan Álvarez, Tomás Gómez, Jesús Salgado y Julián Blanco, quienes dedicaron sus vidas a uno de los movimientos políticos y sociales más importantes de nuestra historia.
La historia plasmó sus huellas en las tierras de Guerrero, antes Provincia del Sur. El movimiento liberal, que inició con la Revolución de Ayutla, reunió en esta región a algunos de los pensadores más brillantes del país.
En 1821 se proclama el Plan de Iguala, y las tropas de Vicente Guerrero se unen a las de Agustín de Iturbide para formar el Ejército Trigarante.
El movimiento para derrocar a Antonio López de Santa Anna había comenzado, y las ideas liberalistas toman fuerza en hombres como Melchor Ocampo, Santos Degollado y Guillermo Prieto. En este grupo surgió el indígena zapoteco Benito Juárez, eje del movimiento de Reforma.
En 1842 Santa Anna divide la comandancia del sur en tres demarcaciones: Costa Grande, Costa Chica y Tierra Caliente, nombrando jefes a Juan Álvarez, Florencio Villarreal y Luis Pinzón, respectivamente.
En 1847 el Congreso Constituyente erige el estado, y se le nombra Guerrero, en honor del insurgente Vicente Guerrero. En 1850 se instala la primera legislatura local y se nombra gobernador provisional a Juan Álvarez.
El 1 de marzo de 1854, en la hacienda la Providencia, Juan Álvarez, Ignacio Comonfort y otros jefes liberales redactan un plan que desconoce a Santa Anna y propone el nombramiento de un presidente interino.
Derrocado Santa Anna en 1855, se decreta la Ley Juárez que abole los fueros que otorgaban privilegios a la iglesia y al ejército. Un año más tarde, la Ley Lerdo obliga al clero a vender gran parte de sus tierras.
Esto trae como consecuencia que en 1858 México se encuentre con la peor guerra civil de su historia. Comonfort es nombrado jefe provisional de las fuerzas revolucionarias, en tanto que Álvarez toma a su cargo el Ejército Restaurador de la Libertad.
Para 1860 las batallas ganadas por Ignacio Zaragoza y Jesús González Ortega inclinaban la balanza en favor de los liberales.
Una vez que Juárez y los liberales se alzaran con el triunfo, México necesitaba un cambio. Para algunos historiadores, es aquí donde falló la Reforma. Sus ideales habían cambiado y el campesino dejó de ser prioridad.
Hoy el concepto de justicia es ambiguo. Lo que es innegable, es que esta historia que escribieron hombres ilustres en la Provincia del Sur fue de revueltas y traiciones que opacaron la luz del movimiento de Reforma. Una vez más queda en la memoria el triste recuento de miles de hombres que entregaron sus vidas a una causa que se perdió en el camino.
SI VAS A AYUTLA DE LOS LIBRES
Saliendo de Acapulco por la carretera federal núm. 200 se localiza Cruz Grande, una vez allí y tras recorrer aproximadamente 33 km, se encuentra Ayutla de los Libres en la margen izquierda del río Nexpa o Ayutla y a una altitud de 372 metros.
Desde allí se puede visitar la hermosa laguna de Chautengo, y si prefiere el mar, a media hora se halla la bella Playa Aventuras, en Punta Casa de Piedra.
¿Quieres escaparte a Guerrero? Descubre y planea aquí una experiencia inolvidable