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El coloso junto al mar
Inaugurado en diciembre de 2018, ese conjunto arquitectónico tomó tiempo en gestarse. Todo comenzó cuando el entonces alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes, lo buscó pues tenía en mente rescatar el Boulevard Vicente Fox, que en aquellos entonces estaba bastante deteriorado: había basura, predios abandonados, construcciones a medio terminar, incluso grandes cantidades de arena habían invadido una buena parte de la calle.
El arquitecto se interesó de inmediato, propuso a varios arquitectos y diseñadores que él consideraba que bien pudieran contribuir a realzar la zona con mobiliario urbano y un buen diseño que rescatara la incipiente infraestructura costera que ya existía, como baños y puestos de salvavidas.
En paralelo, me comentó Michel, Yunes le contó sobre la aceptación que estaba teniendo la Filarmónica de Boca del Río y de la gran preocupación que le producía que esta no tuviera una sede y se viera en la necesidad de tocar en ciudades distintas y desplazarse continuamente. La idea de que la orquesta tuviera un hogar lo entusiasmó aún más.
Aunque Michel estaba un poco renuente en volver a participar en proyectos de gobierno, dada la experiencia previa con la Cineteca Nacional que quedó prácticamente inconclusa, se entusiasmó con la posibilidad que se abría ante él, no solo de realizar un simple edificio, sino de poder transformar un espacio en su totalidad y beneficiar a la comunidad. Así que puso su mente a trabajar y ya no hubo marcha atrás.
Con la continuidad en las administraciones del municipio asegurada, los astros parecían alinearse para que este proyecto no se viera interrumpido y se alcanzara el magnífico resultado que hoy vemos. Además su permanencia y buen uso, también quedaron a buen resguardo ya que Foro Boca no depende del gobierno estatal ni federal sino de un patronato en el que participan varios sectores de la sociedad.
Aunque había otras localizaciones como candidatas para edificar la sede de la filarmónica, se decidió volver al predio que originalmente se quería rescatar del abandono sobre el boulevard Vicente Fox, pues era el lugar ideal para el edificio que Rojkind estaba imaginando como una agrupación de formas compactas hechas de hormigón que fueran armónicas y sin embargo consiguieran soportar los embates de los vientos del norte que golpean aquella zona en donde confluyen el río y el mar.
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A Michel le atrajo, sobre todo, la escollera que ahí ya existía: una obra hecha con piedras lanzadas al fondo del agua, con la finalidad de formar un dique de defensa contra el oleaje, y que funcionaba perfecto como resguardo y punto de partida para la construcción del Foro.
El proyecto, más que un edificio, se presentó como todo un plan maestro que buscaba integrar a la sede de la Filarmónica con una serie de plazas públicas y para ello planteó recubrir el boulevard con pavimento de granito que se extendiera hasta el centro del municipio, donde se ubican los edificios de gobierno, además de restaurantes y lugares de esparcimiento.
Así, se buscaba integrar el área del boulevard, entonces prácticamente en desuso, con el resto de la ciudad. Y es lo que siempre busca Rojkind con sus proyectos: trascender la obra misma y darle un valor agregado al edificio que construye en beneficio de la comunidad que lo acoge.
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También, dentro del proyecto se planteó que todo lo que sucediera dentro se pudiera proyectar afuera en los muros de concreto, otorgándole un importante impacto social al exponer lo que ahí sucede a todo tipo de público. Así, quien en un principio tenía la idea de solo ir a la playa puede, sin esperarlo, interactuar con la filarmónica.
Hablando propiamente del diseño, Michel me explicó que empezó por organizar los distintos espacios que conformarían el proyecto en una especie de “cajas” que contendrían las diferentes actividades que ahí se habrían de realizar.
Hay una sala principal, un salón de eventos más pequeño para otro tipo de presentaciones que se puede vincular, o no, a lo que sucede en la sala principal. Y así sucesivamente se van desenvolviendo los otros espacios.
Incluso la zona de carga y descarga tiene un tratamiento especial y es parte importante del proyecto, es decir, deja de ser “oculto” y se le da la misma importancia que a los demás espacios, otorgándole un protagonismo que normalmente no tienen estas zonas.
La idea principal
Foro Boca siempre fue concebido como un centro cultural integral, en el que se diera cabida a diversas expresiones artísticas, más allá de las presentaciones de la filarmónica.
La experiencia comienza desde el acceso, a través de una abertura de poco más de 2 metros de altura que se abre a un espacio de doble y hasta triple altura en donde se ubica la taquilla, el elevador, el guardarropa, la cafetería, la tienda, los baños y dos terrazas que miran hacia el mar.
Algo que llama mucho la atención son las escaleras, forradas en madera y colocadas estratégicamente para ver a la gente subir, bajar, en fin, moverse en una secuencia casi musical, además de que la calidez de este material contrasta agradablemente con la “frialdad” del hormigón.
En la parte posterior están las zonas que no necesariamente están abiertas al público, como camerinos, montacargas, vestidores, zonas de ensayos y grabación y más arriba se ubican las oficinas y la biblioteca, que tienen salida hacia arriba, a un par de terrazas que se convierten en espacios muy agradables, comentó Michel.
Visto desde fuera llama particularmente la atención la textura del edificio. Acerca de ello, nuestro afamado arquitecto comentó que siempre quiso que los acabados tuvieran cierto relieve, lo que ayuda a que el edificio se torne más interesante con el tiempo gracias a la acción de los agentes ambientales, que lejos de deteriorarlo, le van otorgando un carácter propio. “Incluso resultaba más fácil que quedara así, asimétrico, que intentar hacerlo todo muy derechito y parejo. Sin duda la desigualdad tiene su encanto”, dijo Michel.
Hablando de los espacios externos al conjunto de “cajas” que rodean la construcción se puso especial atención en las plazas públicas, así como al mobiliario urbano, que es diseño de Ariel Rojo, gran amigo de Michel.
Todo en el exterior incita a acercarte e interactuar de una u otra manera y ahí radica la esencia de los proyectos de este músico y arquitecto mexicano, para él es necesario retribuir lo que le es dado, regresar algo a la sociedad. “La arquitectura tiene que compartir, dar algo a cambio, si no es así, para mí no tiene relevancia “, concluyó.
Por mi parte, me quedé pensando en aquellos primeros encuentros con Michel y concluí que no podría ser de otra manera; ya que las piezas musicales se componen de la repetición y sucesión de sonidos y silencios que pueden distinguirse por su tono y duración, dispuestos melódicamente en conformidad con las leyes de la armonía; la música solo existe, y solo puede existir en el tiempo. Del mismo modo, la arquitectura solo existe y solo puede existir en el espacio, y es, de igual manera, una sucesión de espacios ocupados y vacíos dispuestos melódicamente.
Foro Boca es la integración ideal de ambas formas de arte pues, a mí parecer, el proyecto es una fiel representación de aquella frase que se le ha atribuido a una variedad casi insólita de pensadores, aunque me gusta pensar que salió del genio de mi filósofo favorito: “La arquitectura no es más que una forma de música congelada”, Arthur Schopenhauer.