Ignacio Manuel Altamirano, biografía completa
Lee la biografía completa de Ignacio Manuel Altamirano y conoce cuál fue la obra de esta importante figura de la literatura mexicana.
Biografía de Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893)
Considerado como el padre de la literatura mexicana, Ignacio Manuel Altamirano nació en Tixtla, Guerrero el 13 de noviembre de 1834. Sus padres fueron Francisco Altamirano y Gertrudis Basilio, ambos eran de ascendencia indígena y habían tomado el apellido de un español que había bautizado a uno de sus ancestros.
Ignacio Manuel aprendió a hablar español sólo hasta que su padre fue nombrado alcalde del pueblo, después se reveló como un estudiante aventajado y ganó una de las becas que otorgaba el Instituto Literario de Toluca para los niños de escasos recursos que supieran leer y escribir.
Fue ahí donde se encontró al que había de ser su más querido e influyente maestro: Ignacio Ramírez, el Nigromante, abogado, periodista, miembro de la Academia de Letrán y diputado del Congreso Constituyente.
Altamirano llegó a ser encargado de la biblioteca del Instituto, reunida por Lorenzo de Zavala y devoró tanto a clásicos como modernos, empapándose también en el pensamiento enciclopedista y en los tratados juristas liberales.
El inicio de una gran trayectoria literaria
En 1852 publicó su primer periódico, Los Papachos, hecho que le costó la expulsión del Instituto. En ese mismo año empezó a recorrer el país, siendo maestro de primeras letras y dramaturgo y apuntador en una compañía teatral itinerante, de “cómicos de la legua”.
Fue cuando escribió la polémica obra Morelos en Cuautla, hoy perdida, pero que le dió la primera fama y después cierta vergüenza, según parece, pues cuando hacía el recuento de sus obras no la reconocía.
Después vino a la Ciudad de México a iniciar estudios de Derecho. Lo hizo específicamente en el Colegio de San Juan de Letrán, cuyo costo fue solventado gracias, otra vez, a su labor docente: enseñando francés en una escuela particular.
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El escritor revolucionario
En 1854 interrumpió sus estudios para adherirse a la revolución de Ayutla. Con esta revuelta se pretendía derrocar a Santa Anna, el dictador sin pierna, que tantos años de pena había infligido en la patria.
Altamirano se fue al sur de Guerrero y se puso bajo las órdenes del general Juan Álvarez. Comenzaba así su carrera política y el vaivén de estudiar, combatir y volver a los estudios.
Una vez terminada la revolución, Ignacio Manuel retomó sus estudios de jurisprudencia, pero hubo de dejarlos de nuevo en 1857, cuando volvió a estallar la guerra en México, esta vez la de Reforma, que inició la división ideológica clásica del siglo XIX, entre conservadores y liberales.
En 1859 se tituló como abogado y, una vez victoriosos los liberales, fue elegido diputado al Congreso de la Unión, donde se reveló como uno de los mejores oradores de su tiempo, en varios discursos famosos y encendidos.
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Más allá del legado literario de Altamirano
Altamirano se casó con Margarita Pérez Gavilán, oriunda de Tixtla también e hija de una supuesta hija natural de Vicente Guerrero: Doña Dolores Catalán Guerrero, que tenía más hijos de otro matrimonio.
A estos niños, hermanos de Margarita (Catalina, Palma, Guadalupe y Aurelio) los adoptó el Maestro, quien les dió su apellido, convirtiéndolos en los verdaderos hijos de Altamirano ya que éste y Margarita nunca tuvieron hijos propios.
En 1863 se incorporó a la lucha resultante de la invasión francesa, contra ellos y contra el imperio de Maximiliano de Habsurgo. El 12 de octubre de 1865 se le nombró coronel por el presidente Juárez y todo fueron triunfos militares. Participó en el Sitio de Querétaro, donde, cuenta la leyenda, fue un verdadero héroe. Esto gracias a que, tras derrotar a las imperiales fuerzas de Maximiliano de Hasburgo, tuvo un encuentro con él. Este hecho quedó documentado en su Diario.
En 1867 se retiró para siempre del las armas. De hecho, alguna vez declaró que le agradaba la carrera militar pero lo inspiraba más bien el ideal renacentista del “hombre de armas y letras”. Una vez restaurada la República, declaró: “mi misión con la espada ha terminado” y se consagró enteramente a las letras.
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La vida política y literaria de Ignacio Manuel Altamirano
Este hecho, sin embargo, no lo desligó de la política pues fue en tres periodos diputado al Congreso de la Unión y, en ésta, su labor legislativa quedó el principio de la educación primaria gratuita, laica y obligatoria por el que pronunció el ejemplar discurso de del 5 de febrero de 1882.
Fue también procurador general de la República, fiscal, magistrado y presidente de la Suprema Corte, oficial mayor del Ministerio de Fomento, en cuyo carácter impulsó la creación de observadores astronómicos y meteorológicos y la reconstrucción de las vías telegráficas.
Sin embargo, su labor más importante fue la que desarrolló en pro de la cultura y la literatura mexicana. Altamirano se convirtió en maestro de dos generaciones de pensadores y escritores. También se desempeñó como organizador de las famosas “Veladas Literarias” en su casa de calle de los Héroes.
Asimismo, Altamirano se preocupó porque la literatura mexicana tuviera un carácter verdaderamente nacional, porque llegara a ser un elemento activo para la integración cultural de un país, el cual ya había sido devastado por muchas guerras, dos intervenciones extranjeras, un imperio venido desde Austria y con poca identidad como nación.
Esto no quiere decir que Altamirano despreciara la cultura de otras partes. Incluso, se convirtió quizá en el primer mexicano que exploró la literatura inglesa, alemana, norteamericana e hispanoamericana (las cuales, en su tiempo, eran desconocidas por la mayoría de los hombres de letras).
Otras hazañas de Ignacio Manuel Altamirano
En 1897 fundó con Ignacio Ramírez y Guillermo Prieto el Correo de México, pero no fue sino hasta 1859, en enero, en que apareció el primer número de su revista El Renacimiento, un hito en la historia de la literatura mexicana. Desde aquellas páginas, el maestro se propuso reunir a los escritores de todos los credos, sumando inteligencias en esta, la primera gran obra de reconstrucción nacional.
Su espíritu de tolerancia en el campo de las letras quedó expresado en la exhortación que hizo, desde su revista en conciliar a los intelectuales de todos los bandos. Fue así como logró que escribieran ahí románticos, neoclásicos y eclécticos, conservadores y liberales, juaristas y progresistas, figuras consagradas y novatos de las letras, bohemios poetas, sesudos ensayistas, solemnes historiadores y hombres de ciencia.
Fue así como Altamirano fue el puente entre la generación del liberalismo ilustrado, representado por Ignacio Ramírez, Francisco Zarco, Guillermo Prieto, Vicente Riva Palacio y la generación de los jóvenes escritores como Justo Sierra, Manuel Acuña, Manuel M. Flores, Juan de Dios Peza y Angel de Campo.
Al terminarse el ciclo de esta revista fundó los periódicos El Federalista(1871) y La Tribuna(1875), formó la primera Asociación Mutualista de Escritores, siendo el mismo presidente y Francisco Sosa el secretario, publicó La República (1880) periódico consagrado a defender los intereses de las clases trabajadoras.
Fue profesor en la Escuela Nacional Preparatoria, la Escuela de Comercio, la de Jurisprudencia, la Nacional de Profesores y muchas más, por lo cual recibió el título de Maestro.
¿Cuál es la obra de Ignacio Manuel Altamirano?
Ignacio Manuel Altamirano cultivó la novela y la poesía, el cuento y el relato, la crítica, la historia, el ensayo, la crónica, la biografía y los estudios bibliográficos. Sus obras más importantes son
- Rimas (1871), donde tradujo la belleza del paisaje mexicano
- Clemencia (1868), considerada como la primer novela mexicana moderna
- Julia (1870),
- La navidad en las montañas (1871)
- Antonia (1872)
- Beatriz (1873, incompleta)
- El Zarco (1901), publicada póstumamente y que cuenta las aventuras de un bandido, miembro de la banada de «Los Plateados».
- Atenea (1935, inconclusa).
- Los dos volúmenes de Paisajes y leyendas (1884-1949) reúnen sus trabajos del género costumbrista, como crónicas y retratos.
El maestro Altamirano murió el lunes 13 de febrero de 1893 en San Remo, Italia. Esto sucedió mientras se hallaba en Europa por comisión de Porfirio Díaz, en el Consulado de México en Barcelona y después en el de Francia.
Don Joaquín Casasús, yerno de Altamirano escribió una despedida bastante famosa que se publicó después. Su cadáver se incineró y las cenizas trasladadas a México. Hoy, sus restos reposan en la Rotonda de los Hombres Ilustres.